Epílogo

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Es de mañana, cuando la paz y tranquilidad que reina en la habitación es aturdida por el sonido de la alarma de un teléfono celular. Katy frunce el entrecejo, mientras se remueve incómoda en la cama a causa de la claridad del día, la cual entra por las ventanas junto a una fresca brisa. Ella resopla mientras se incorpora lentamente, entornando los ojos para evitar que la luz del día la cegue. Estira su mano hacia la mesa de noche junto a su cama y toma el objeto; luego de deslizar su dedo por la pantalla, el sonido de la alarma mengua, y ella alza el teléfono hasta la altura de su rostro para ver la pantalla. No es una alarma, es un recordatorio.

¡Hoy es el día!

Se lee en la pantalla junto a un dibujo animado bailando de manera extravagante. Frunce el ceño y rápidamente abre la notificación para ver la fecha del día.

06/03/2018

Abre los ojos con sorpresa y salta de la cama, su cuerpo se enreda entre las sábanas y se le es imposible evitar caer de golpe al suelo. Decide a ignorar lo que acaba de pasar, se pone de pie rápidamente y se apresura a correr hacía el baño para darse una ducha.

***

Beatriz se encuentra profundamente dormida. Tiene un sueño tan profundo que, aunque quiera levantarse por sí misma, no lo logra. Suspira profundo, mientras gira sobre la cama encontrándose con el espacio vacío a su lado. Frunce el ceño, sin abrir los ojos, y resopla mientras se gira nuevamente hasta quedar en su posición inicial y acomoda su cabeza sobre la almohada para seguir durmiendo.

Siente cómo la cama se hunde por un peso extra, luego unos suaves besos húmedos sobre su cuello, y el escalofrío que estos le provocan. Se remueve incómoda sobre la cama, hasta que un fuerte brazo rodea su cintura por su espalda, atrayéndola hacia él.

— ¿No vas a levantarte?— escucha la voz ronca y siente el cálido aliento chocar contra su oreja—. Ya es tarde.

—Mm, quisiera dormir unos cinco días más— responde la mujer, esbozando una pequeña sonrisa mientras guía sus manos hacia las de él, sobre su cintura.

—Puedes hacerlo— responde el hombre, besando nuevamente su cuello—. Pero hoy es un día muy especial para nuestra hija.

Beatriz abre los ojos lentamente, esperando encontrarse con la claridad del día. Pero, para sorpresa, él ha cerrado las cortinas oscuras, las cuales repelen la luz. Sonríe de lado mientras gira su cabeza para ver por sobre su hombro al hombre que se encuentra pegado a su espalda. Marcus sonríe de igual manera mientras se inclina hacia ella para dejar un cálido beso sobre su mejilla.

—Si tu intención era despertarme para que pudiera hacer mis quehaceres del día— dice mientras se gira en la cama para quedar frente a frente—, te hubieras puesto algo más que solo ropa interior

La sonrisa en el rostro del hombre se ensancha, sonriendo con malicia, mientras guía su mano hacia la mejilla de la mujer y junta sus labios en un tierno beso, el cual es correspondido con gusto por ella.

—Y, ¿si mi intención real es que no salgas de la cama? ¿Te quedarías a mi lado?—cuestiona, mientras lentamente se sube sobre ella, sosteniéndose con sus brazos para no poner todo su peso sobre el delicado cuerpo de la mujer—. Porque, de verdad me encantan las mañanas junto a ti, esposa mía.

Beatriz sonríe, tomando el rostro de Marcus entre sus manos y atrayéndolo hacia ella para volver a besarlo. No puede negar que, a pesar de que eso es de casi todos los días, nunca se aburre de ello. Lo disfruta, disfruta amarlo.

—¡¡Papá!!

Un grito lleno de rabia resuena por todo el lugar. Marcus y Beatriz se observan entre sí, al mismo tiempo que el hombre se aparta para bajarse de la cama y se apresura hacia el armario para buscar y colocarse su pantalón de pijama.

La Niña Del OrfanatoWhere stories live. Discover now