Capítulo 39

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“Estoy hambrienta de tu toque. Sola…y el tiempo pasa…tan lentamente…y el tiempo puede hacer tanto…” (Unchained Melody, “Ghost”.)

Mientras ella le cantaba, levantó su mano y acarició su mejilla. Él sabía que no eran sus palabras, pero la forma en que las cantaba... se sentía como si lo fueran y llegaban a una parte de él a la que nadie había llegado antes. Decían exactamente lo que ella significaba para él. Y por qué había conocido un nuevo tipo de infierno.

No era el dolor físico de la crueldad de Azura o Noir. Era vivir una vida sin encontrar la belleza. Vivir una vida sin risas ni diversión. Una vida sin _____.

Ella yacía ahí, mirándolo mientras sus emociones se mostraban en su rostro. En ese momento ella supo lo que él quería decirle y no podía. Y estaba bien, porque ella no necesitaba palabras. Ella podía verlo claramente en la forma en la que la miraba como si estuviera aterrado de que fuera un sueño y al mismo tiempo con tanto hambre por ella que su clara mirada la quemaba.

Tomando su mano en la de ella, ella le hizo cerrar los dos dedos del medio, y estirar el pulgar, el índice y el meñique para que los mantuviera rectos.

“¿Qué es esto?” le preguntó tranquilamente.

“Lo que no me estás diciendo y aun así puedo escucharlo.” Ella le besó los dedos y presionó su mano contra la de él. Guillermo miró a sus manos combinadas que extrañamente le recordaban dos mitades de un corazón que formaban uno cuando se juntaban.

Ella tenía razón. Era exactamente como se sentía cuando estaba con ella.

Su sonrisa iluminaba la parte más oscura de él mientras enterraba sus manos en su cabello y atraía sus labios a los propios. “Nunca más voy a dejarte solo, Guillermo,” ella susurró antes de besarlo. “Te lo prometo. No a menos que tú lo quieras.”

Y eso era algo que nunca querría. ¿Cómo podía querer alejarla?

Pero mientras ella lo cegaba con el éxtasis que le provocaban sus caricias, él no podía sacarse de encima el presentimiento de que esto no iba a durar.

¿Cómo podía durar?

Él había sido condenado por su propio padre, y expulsado por su madre. Aun así, él quería creer en su promesa.

Si sólo pudiera. Y aun así, en lo profundo de su mente quedaba la amarga duda sobre si todo esto era temporal.

Él bajó su cabeza para volver a probarla. Justo cuando sus labios se tocaron, una agonía inimaginable se propagó por su cuerpo entero. Antes de que pudiera hacer nada, su cuerpo fue levantado de la cama y arrojado contra la pared.

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Where stories live. Discover now