—¿Por qué estás cubierta de pintura azul y roja? — preguntó Luzbel con curiosidad, posicionándose frente a mí de nuevo.

—No me apetece que te vuelvas a reír de nuevo en mi cara, ya he tenido suficiente con el resto, así que, si solo tenías que decirme eso, puedes marcharte — inquirí con desdén sin apartar mi mirada de la carretera.

Sentía una gran necesidad de gritar y llorar de la impotencia que estaba sintiendo, sin embargo, me quedé mirando el asfalto de la carretera con cara de póker y con la inmensa despreocupación que intentaba aparentar, pero mis ojos cristalizados por las lágrimas me delataban mirara quien me mirara.

Me quedé pensando que, tal vez, que un Arcángel intentara matarme, no lo veía tan mal ahora.

Mi vida no podía ir a peor después de todo.

Vi por el rabillo del ojo como Luzbel se marchaba sin decir una palabra. Un pequeño suspiro de alivio escapó de mis labios, apoyé los codos en mis rodillas y oculté mi rostro entre las manos manchadas, derramando algunas lágrimas que ya no podía soportar por más tiempo. La anciana apoyó su mano en mi espalda, aun arriesgándose a que la manchara, dándome unos pequeños golpecitos que intentaban tranquilizarme un poco, hasta que de nuevo visualicé frente a mí aquellas botas militares.

Lo observé con algo de sorpresa, pero enseguida me limpié las lágrimas e intenté aparentar de nuevo algo de normalidad.

—Vamos, te llevo a casa — apuntó a su coche aparcado a un metro de nosotros.

—Iré en bus, pero gracias igualmente por tu buen acto para arreglar el que te hayas reído de mí antes — forcé una sonrisa, aunque fue más una mueca de disgusto.

—Alguien como yo está siendo amable contigo, así que no me jodas y súbete al puto coche — frunció el ceño con molestia.

—Te lo mancharé — busqué una excusa para no subirme.

—Me compro otro — se encogió de hombros con despreocupación antes de hacer un gesto con la cabeza para que lo siguiera; suspiré y me incorporé del asiento.

Abrí la puerta de copiloto y me senté, manchando el asiento al instante, aun así, cerré la puerta con sumo cuidado, ya que el coche valía más de lo que ganaría a lo largo de mis veinte años.

Luzbel se acomodó a mi lado y arrancó con despreocupación.

Mi móvil comenzó a vibrar en repetidas ocasiones, miles de fotografías y vídeos míos estaban compartiéndose por distintas redes sociales, y encima me estaban etiquetando en todos ellos para que viera los comentarios ofensivos. Cada vez me llegaban más notificaciones, dándome cuenta de que iba a llegar a todas las partes de mundo si seguía viralizándose, apagué mi móvil con las manos temblorosas y lo dejé caer entre mis pies, los subí al asiento y abracé mis piernas mientras ocultaba mi rostro entre mis rodillas.

Y me derrumbé. Sin importarme que Luzbel estuviera a mi lado y me pudiera ver tan lamentable de nuevo para que pudiera volver a reírse de mí. Solo sentía la necesidad de desahogarme, ya que no podía hacer otra cosa que llorar ahora mismo. No tenía apoyo familiar, ni amigos en los que respaldarme y, no importaba las veces que fuera alguien a quejarse de Samantha al director porque acababan ignorándote.

Era insoportable ir a la universidad con gente tan hipócrita y demente.

Al cabo de unos minutos, tras tranquilizarme, levanté la cabeza al darme cuenta de que no estaba sola, aunque lo parecía, ya que Luzbel no había dicho ni una sola palabra en ningún momento. Estábamos dando vueltas por la zona, o más bien Luzbel, que conducía con una mano mientras que con la otra tenía su codo entre la ventanilla y la puerta; su mano estaba sosteniendo su cabeza ladeada. Al percatarse de mi mirada, me observó de reojo durante un instante antes de volver su atención a la carretera.

Lucifer (1° Parte) || En Físico ||जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें