Capítulo 17

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Guillermo miró a _____ en un estado de completa y total sorpresa mientras su imagen le envió un fuego que calentó a cada parte de su cuerpo. Y ese calor se concentró en su entrepierna.
¿Por qué le di ese vestido? ¿Por qué tuvo que elegirlo?
Escotado, color rojo oscuro, abrazaba sus curvas de una forma que debería ser ilegal. Más que eso, el color resaltaba el dorado en sus ojos, haciéndolos más vibrantes.
Como si ella necesitara eso.
Su pene se hinchó contra las placas de metal al punto de que le causó dolor. Perverso y terrible dolor.
Pero ni siquiera era suficiente para distraerlo del profundo escote que mostraba el borde de sus pechos.
Pechos con pezones que estaban duros y se marcaban en el sedoso material. Él podía ver completamente su contorno. Se le secó la garganta mientras se le hacía agua la boca por probarlos.
Él se puso de pie.
_____ dudó al sentir el peso de su fría mirada en cada parte de su cuerpo. La forma en que la miraba...
Era aterradora…
“¿Hice algo malo?”
Cuando no le contestó al instante, ella comenzó a sentir pánico.
Finalmente, después de un largo minuto, pestañó.
“No, para nada.” Él levantó su libro y lo apoyó en el escritorio. “Yo…eh…vi esa ropa anoche en la computadora. No estaba seguro si era el talle correcto o no.”
“No sé cómo lo hiciste, pero todos me quedan perfectamente.” Como si hubieran sido hechos especialmente para ella. “Gracias.”
Aun así, a ella no le gustaba ni un poquito que hubiera vuelto a ponerse la armadura y el maquillaje
Ella extrañaba a la otra imagen del Guardián.
Esta imagen del Guardián era… Temible como para salir corriendo. Y si bien era difícil leer sus emociones sin su maquillaje, era diez veces más complicado, con esas líneas rojas y negras que mantenían su cara en un gruñido perpetuo.
Con sus extremos cambios de humor, a ella no le gustaba estar sin las pistas que le daban sus gestos.
Con cara de piedra, se alejó del escritorio para que ella pudiera ver la bandeja que estaba esperando por ella.
Una con panqueques de banana, magdalenas, huevos, panceta, y jugo. Su estómago gruñó ante la abundancia.
"Espero que esto quiera decir que estás planeando desayunar conmigo."
Él negó con la cabeza.
_____ se sentó y tomó el plato vacío
"¿Comes alguna vez?"
"A veces." Había un tono peculiar en su voz que le dijo que procediera con cautela.
"¿Pero consumes comida para nutrirte, no?
Sus ojos brillaron con rabia. "No como bebés ni tomo sangre si eso es lo que estás implicando."
Ella levantó sus manos en señal de tregua. "Ni siquiera se me cruzó por la cabeza. ¿Por qué estás tan a la defensiva?"
Esa vena familiar comenzó a latir en su cuello. "Estoy cansado de que me acusen de cosas que no soy. De hacer cosas que nunca hice."
Ella podía entender eso. A nadie le gustaba ser prejuzgado, aunque ayudaría si no se viera tan terrorífico.
"No te estoy acusando de nada. Solamente tenía curiosidad de ti. No comes. No duermes. ¿Cómo te mantenéis vivo?"
Cuando habló, su voz era plana y estaba carente de emoción. "No muero."
Su respuesta la confundió. "¿Qué?"
Él desvió la mirada mientras caminaba por el mismo lugar que ella lo había hecho en su primera noche.
"No es que viva, sino más bien que no puedo morir. Así que no importa si como o duermo. Mi cuerpo continúa funcionando sin ninguna de las dos cosas."
"¿Naciste inmortal?"
"Aparentemente. De otra forma no habría elegido esta existencia."
Sí, ella podía creer eso. ¿Quién querría vivir en este lugar? Aunque fuera el precio por la inmortalidad, no lo valía. Ella también era inmortal. Un regalo de su padre. Era algo de lo que no se había dado cuenta hasta que notó que vivía más que la mayoría de los Were‐Hunters.
Y, como el Guardián, nunca había aparentado más que veinticinco. "¿Cuándo te diste cuenta que eras inmortal?"
"Cuando tenía siete años."
Ella roció sus panqueques con jarabe y saboreó su apetitoso aroma. "¿Qué pasó? ¿Te enfermaste o tuviste un accidente?"
La angustia en sus ojos le rompió el corazón. "Tengo cosas que hacer. Vuelvo cuando pueda. Si me necesitas, llámame y voy a escucharte."
_____ suspiró mientras él se desvanecía. Él era un misterio para ella. Y su amabilidad contrastaba con la crueldad de la que ella sabía que él era capaz. Ella acercó la laptop y la prendió para ver si Solin le había respondido.
Ella sonrió al momento en que vio su e‐mail en su bandeja de entrada. Él le había escrito en el idioma griego que había aprendido cuando era chica.
Mi bien más preciado:
No te voy a dejar en ese lugar. Sé fuerte por mí, yo te voy a liberar tan pronto como pueda. Te amo más que a nada y te juro que voy a ir a buscarte sin importar las consecuencias.
Ella tocó las palabras en la pantalla, agradecida más que nunca de tenerlo en su vida. No había nada que ella no haría por él.
Pronto estaría de vuelta en casa.
Y el Guardián quedaría atrapado en este lugar...
Solo.

* * *

Guillermo se quedó en su puesto, el cuál era tres pasos detrás de Noir, mientras el antiguo hijo de perra hacía sus rondas con los prisioneros que Noir mantenía encadenados en las fosas más profundas de su castillo dorado. Por ahora, la atención de su amo estaba enfocada en los prisioneros y no en él.
Pero ¿Cuánto tiempo duraría?
Como si él hubiera escuchado su pregunta, Noir lo miró sobre su hombro. "¿Cómo va tu misión, gusano?"
"Estoy cerca de conseguirla, mi lord. Por supuesto sería más fácil de encontrar si pudiera salir de este reino, y..."
Noir interrumpió sus palabras con un cachetazo.
"Sabes que no podéis pedirme eso."
Guillermo se limpió la sangre que caía por su mentón mientras usaba su lengua para ver si había perdido algún diente del golpe. Aunque se le habían aflojado varios de ellos, todavía los tenía a todos.
Y _____ quería saber por qué él no comía... era difícil masticar cuando su boca y garganta tenían daños permanentes. Morder cualquier cosa, incluso algo tan suave y blando como una banana, le dolía demasiado.
Sin mencionar que los jugos y las especias iban derecho a los cortes en sus labios y hasta la parte más delicada de su garganta y sus encías‐ algo que hacía que le dolieran de la peor forma.
Los dolores por el incesante hambre y la sed eran mucho más fáciles de soportar que todo lo otro.
“Perdóneme amo.” 
Noir se burló de él. “No hay perdón para algo tan patético y estúpido como tú. Con razón tu padre se rehusó a reclamarte. Si yo hubiera sido él, te habría abandonado a tu muerte también.”
Guillermo no dijo nada mientras Noir seguía con su sermón contra él. Era una letanía que escuchaba tan seguido que se le repetía una y otra vez en su cabeza incluso cuando Noir no estaba cerca.
Pero esta vez, él pensó en _____ en su cama y esa imagen borró el dolor que le causaban las palabras de Noir. El dolor de su siguiente golpe.
¿Estaría leyendo en este momento? ¿O quizás escuchando su música mientras…navegaba, esa era la palabra, internet?
Estaba tan enfocado en su comodidad, que no vio a Noir detenerse frente a la puerta de una de las cámaras que usaba para interrogatorios.
Noir lo agarró del cuello en un movimiento tan poderoso que lo hizo caer de rodillas inmediatamente.
Guillermo se arrodilló frente a él, casi sin poder respirar. Su visión se nubló.
No pierdas el conocimiento. Si lo hacía Noir podría arrastrarlo nuevamente a uno de estos cuartos. Él pánico hizo que su corazón latiera a mil por hora. No podría soportar otro minuto atado a una de estas mesas.
No sería capaz.
“¿Me estás prestando atención, perro?”
Antes de que pudiera responder, una alarma sonó. Noir lo soltó, y finalmente pudo ingresar aire en sus pulmones.
“¡Convoca a mi legión! Tenemos intrusos.”
Tosiendo y respirando con dificultad, Guillermo se levantó y desobedeció a su líder para ir a su habitación, y asegurarse que _____ estuviera a salvo. Él tenía un mal presentimiento sobre quién estaba en este lugar y qué quería. 
Seguramente Solin no habría podido juntar un ejército tan rápido. ¿Pero y si ese era el caso?
Él no volvería a ver a _____. Ese pensamiento lo lastimó más que las palizas de Noir, se sentía como si alguien le estuviera cortando el corazón en pedazos.
Guillermo.
Ella no estaba allí.
No…
Por primera vez desde que estuvo en el desierto rogando poder morir, él quería llorar del dolor. Pero luego de materializarse completamente en la habitación ella salió de entre las sombras con el cuchillo del desayuno en su puño.
La alegría y el alivio de verla lo sobrepasaron. Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, la tomó en sus brazos y la sostuvo contra él.
_____ estaba completamente sorprendida al encontrarse aplastada contra sus placas de metal. La única persona que la había abrazado de esta manera había sido Solin. Como si fuera lo más preciado en el mundo para él.
Si ella no lo conociera mejor, juraría que sintió al Guardián temblar mientras la abrazaba. Tenía una mano sosteniendo su cabeza y la otra alrededor de su cintura, tan fuerte que no podía respirar. Ella era tan pequeña al lado de él que su cabeza solo le llegaba a la mitad del pecho.
“Me…estás…aplastando.” Sus palabras salieron en jadeos desesperados.
Él intensificó su apretón antes de soltarla y dar un paso hacia atrás. Él pánico era evidente en su mirada mientras se inclinó sobre ella para inspeccionarla en caso de que tuviera alguna herida. “¿Estás bien?”
Guau, realmente estaba preocupado.
Por ella
“Sí. ¿Qué está pasando?”
Él finalmente se dio cuenta de que todavía la estaba tocando. Al momento dio otro paso hacia atrás.
“Alguien nos está atacando.”

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Where stories live. Discover now