—¡Y tenía razón! —Bruce lanzó el primer golpe con la botella.

Víctor lo esquivó y miró detrás de él. Steve se quitaba a sus hombres con una facilidad apabullante y se acercaba a ellos con rapidez.

—Maldita sea—dijo entre dientes—. No tengo tiempo para esto.

Levantó la mano y Bruce fue despedido hacia atrás, como si tuviera un cable tirando de él. Víctor pretendía estrellarlo contra la pared más cercana, pero, como todo en ese día, la jugada no le salió como esperaba. Stephen Strange intervino, detuvo el vuelo del doctor y lo dejó en el suelo suavemente. Víctor maldijo una vez más.

—Dr. Banner—dijo Strange al tiempo que se ponía entre él y Víctor—, llévese a Stark.

Bruce, aún molesto, pero cuya sorpresa de verse en el aire inexplicablemente había bajado su ira, asintió. Sharon parecía una estatua, no sabía qué hacer, sólo podía ver a Steve y a sus amigos eliminar enemigos, uno tras otro, como en un sueño. Bruce le sacudió de un brazo y tiró de ella, arreándola hasta la puerta de entrada.

—Apártate, Strange—ordenó von Doom.

—Dr. Strange para ti—dijo Stephen—, mejor aún, Supremo.

Víctor apretó los puños.

—Sí, ¿y qué más? ¿Una reverencia?

Stephen se encogió de hombros.

—Podría ser, veamos hasta donde llegan las negociaciones.

Víctor negó con la cabeza, por supuesto que él no iba a negociar.

—Sus marcas blancas no servirán de mucho, cuando acabe con usted... Supremo—dijo con ironía.

Stephen levantó el brazo con dos dedos frente a él.

Pasos más allá, Vanko ladeó el rostro. Al caer se había golpeado la cabeza, así que había quedado fuera de combate por un corto periodo de tiempo, aturdido. Pero ahora, y a pesar del desorden que le rodeaba alcanzó a ver a Bruce y a Tony acercándose a la puerta, esquivando de vez en vez a un agente de SHIELD o a un hombre de von Doom.

Fue Bucky quien se dio cuenta del movimiento que hizo, que fue incorporarse,  levantar su arma y apuntar hacia ellos.

—¡Steve! —gritó al tiempo que se quitaba de encima a un enemigo—¡Vanko!

Éste volteó a ver al ruso, vio la misma luz blanca que había repelido acumularse en el cañón del arma e intentó correr en dirección a Sharon. No fue el único que escuchó el llamado, von Doom también se distrajo de su pelea particular y viró hacia allá.

Y todo sucedió, de nuevo, como en un tiempo suspendido, como en cámara lenta. Esta vez no había escudo que protegiera a Tony/Sharon ni a Bruce. Está vez, nada se cruzaría en su camino... nada. Excepto un golpe de suerte o en su defecto, un rayo de luz más potente, una descarga eléctrica que entró a la habitación con gran estruendo derribando a varios de los hombres de von Doom. Seguido de un martillo que cayó contra el mismo Vanko y lo derribó, está vez, severamente herido contra el suelo.

Steve sonrió al ver a su gran amigo de pie, en medio de la sala, con el rostro adusto y la mirada severa. Una mirada que se suavizó al verlo.

—¡Amigo Rogers! —dijo Thor levantando su martillo a modo de saludo y sonriendo de oreja a oreja—. Lamento llegar tarde. Me perdí en el subterráneo.

Steve sacudió la cabeza.

—Llegas a tiempo, Thor.

Hubo un pequeño descanso entonces, un instante de perplejidad para todos. La gran entrada de aquel hombre los había sacado de su centro. Fue un instante, uno en el que von Doom vio una pequeña oportunidad. Tony estaba en la puerta junto con Banner que ya tiraba de él y estaba con medio cuerpo fuera del salón; y a unos pasos, el capitán Rogers, de espaldas a él, el blanco perfecto. Si Vanko no había hecho su trabajo, él lo haría.

El inesperado despertar a tu ladoWhere stories live. Discover now