Capítulo 36

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Él pánico lo invadió al no saber lo que ella quería hacer. “¿Qué hice para que no estés contenta?”

Ella apoyó su cabeza contra su pecho, e hizo un gesto de negación. Luego lo miró a los ojos para que él pudiera ver la sinceridad en sus ojos. “Bebé, esto no tiene nada que ver con un castigo. Tiene que ver con el placer. Tu placer. Créeme.”

Ella seguía diciendo eso.

¿Se atrevería a confiar?

Tratando de hacerla feliz, se forzó a soportar lo que ella estaba haciendo aunque lo aterrara.

Una vez que terminó de atarlo de pies y manos, ella dudó. “¿Estás bien?”

Él no estaba seguro. Odiaba este sentimiento de vulnerabilidad. De estar a merced de alguien. Pero le había hecho una promesa.

“Creo que sí,” le mintió.

Ella entrecerró los ojos, mirándolo como si sintiera que no estaba siendo honesto. “Confiá. En. Mí. Realmente te va a gustar.” Y habiendo dicho eso, le vendó los ojos.

Guillermo contuvo el aliento mientras temía por lo que ella le iba a hacer ahora que no podía protegerse.

Hasta que sintió su largo y suave cabello sobre su pecho. Tan liviano, provocaba su piel como el beso de una mariposa. Sus ojos rodaron hacia atrás mientras ella ligeramente lo tocaba con su cabello. No había dolor en su toque. Sólo dulce tortura.

Lentamente, provocándolo, ella comenzó a besarlo nuevamente. Primero sus labios, luego su cuello y orejas. Las cuales lamió y luego sopló sobre ellas mientras el cuerpo de Guillermo se encendía con sus acciones.

Sus pechos desnudos estaban apretados contra su piel, mientras ella se deslizó hacia abajo sobre su cuerpo, mordisqueando su piel durante todo el trayecto.

Bien. Esto era muy bueno.

En realidad, era más que bueno. Cualquier momento que _____ quisiera atarlo y torturarlo de esta forma, él sería voluntariamente su esclavo.

Luego sintió su tibio aliento en su pene. Él se tensó involuntariamente.

Los dedos de _____ comenzaron a bailar sobre la punta de su pene, hasta que él comenzó a gotear por sus caricias. Con la respiración entrecortada, él se mordió el labio mientras el placer lo consumió. Lenta y fácilmente, ella frotó su humedad sobre el largo de su pene hasta llegar a su cabello, en el centro de su cuerpo, con los que jugó.

Sus uñas los rozaban ligeramente, y luego ella deslizó su mano hasta tomarlo en la caricia más dulce que él había sentido jamás.

Arqueando su espalda, él gruñó ante lo bien que se sentía.

Y luego sintió algo mucho mejor.

Ella lo tomó en su boca y lo lamió hasta que pensó que iba a morirse de placer. Más que eso, también escuchó sus gemidos de placer. Ella realmente disfrutaba probándolo. Él no podía creerlo.

Nadie le había hecho eso anteriormente. Nadie. Él trató de contenerse para poder complacerla también. Pero ella era insaciable con su boca, lengua, y mano mientras lo lamía, succionaba, y acariciaba cada centímetro.

Antes de poder detenerse, acabó.

Aun así, ella no se alejó. Sino que continuó probándolo y dándole placer hasta que succionó el último espasmo de cuerpo satisfecho.

Recién en ese momento lo dejó ir. Con una mano suave, ella le quitó la venda de los ojos y le sonrió.

“¿Sigues vivo, bebé?”

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Where stories live. Discover now