62- Arrepentimientos del pasado.

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Rafael

Entramos al cuarto sin dejar de besarnos, cerré la puerta con el pie y la llevé a la cama, la dejé de pie y empecé a quitarle el vestido que llevaba, bajé el cierre y me arrodillé, tomé el ruedo de éste y empecé a subirlo por su cuerpo mientras iba dejando besos en cada parte de piel que quedaba al desnudo. Ella levantó los brazos, yo le saqué el vestido y lo dejé caer al piso.

—¿Cómo haces para encantarme cada día más? —le pregunté antes de devorar sus labios.

—No lo sé, ¿cómo haces tú? —en un movimiento rápido nos cambió de posición y la parte trasera de mis rodillas pegaron a la cama, por poco y caigo.

—Quieres tomar las riendas de esto, ¿eh? —acaricié su mejilla.

—Es mi cumpleaños y hago lo que quiero —sonrió de lado.

—Me encanta que lo hagas —empezó a quitarme la camisa e hizo lo mismo que yo con ella, con cada botón que abría y cada piel que quedaba al descubierto la besaba.

Me quitó el cinturón y abrió el botón de mi pantalón, bajó el cierre y metió su mano en mi bóxer, al sentir sus cálidas manos sobre mi muy notable erección, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo.

—Que débil —sonrió y siguió moviendo sus manos por mi erección.

—Soy débil ante ti —tomé su rostro con ambas manos y la besé.

Me quitó el pantalón y el bóxer, me empujó y caí sobre la cama, ella se subió sobre mí y empezó a besarme desesperadamente. Las ganas de cambiar nuestras posiciones me estaban matando, pero quería que hiciera lo que quisiera.

—Te deseo —susurró en mi oído.

—Y yo a ti, demasiado —me vio y luego me besó.

—Voy por un condón —sonreí.

Me acomodé mejor en la cama y ella tomó un condón de la mesita de noche que era donde había dejado los que Diego me dio. Volvió a la cama, se puso a horcajadas sobre mí, tomó mi miembro y deslizó el condón por él.

Puso sus manos sobre mi pecho y se impulso para meter mi miembro en ella, dejé escapar un gruñido de mis labios, cuando me sentí dentro de ella.

—Ah —soltó ella que tenía los ojos cerrados.

Puse mis manos en su cadera, abrió los ojos y me vio con una sonrisa.

—No, mi amor —tomó mis manos y las llevó hasta arriba de mi cabeza—. Déjalas ahí.

—Pero yo te quiero tocar —negó, así que dejé mis manos quietas.

Aún con sus manos en mi pecho empezó a mover sus caderas, con cada moviento que hacía sus pechos se movían atrayendo mi atención por completo. Quería tomarlos y masajearlos, pero no podía mover mis manos, Valentina siguió moviéndose cada vez más rápido.

—Vale... —no pude decir nada, sus movimientos me estaban volviendo loco.

Lo peor de todo era que no me dejaba tocarla, me iba a enloquecer, me moría de ganas por tocarla, por besarla, pero debía dejarla hacer lo que quisiera, así que me aferré a las sábanas para contener mis ganas de tocarla sin su permiso.

Mi cuerpo ya estaba a nada de estallar y aún así ella no dejaba de moverse. Cerré los ojos y me dejé llevar por la satisfacción, segundos después me vine dentro de ella, segundos después ella también lo hizo mientras decía mi nombre entre gemidos.

—Rafael —salió de sus labios y sonreí.

Su cuerpo se desplomó sobre el mío y la abracé, la abracé muy fuerte, como si corriera el riesgo de que alguien me la quitara. Besé su cabello y ella levantó su cabeza.

Por ti TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora