Capítulo 30

719 56 49
                                    

—También me gustas, Anne Whitman.

—Anne.

—También me gustas, Anne Whitman.

—Oye, Anne.

—También me gustas, Anne Whitman.

—¡Anne Whitman te estoy hablando! —me sobresalto cuando oigo las palabras de mamá, parpadeo, es de mañana, miro mi desayuno sin tocar —. ¿Qué no ves que si no comes pronto no llegarás a tiempo a clases? Desayuna de una vez.

—Ah, sí sí —asiento, muerdo mis labios cuando el móvil en mi bolsillo vibra y me levanto mientras me tomo de un sólo trago el jugo —. Me tengo que ir.

—¿Qué? Ni siquiera has terminado tu tostada —me reprocha mamá, Leyla suelta una carcajada —. ¿Qué es tan gracioso?

—Mamá, ella no necesita comida, ya se alimenta de... amor —se ríe y mamá me mira con ojos muy abiertos —, ¿cierto, Anne?

—¿Qué significa...?

—No hay tiempo, ¡me voy! —salgo de casa mientras oigo sus reproches, cuando paso la puerta principal me detengo de golpe, hay una familiar silueta, mi corazón late con fuerza y trago sintiendo que mis piernas tiemblan —. Hey...

Se vuelve, acomodando sus lentes, con una enorme sonrisa —. Hey.

—Pensé que era broma lo de que ibas a madrugar —finjo reír mientras abro la pequeña puerta, hago fuerza de más para que no se note que me está temblando la mano —. Quién diría que...

—No bromearía sobre eso —me tiende la mano —. Creo que vamos a buen tiempo, pero es mejor irnos ya, ¿sí? —miro su mano asintiendo, ¿qué significa? ¿Un saludo? ¿Quiere que choquemos los cinco? Esa es una extraña posición para hacerlo, lo miro con duda —¿Está todo bien? —me mira con curiosidad.

—Ah, sí, tendremos que apresurarnos y... —miro su mano —. Porque si llegamos tarde nos va a castigar el conserje. Andando.

Me adelanto y luego maldigo en mi interior cerrando los ojos con fuerza, ¿y si mi extraña actitud hace que me odie? ¿Por qué ahora esto parece algo de vida o muerte? ¿Por qué cada cosa parece que va a ser razón suficiente para que...?

—Tienes razón, es tarde... Es mejor si corremos —toma mi mano y corre tirando de mí, una sonrisa ilumina su rostro cuando me mira —. Tiraré de ti, ¡recuerda que aún no puedes superarme!

Avanzamos, su mano aprieta la mía y siento que el ruido que hace mi corazón es superior a los pasos que damos con rapidez sobre el pavimento, y siento el calor subir a mi cara sólo con sentir su mano, cierro los ojos con fuerza deseando que no sienta lo mucho que tiembla mi cuerpo a su toque. La mochila rebota en mi espalda y él se vuelve a verme con una sonrisa amplia, sus mejillas están algo sonrojadas y siento un nudo en el centro del estómago, las mariposas de antes de pronto se han convertido en un remolino.

Cuando llegamos a la entrada aún hay estudiantes entrando y frenamos un poco, nuestras respiraciones están agitadas, sus ojos me buscan.

—¿Ves? A mi ritmo no hay manera de llegar tarde —habla orgulloso —. ¿No estás feliz de que tu novio sea alguien tan confiable?

Siento el calor subir a mi cara, intento aclarar mi garganta pero suena como un quejido así que sólo asiento desviando mi mirada, intento quitar mi mano de la suya para avanzar pero la regresa de un tirón suave y lo miro nuevamente.

—¿Qué pasa? Tenemos que... —él está algo rojo, ¿es por el trote que dimos? —. ¿Morrison?

—Quiero caminar contigo de la mano, ¿me dejas hacerlo? —me mira con duda —. Si no quieres yo...

Mi pequeño chico torpeOnde as histórias ganham vida. Descobre agora