Capitulo 21

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El hombre de traje camina en círculos por toda la sala de estar, mientras Jared lo sigue con la mirada. Los minutos pasan y comienza a impacientarse, sabe que su mujer llegará en cualquier momento.

—Han pasado, ¿Cuantos años?, ¿cuatro, cinco? Ya ni lo recuerdo. Pero sí recuerdo que tú eras el que no quería volver a verme— comenta el hombre sin dejar de caminar en círculos.

— ¿Qué haces aquí?— repite la pregunta con una expresión nula.

El hombre se detiene al escucharlo, y se gira hacia él. Una sonrisa traviesa se apodera de sus labios formando unos notables hoyuelos en sus mejillas. Avanza hacia Jared, y cuando está frente a él, se pone de puntitas hasta alcanzar su rostro y plantarle un beso en los labios. Jared frunce el ceño mientras lo aparta de sí mismo, sin usar toda su fuerza.

— ¡Ya basta!— exclama con molestia—. Ahora dime qué demonios haces aquí.

—Uff, ¡eres un amargado!— dice en un siseo. Se gira sobre su eje y camina hasta llegar al sillón y sentarse colocando su pierna derecha sobre su rodilla izquierda—. Nuestra madre está muy molesta contigo— fija su mirada en Jared, tamborileando sus dedos sobre el brazo del sofá.

Jared presiona sus manos en puños mientras contiene la respiración, tratando de calmarse. Él ya sabe que su madre está molesta, no necesita que su hermano menor aparezca de la nada a recordárselo.

—Dice que Beatriz la trató muy mal frente a sus invitados, y que tú no hiciste nada— añade arqueando una ceja.

—Ya hablamos sobre eso y Beatriz se disculpó. Ya ha pasado un año, debería superarlo.

—¿En serio crees que eso es algo que se supera?, ¡le faltó el respeto a nuestra amada madre!

—Ni siquiera la quieres, Joseph.

—Tienes razón, odio a esa mujer. Pero, ni aun así permitiría que una cualquiera le falte el respeto— dice sin siquiera cambiar su posición relajada. Tanto su rostro, como su tono de voz demuestran desinterés por el tema.

—Terminemos con esta conversación ahora mismo— ordena Jared, quien, a diferencia del otro, se encuentra muy alterado.

—Sabes...— el menor se pone de pie—. Creo saber lo que pasa, no puedes decirle nada a Beatriz. Después de todo, ella es la dueña de todo esto, incluyéndote.

— ¡Eso es ridículo!— bufa Jared mientras se cruza de brazos.

—Sabes que tengo razón... Jared, cuando hicimos el pacto de casarnos con mujeres millonarias, el convertirnos en sus mucamos no estaba incluido en el paquete.

—Sí, veo quien lo dice...— comenta Jared con ironía—. El único enfermo que se casa con mujeres millonarias y luego les provoca la muerte. A diferencia de ti, Joseph, yo si me enamoré.

— ¿Tan enamorado que engañas a tu esposa?— pregunta con una sonrisa ladina.

Jared abre los ojos de manera exagerada mientras suelta sus brazos, abandonando por completo la posición relajada que apenas había conseguido.

— ¿Cómo diablos...?— su hermano lo interrumpe.

—He estado investigándote un poco, para que veas que no te abandono— dice soltando una risa carente de humor, para luego volver a seriedad—. Mis esposas eran lindas ¿sabes?, la primera era hermosa, pero muy mandona; debía deshacerme de ella. La segunda era igual de bella, y aunque era más sumisa, no podía dejar de lado la promesa que hicimos cuando yo tenía doce y tú veinte, solo nos quedaríamos con su dinero, no con ellas... Pero tú si lo olvidaste cuando te casaste con Beatriz tres años después.

La Niña Del OrfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora