Detuvo la reproducción del vídeo y se recostó en el sofá con la cara hacia el techo. Quién diría que el amor era así de complicado, reflexionó, querer y, al mismo tiempo, no, algo, era la sensación más desconcertante del mundo. De nada le servían sus doctorados, mucho menos su IQ, ya ni hablar de su filantropía o su billonaria cuenta de banco. Nada funcionaba contra los sentimientos. Contra el amor no se podía ganar.

—Jarvis, ¿sabías todo esto acerca del amor? —preguntó.

Lo siento, señor. Mi programación no incluye tal información.

—No, yo lo siento, Jarv—dijo Tony cubriéndose con la manta hasta la barbilla—. No tenía ese conocimiento, entonces.

***

—¡Tony, no!

Pepper sacudió la cabeza al tiempo que se ponía de pie. Strange, sentado a su lado, la miró de reojo mientras le daba un sorbo a su taza de té.

—Es la única solución que tengo—se defendió, Tony.

—¡Pero casarte con ella...Tony, es suicidio!

Tony suspiró, ya sabía que Pepper lo reprendería por la decisión que había tomado, por eso había retrasado un poco el decírselo; pero, con todo, no pensaba claudicar. Se reacomodó en el sofá y se echó a la boca un puño de moras deshidratadas, aparentemente, aquella era una maña remanente de su vida anterior. A pesar de la hora seguía en pijama y no tenía ganas de hacer nada. Además, debía sumarle a todo eso el extraño fenómeno que sufría, muy probablemente psicológico, pues aún se sentía embarazado, aunque ni siquiera estuviera seguro de haberlo estado en el cuerpo de Sharon: tenía sueño, antojos y vómitos mañaneros. Por ello, para que lo revisara, Pepper había arrastrado a su novio hasta ahí.

—Necesito hacerlo—dijo el ingeniero con cara de fastidio.

—No, Tony, no necesitas hacerlo.

—Es la única manera que tengo de apartar a Sharon de Steve—insistió.

Pepper sacudió la cabeza, cruzó la sala, se sentó a su lado y le tomó la mano.

—Lo único que tienes que hacer para apartar a Steve de esa mujer para siempre es diciéndole la verdad. Que eres Tony, su Tony, aquel del que se enamoró. Él lo sabe, Tony, sabe que no eres Sharon, quizás hasta puede sospechar que no eres mujer.

—Piensa que soy un ángel, Pepper. Así de inocente y torpe es.

—Y así lo adoras. Tony, mereces ser feliz, él también, claro; pero sobre todo, se merecen uno al otro.

Tony le miró con crecientes ganas de llorar.

—No, Pepper. Escucha. Incluso si dijera la verdad, incluso si Steve me aceptara, es el ahora lo que importa. Steve está en una misión y yo estoy aquí. Ninguno de los dos estamos en una posición adecuada para proteger a nuestro hijo. Steve ni siquiera lo sabe...

—¡Tú tampoco!

—¡No voy a arriesgarme! Y si lo ves por otro lado, Pepp, eso también me da tiempo para decidir qué hacer.

Pepper suspiró y negó de nuevo.

—No estoy de acuerdo.

—Sólo haz el contrato—insistió Tony—, confía en mí.

Se hizo una pausa que aprovechó Jarvis para abrir un paréntesis.

Señor, de nuevo, una llamada de SHIELD—anunció.

SHIELD había estado llamado desde la noche anterior. Pero Tony no tenía cabeza para pensar en negocios o en algo relacionado con el proyecto que les había vendido. Su única preocupación era resolver el asunto de Sharon.

El inesperado despertar a tu ladoWhere stories live. Discover now