61- Otra celebración.

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Valentina

Mi esposo sin duda alguna era el mejor, cada año desde que estábamos juntos me hacía una fiesta sorpresa de cumpleaños, bueno, ni tan sorpresa porque siempre sabía que me iba a hacer una fiesta, aunque cada año me sorprendía más. El patio esa vez estaba lleno de globos y luces, a un lado había una mesa con un pastel, en la parte trasera había una enorme foto mía, por otro lado había una muy grande en horizontal dónde salía con los niños y por otro una vertical con Rafael.

—Esas fotos están hermosas —vi a Rafael.

—Porque tú estás en ellas —me abrazó—. Feliz cumpleaños, mi amor —tomé su cara con ambas manos y lo besé.

—Eres el mejor —lo abracé aún más fuerte.

—Nosotros también te queremos felicitar —Rafael me soltó y Diego y Gustavo me abrazaron.

—Felicidades mamá —mi hijo besó mi mejilla.

—En unos meses ya tendremos otra vez la misma edad —Diego y yo sólo teníamos meses de diferencia—. Te amo Vale, eres la mejor cuñada y amiga que hay.

—Y yo a ti.

—¡Felicidades! —Sheko me abrazó y me levantó del piso—. Ya estás más viejita —golpeé su brazo—. Y más violenta.

—No estoy vieja.

—Dale más duro por pendejo —me dijo Ale—. Feliz cumpleaños, eres mi cuñada favorita.

—Soy la única —reí.

—Por ahora —Diego se encogió de hombros.

—No le hagan caso, es gay —Gustavo negó divertido y Diego lo golpeó.

—Puto.

—Feliz cumpleaños —ahora fue el turno de Anneth y Emiliano.

—Que sigas cumpliendo muchos años más de vida —Anneth besó mi mejilla.

—Sí, Vale, te queremos más tiempo con nosotros —Emiliano me sonrió.

—Lo mejor queda para el final —Efrén se acercó y me abrazó—. Feliz cumpleaños mi hermosa Vale. Te quiero mucho.

—Y yo a ti Efrén —le di un sonoro beso en la mejilla.

—Feliz cumpleaños, Valentina —me dijo Frida.

—Gracias Frida.

—Esto es sólo la cereza del pastel, porque con nosotros te la pasaste bien, ¿o no? —me preguntó Susan.

—Por supuesto que sí —Susan, Lorenzo y los niños fueron mi compañía durante todo el día.

Fuimos a comer e incluso hicimos algunas compras, fue un gran día, desde que amaneció, porque mis hijos pequeños me despertaron con muchos besos y felicitaciones.

—Amor, ¿ya escuchaste? —me preguntó Rafael.

—¿Qué? —fruncí el ceño sin entender de lo que me hablaba.

—Esa canción.

—No está sonando nada —de repente se escuchó una guitarra y de inmediato reconocí la canción, Rafael me tomó de los hombros y me giró.

Unas luces se encendieron y sobre una tarima estaba un cantante de regional mexicano que me gustaba mucho.


—Ay por Dios —vi a Rafael—. Que hermoso, gracias, mi amor.

—De nada mi vida —me dio un beso—. ¿Bailamos? —asentí y empezamos a bailar.

Ambos nos movimos al ritmo de la música, yo recosté mi cabeza en su pecho y él besó mi cabello, ese era mi lugar seguro. Me separé un poco de él y lo vi.

Por ti TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora