67- Pececito.

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Rafael

Cuando todo se acabó, volvimos a la casa y Valentina y yo llevamos a los niños a dormir, pues estaban cansados de tanto jugar, a excepción de Diefrén, él estaba más despierto que nunca. Mientras Valentina se cambiaba, yo lo distraía.

—A ver pequeño Diefrén Joan Vega Ferrara —me vio con curiosidad—, ¿por qué no te duermes? Estas nos son horas de estar despierto.

—Uuuu —dijo y sonrió, yo no pude evitar sonreír también.

—Ay pequeñín, te amo —le di un beso en la frente.

—Ya dejen de echar el chisme los dos —vi a Valentina que llevaba el dorso descubierto y una de mis playeras en la mano—. Ven a comer, bebé —me lo quitó de los brazos y lo pegó a su pecho.

—Amor, ¿y si después hacemos otro bebé? —río.

—Ya déjame en paz.

—No, tú déjame en paz, porque vienes aquí enseñando todo y luego no quieres que te vea y me den ganas de...

—Rafael —me regañó.

—De besarte, no me dejas terminar de hablar.

—Sí claro —rodó los ojos.

Me quedé recostado esperando que Diefrén terminara de comer para llevarlo a dormir.

—Ya terminó —me dijo Valentina después de un rato—. Voy a sacarle los gases —me senté y esperé que lo hiciera.

—Estoy feliz que mi hermana se haya casado por la iglesia y que nosotros estuviéramos ahí.

—Todo estuvo lindo —besé su frente.

—Se lo merecen, después de todo lo que pasaron y todo lo que jodí yo, de no ser por mí ellos hubieran estado juntos desde hace tiempo.

—Al menos su amor ahora es más fuerte, como el nuestro, ¿no? —asentí—. Ya se quedó dormido —cargué al niño en mis brazos y lo llevé a su cuarto.

—Descansa —le di un beso en la frente y lo recosté en la cuna.

Volví al cuarto y Valentina seguía sin blusa, así que me acosté a su lado y la abracé.

—¿Entonces qué? —besé su abdomen y subí hasta el centro de sus pechos—. ¿Otro bebé? —rió.

—No, ya te dije que no quiero otro bebé —me abrazó y me besó.

—Entonces hagamos el amor —empecé a besar su cuello, mientras con mis manos acariciaba su cuerpo—. Te amo —le dije al oído.

—Yo... —el sonido de mi celular no la dejó terminar de hablar—. Contesta.

—No quiero.

—Rafael —a regañadientes dejé de besarla y agarré el celular.

—¿Para qué puta me llama Sheko? ¿No se supone que está en su luna de miel?

—Contesta —lo hice.

—¿Qué pasó güey? ¿Se les olvidó algo o qué verga?

—Estamos en el hospital —fruncí el ceño.

—¿Le pasó algo a mi hermana o al bebé? —hubo silencio y luego empecé a escuchar unos sollozo—. Sheko, ¡¿qué pasó?!

—Nos emboscaron, nos dispararon y ambos estamos heridos, pero Ale no está bien —dijo llorando.

—Ya vamos para allá —colgué. Di un salto de la cama y busqué ropa para cambiarme.

—¿Qué pasó? —me preguntó Valentina.

Por ti TodoWhere stories live. Discover now