Capítulo 44

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Rachell muerde su labio inferior constantemente mientras observa fijamente la televisión. Luego de volver del hospital decidió darse una ducha para intentar relajarse. Atender una empresa, como lo hace Beatriz, es muy agotador. Ahora solamente se dedica a ver la televisión a la espera de alguna llamada o una invitación a salir; se siente realmente aburrida y sola. El sonido de la cerradura de la puerta al abrirse la saca de sus pensamientos, rápidamente deja de morderse el labio y se incorpora en el asiento hasta quedar erguida. No necesita voltear para saber de quién se trata. Solo él tiene la llave de su apartamento.

El invasor ingresa a la vivienda y, luego de cerrar la puerta a su espalda, se dirige hacia la sala de estar, en donde sabe que podrá encontrar a la mujer gracias al ruido de la televisión.

— ¿Cómo sigue Beatriz?— cuestiona, sin despegar la mirada del televisor que causalmente en ese momento comienza a parecerle interesante.

—Continúa dormida junto a su niña del orfanato— murmura, mientras se sienta a su lado y se inclina hacia ella para ocultar el rostro en su cuello.—. Llevan así todo el día.

Rachell muerde su mejilla interna, evitando emitir algún tipo de sonido placentero al sentir los labios del hombre besando su cuello. Rápidamente se aparta de él, arrastrándose sobre el sofá hacia la otra esquina. Jared frunce el ceño ante la evasión de Rachell hacia su persona. No es normal en ella, más bien, siempre es ella la primera en irse sobre él.

— ¿Hay algún problema?— cuestiona extrañado, mientras aparta su cabello de su rostro, pensando en lo bien que le caería ir pronto a la peluquería.

Rachell se fuerza a sí misma a dirigirle la mirada por primera vez desde que llegó. Con sus ojos azules observa al hombre por cuestión de segundos, examinado cada una de las facciones en su rostro. ¡Rayos! Le parece tan atractivo que hasta duele.

—He estado pensando en lo que hablamos— dice de pronto con voz apagada—. Quiero que termines con todos tus planes.

Jared arquea una ceja, se cruza de brazos y se recarga en el asiento, observándola profundamente. La expresión carente de humor en su rostro le hace saber a la mujer que no está para nada contento con lo que ella le dice, pero, aun así, decide proseguir.

—Jared, ya no puedo seguir con esto— dice con un hilo de voz—. Sabes, esta mañana, cuando Beatriz salió del hospital; por primera vez le presté atención y es tan notable la felicidad que esa niña le provoca. Rayos, no podía evitar sonreír al verlas mostrarse cariño de esa manera tan tierna... no puedes matarla, ellas se necesitan.

—No es momento para que te pongas sentimental, Rachell.

—Son felices juntas, ya ni siquiera piensa en ti. Bien puedes divorciarte y no creo que haya problema.

— ¿Insinúas que soy insignificante para ella?

—Insinúo que, quiero eso para mí también, esa felicidad que ella siente. Jared, quiero una familia, quiero tener hijos, un hogar, una familia que me ame y yo la ame a ella.

—Rachell— murmura el hombre mientras sujeta el puente de su nariz un tanto irritado—. Nunca antes habías mencionado esto.

—Porque antes solo pensaba en tenerte a ti— dice antes de incorporarse hasta quedar arrodillada sobre el sillón. Viéndolo fijamente—. Antes solo pensaba en lo mucho que te amaba y en no perderte... ahora sé lo que quiero, quiero una familia contigo. Prometiste que te casarías conmigo.

— ¡Y lo haré!— expresa mientras se pone de pie de un salto—. Lo haré... me casaré contigo, cuando todo esto termine.

— ¿Cuando todo termine? ¿¡Y cuándo terminará esto!?— comienza a alterarse—. Llevo años esperándote... no lo haré ni un segundo más.

La Niña Del OrfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora