Capítulo 1

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Vale. Definitivamente esto debe ser una broma. No. En realidad tiene que serlo.

El maldito profesor de gimnasia quiere mi bendito puño en su regordeta cara. Oh, y estoy a segundos de hacerlo.

—Vamos lentes andantes, sube por la maldita cuerda.

Está sentado en su silla armable de color marrón, mientras estamos todos sentados en círculos alrededor de la ya mencionada cuerda. Se supone que deberían hacerlo los que no quieren tomar la prueba de los diez kilómetros. Y como saben —bueno— como deberían suponer, el maestro no ha pedido voluntarios, ¡llamó inmediatamente al imbécil de Kyle! Es que sabe que es el más débil, intentó decir que tomaría la prueba pero el entrenador se negó. Sé que busca diversión en verlo intentar subir la gruesa cuerda frente a todos.

—Es obvio que no lo hará, es un marica.

Suelta Ash, uno de los chicos tontos de la clase que no tenían cerebro pero sí esteroides para llenar los vacíos que estaban en sus cuerpos. Lo miré mal y evitó mi mirada incómodo, me levanto cuando Kyle pone su mano en la cuerda, claramente visualizando la caída antes de que suceda y estoy segura de que quiere acabar con todo lo antes posible. Le tomo del hombro.

—Es sólo para los que quieren idiota, no tienes que hacerlo si no quieres.

—Tiene qué —suelta el entrenador poniéndose frente a nosotros cruzando los brazos sobre su pecho, levanto mi barbilla y este ni se inmuta, parece ser el único en poder mantener mi mirada —. Deja que Morrison se haga un hombre, deja de meterte Whitman, o tendrás que subirla también.

—Él no se ha ofrecido, hasta donde sé, es algo que uno prueba. No. Es. Obligatorio.

—Oh, claro que lo es. No dejaré que se pase la prueba de los diez kilómetros mientras tú lo arrastras a la meta. Eso debería llamarse trampa.

—El reglamento no lo impide.

—Por eso él hará esto. Y tú te sentarás calladita a esperar y mirarás al igual que todos.

—Déjalo, lo haré —Kyle me mira desde abajo con sus pequeños ojos tras sus lentes, son azules con un toque de negro profundo. Intento no derretirme y su sonrisa me mata, se va a quitar los lentes y es cuando lo detengo —. ¿Qué...?

—La subiré yo.

Todo se queda en silencio, y entonces la carcajada de todos suena en el gimnasio, incluida la del entrenador.

—Oh, vamos Whitman —parece divertirle la situación y los chicos me miran con burla, no me retracto y sigue sonriendo —. Es una cuerda que sólo los chicos pueden subir. Calla y ve a sentarte antes de que cambie de parecer y debas hacerlo también.

—La subiré por Morrison. Y no correrá los diez kilómetros.

—¿En serio crees que te dejaré hacerlo? Siéntate.

—Oh, entiendo —me cruzo de brazos mirándolo con burla, su ceño se frunce —. No quiere que vean que está equivocado. Que una chica puede subir esto.

Señalo la cuerda y mi pecho salta cuando siento una mano pequeña tomar la mía, Kyle me mira molesto también.

—Basta. Puedo hacerlo. Deja de...

—Bien —suelta el entrenador con molestia pero sonriendo —. Inténtalo, prueba que me equivoco. Pero si no lo logras. Tú y Morrison reprueban. ¿Hecho?

Kyle me mira y niega pero levanto mi mano soltándome de su agarre.

—Hecho. Largo Morrison. Dame espacio.

Mi pequeño chico torpeTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang