Capítulo 9

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La luz del sol de la mañana se cuela por las ventanas. Beatriz abre los ojos lentamente mientras bosteza. Observa a su alrededor confundida, está en su habitación, pero no recuerda cómo llegó allí.

Frunce el ceño mientras se incorpora en la cama hasta quedar sentada, entonces los recuerdos de la noche anterior la golpean de repente. Se pone de pie tambaleante hasta que al fin consigue equilibrarse y comienza a correr fuera de su habitación hacia la de su hija, sí, su hija, solo pensarlo hace que sienta mariposas en el estómago.

Cuando dobla el pasillo frena en seco al ver a Marcus saliendo de la habitación, se ve agotado, tienes unas horribles bolsas bajo los ojos. Parece no haber dormido en toda la noche.

— ¡Marcus!— lo llama y él levanta la mirada para verla a los ojos.

—Hey... —exclama con suavidad, esbozado una sonrisa cansada—. Despertaste, estaba a punto de ir a buscarte.

—¿Sabes cómo llegué a mi habitación? —pregunta confundida interrumpiéndolo.

Él la observa por cuestión de segundos, tratando de reprimir una pequeña sonrisa mientras se rasca la nuca un tanto nervioso.

—Yo te llevé a la cama... digo... Cuando llegué estabas dormida en el suelo, no podía dejarte ahí—se encoge de hombros esbozando una pequeña sonrisa nerviosa.

—Te lo agradezco, estaba muy preocupada por la salud de la niña, no me atreví dejarla sola—explica viéndolo directamente a los ojos—. Tengo que ir a verla.

Beatriz esboza una pequeña sonrisa de emoción mientras intenta avanzar por el pasillo hacía la habitación. Pero Marcus, quien se encuentra frente a ella, no se aparta para cederle el paso; por el contrario, la detiene sujetándola de los hombros para ganar su atención. Rápidamente lo mira a los ojos en busca de una explicación. La expresión en el rostro del médico hace que su corazón comience a latir muy fuerte al presentir lo peor.

— ¿Q-Que sucede?— cuestiona con preocupación.

Marcus prensa los labios con fuerza y niega con la cabeza. Su mirada refleja tristeza y mucha preocupación al pronunciar las siguientes palabras.

—Es por eso que iba a buscarte Beatriz— habla con suavidad y ella puede notar la tristeza en su voz—. La niña no sobrevivirá, está muy mal de salud. Lo siento.

Ella lo observa con los ojos muy amplios mientras niega con la cabeza lentamente. No puede estar diciendo la verdad, la niña no puede estar tan mal.

Antes de que él pudiera retenerla, ella se zafa de su agarre y lo pasa de lado a toda prisa. Se apresura a correr hacía la habitación para buscarla, entra y con dificultad avanza hacia la cama en donde la niña se encuentra posteada.

La observa fijamente. Está pálida, sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos le dan la imagen de una niña dormida, pero el color pálido que posee la hace parecer un frío cadáver.

—Nena, despierta, cariño... Tú puedes— susurra con la voz temblorosa.

Se inclina sobre el cuerpo frío de la niña con la intención de tomar su mano. Pero una voz la interrumpe.

—Beatriz... No lo resistirá, acabo de revisarla— le informa su amigo con mucha tristeza reflejada en sus facciones.

Un puchero se apodera de sus labios y sus ojos se cristalizan. Toma su pequeña mano entre las suyas y suelta un pequeño jadeo al sentir lo fría que esta se encuentra. Es una verdadera tortura para ella verla en ese estado.

— ¿C-Cuánto?— pregunta refiriéndose al tiempo de vida.

Marcus suspira profundo mientras avanza hacía la cama. Siente pena por ella, es la segunda vez que pasa por esto.

La Niña Del OrfanatoWhere stories live. Discover now