29- Un gran problema.

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Después de celebrar en grande nuestro aniversario, ambos nos fuimos a bañar, en la tina hicimos el amor una vez más, luego volvimos a la habitación, en dónde dormimos completamente desnudos y abrazados. Me encantaba sentir su piel y el calor de esta. Estaba profundamente dormido, cuando empecé a escuchar que un celular sonaba, abrí los ojos, me giré y sobre mi mesa de noche estaba mi celular con la pantalla encendida, estiré mi brazo y lo tomé.

Valentina. Ese era el nombre, vi la hora y me preocupó que me estuviera llamando, eran casi las dos de la mañana. Sin perder más tiempo respondí.

—Bueno. ¿Qué pasó?

—Estoy en el hospital —su voz se escuchaba rota y estaba llorando—, Benjamín está muy enfermo.

—¿Qué? ¿Y por qué me llamas hasta ahora? —me senté en el borde de la cama.

—Te llamé varias veces y no respondiste, te envíe muchos mensajes y tampoco respondiste, de no ser porque yo lo traje al hospital no sé que habría pasado. No quiero seguir hablando contigo, si quieres venir a ver a tu hijo ven.

—Valen... —colgó.

Revisé el celular; veinte llamadas perdidas, entré a WhatsApp y habían diez mensajes entre ellos audios.

▶Rafael, necesito que vengas al departamento, Benjamín tiene mucha fiebre, está llorando.

▶Rafael, ven ya, necesitamos llevarlo al hospital. Por favor ven ya.

—Que imbécil —me levanté de la cama, fui al closet, saqué ropa y después de vestirme tomé mi celular, mi billetera y las llaves del auto. Vi a Leslie y como aún estaba dormida decidí irme.

***

Cuando llegué a la zona de niños,  llegué a la habitación y me asome por la ventanilla, ahí estaba mi bebé recostado en la cama y con una aguja en su bracito. De inmediato al verlo así me sentí culpable, mientras yo estaba disfrutando en mi casa, él estaba sufriendo aquí. Los ojos empezaron a arderme.

—Mami —lo vi—, eche —estaba llorando.

—Sí, mi amor —Valentina se sentó en la cama, lo cargó y después de bajar un poco su blusa y metió su pezón en la boca de mi bebé—. Pobrecito mi niño, está enfermito.

—Shi, mami —cerré los ojos. Abrí la puerta y entré, Valentina levantó la mirada, en sus ojos noté que estaba muy enojada conmigo, hasta diría que en ese momento me estaba odiando.

—Perdón por no haber respondido —dejó de verme y volvió su mirada a Benja—. Bebé —me senté al otro lado de la cama y puse mi mano en su cabecita—, ¿te sientes bien?

—No tiedo —apartó mi mano. Eso me dolió—. Mami, no —Valentina asintió.

—No quiere que lo toques —la vi sorprendido.

—Benjamín, soy tu papá —dije en un hilo de voz.

—No tiedo —siguió tomando leche.

—Rafael, deja que se tome su leche en paz —asentí. Me levanté de la cama y fui a sentarme en el sillón que estaba en un rincón de la habitación.

Las ganas que tenía de llorar aumentaron. El que me hijo me despreciara me dolía como nada en la vida, yo siempre había estado a su lado, siempre que se enfermaba, era yo quién estaba con él y en ese momento que me necesitaba no estuve. Me sentía culpable a más no poder.

Unos minutos después Valentina lo recostó en la cama con cuidado de no lastimar su brazo, pues ya estaba dormido.

—¿Por qué no quiere que lo toque? —le pregunté a Valentina desde mi lugar.

Por ti TodoWhere stories live. Discover now