Las lágrimas resbalaron de nuevo por mis mejillas. Me incorporé de un salto, llamando la atención de Azael, que sonreía tristemente mirando la barra, sin embargo, al ver mi rostro empapado de nuevo por las lágrimas, mostró preocupación.

Lo abracé como él había hecho conmigo minutos antes, haciendo que se tensara por mi acto.

—Siento mucho lo que te pasó... — ​sollocé con un hilo de voz con el rostro oculto en su pecho —. No puedo hacer nada para​ revertirlo o hacerte sentir mejor, pero nos tienes a Luzbel y a mí para apoyarte en lo que sea, aunque no sea gran cosa — ​noté su mano sobre mi cabeza, haciendo que lo mirara, viendo una sonrisa real.

—Está bien, no te sientas mal por esta historia — ​intentó quitarle importancia —. Pasó hace muchísimo tiempo, ya casi ni lo recuerdo — ​sabía que era mentira y que muy en el fondo le seguía doliendo y recordando como la primera vez, pero sonreí mientras asentía, haciendo como si creyera aquellas palabras vacías.

—¿Quiénes fueron los otros dos que pasaron por eso? — ​me volví a sentar en mi sitio, limpiándome las lágrimas con la manga de la sudadera de Luzbel.

—¿Cómo sabías que hay otros dos? — cuestionó, frunciendo el ceño.

—Luzbel me contó un poco por encima. Me dijo que los otros dos lo dejaron de hablar porque lo culparon a él de lo que pasó — asintió.

—Es cierto, él estaba presente cuando nos castigaron — ​me sorprendí al escuchar eso —. Vio​ como nos arrancaban las alas mientras que a él no pudieron, y eso que muchos Ángeles lo intentaron — ​se rio, aunque no le duró mucho —. Semyazza y Tamiel lo culparon por no intervenir o por "llevarlos al lado del pecado" — hizo las comillas con los dedos.

—¿Semyazza? Por eso sigue a cargo de Grigori, donde estuve, ¿no? — ​me giré con un poco de disimulo para mirarlo, viendo que estaba hablando con bastante seriedad con Turel.

—Sí. Tamiel en cambio, está en el infierno por intentar matar a Mikael — ​volví mi atención a él.

—¿Mikael fue quien...? — ​asintió, entendiendo la pregunta aún sin terminarla —. ​¿Tú ya no quieres saber nada de tu antiguo grupo? — ​negó con la cabeza.

—De vez en cuando los visito y hablo con Semyazza, suele estar aquí todos los días así que... — suspiró —. ​Preferí alejarme en general de todo para poder olvidarme de lo sucedido, y ahora por lo menos, estoy mejor después de tanto tiempo. Además, me va muy bien con el bar — ​me guiñó un ojo, haciéndome sonreír.

Se quitó el gorro de lana negro, dejando ver su pelo castaño despeinado, se peinó con las manos hacia atrás y se quitó la cazadora negra que llevaba, dejándola en algún lugar tras la barra.

Miré mi pulsera, viendo los símbolos dorados.

—Hola — ​mis ojos fueron a un hombre con un pequeño estuche negro en la mano, el cual apoyó sobre la mesa —. ​Traigo un pedido tuyo, Azael — ​lo miró confundido, al no comprender a lo que se refería —. ​Bueno, me tengo que marchar, si hay algún problema me llamas. Nos vemos — ​se despidió antes de marcharse.

—Yo no he hecho ningún pedido — ​replicó Azael mirando el estuche con desconfianza.

—Luzbel lo hizo — ​dije inclinándome un poco para abrir con cuidado el estuche, dejando ver las navajas que iba hacer.

—¿Son para ti? — ​dijo analizándolas con curiosidad —. ​Supongo que las ha hecho con la espada que robamos al Ángel del otro día — ​asentí.

—Una de ellas era para ti — ​arqueó una de sus perfectas cejas castañas —, ​para que pudieras defenderte en caso de necesitarlo — ​sonreí —. ​También se preocupa por ti ​se rio.

—Es como un hermano sobreprotector — ​me hizo un ademán con la mano para que eligiera primero.

Tomé la que más se parecía a la de Luzbel, aunque la mía tenía otros detalles a aparte de la forma de las alas; en ambos extremos, dos cristales incrustados de diversos colores daban un poco de color a las alas plateadas. Para mi sorpresa, también era muy ligera, así que sería muy fácil de controlar si tuviera que defenderme.

Azael miró detenidamente la que quedó antes de sacarla.

La suya tenía muchos más detalles que la mía y, además, era automática; tenía una decoración dorada, negra y plateada. Comprobó su peso e hizo unos movimientos lentos, supongo que comprobando si era cómoda de usar.

Al final, asintió conforme y sonrió guardándosela en el bolsillo de su pantalón.

—Tendré que agradecérselo a Lucifer cuando vuelva.

—Lo hará...

Cuando vaya a por él. 

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||Where stories live. Discover now