Capítulo 25

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Preparándose para lo peor, ella caminó lentamente por la habitación.

Su respiración era tan superficial, que apenas podía ver a su pecho moverse. Su piel tenía un tono ceniciento y estaba cubierta por una fina capa de transpiración. La cuál hacía que el pájaro en su cuello brillara, recordándole cómo había obtenido ese tatuaje.

Ella se tragó el sollozo por el dolor en su vida, deseando que pudiera hacer que lo olvidara.

Él yacía con sus largas piernas estiradas y un brazo sobre su pecho, justo sobre…

Ella se congeló del horror. “Ay Dios,” susurró cuando finalmente vio lo que Jaden le había advertido.

Nunca, durante toda su vida había visto una herida tan grave. Parecía como si una espada hubiera atravesado su estómago, justo arriba de su cadera, y debajo de la última costilla, deteniéndose justo al encontrarse con su columna vertebral.

¿Cómo podía seguir vivo? ¿Cómo? Desafiaba cualquier tipo de explicación lógica y ella no podía imaginarse lo doloroso que debía ser.

Peor, encima él estaba consciente. Contra todas las probabilidades y contra la razón. Sus ojos estaban apenas abiertos, pero brillaron con agonía al darse vuelta para mirarla.

Su respiración se volvió dificultosa mientras la miraba con el ceño fruncido, gesto que parecía mezclarse con la pintura en su rostro. ¿Cómo podía soportarlo sin gritar? ¿Cómo? Pero entonces ella lo supo.

Él estaba acostumbrado al dolor.

Era todo lo que él conocía.

Ella quería gritar por él, por lo que le habían hecho. No tenía sentido. Maldijo a todos por ello. ¿Por qué no había nadie que lo ayudara? ¿Alguien que le aliviara el dolor?

Pero entonces ella también supo esa respuesta.

A nadie le importaba. A nadie excepto a ella.

Tomando su mano llena de sangre, ella se arrodilló en el piso a su lado. Lo último que quería era mover la cama y causarle más dolor.

“¿Qué pasó?”

Su agarre se aflojó mientras tragaba. Él no le contestó la pregunta. Con su mirada fija en la de ella, le habló a Jaden, quien estaba parado a su izquierda. “Le voy a devolver los poderes. Necesito que la saques de este lugar, la mandes a su propio mundo.”

_____ negó con la cabeza. “No me voy a ir mientras estés en este estado.”

Su mirada se intensificó. “Tenéis que hacerlo, y tenéis que irte ahora.”

“No, yo…”

“Escuchame, _____.” Él se tensó e hizo una mueca mientras el dolor lo atravesaba. Por varios segundos él jadeó por el peso del mismo. Luego su agarre se relajó y abrió sus ojos nuevamente. “No fui atacado. Yo… yo fui torturado.”

Le llevó varios latidos registrar lo que le estaba diciendo. Pero no tenía sentido. “¿Por qué?”

Él transpiró como si el sólo hablar le costara demasiado. “Los Dioses Griegos te están buscando. No para llevarte a tu casa. Los enviaron aquí para matarte.”

La mandíbula se le cayó al piso mientras la incredulidad le pegó con fuerza. “¿Qué?”

“Él está diciendo la verdad,” le dijo Jaden, que estaba detrás de ella. “Lo encontré atornillado a la pared. Parecía como si hubieran pasado toda la noche, tratando de forzarlo para que los llevara donde vos estabas.”

Guillermo tosió sangre, algo que hizo que el resto de su cuerpo sangrara todavía más. Lágrimas de dolor se juntaron en sus ojos verdosos. “No les dije nada. Pero saben que estás en este reino. Es por lo que penetraron en mi cuarto. De alguna forma se dieron cuenta de que estabas acá.” Él tuvo que hacer una pausa para recuperar el aliento. “Jaden te tenía escudada en su habitación anoche, por eso no pudieron localizarte.”

Sus palabras la dejaron helada. Nada de eso tenía sentido. “¿Por qué querrían matarme?” ¿Qué les habría hecho? Ella se había mantenido alejada de los Dioses Griegos a propósito.

“No lo dijeron. Pero tenéis que irte y esconderte de ellos. No van a parar hasta que estés muerta.” Él levantó la mano de _____ hacia sus labios ensangrentados y besó sus nudillos. En el momento en que sus labios tocaron su piel, ella sintió un escalofrío recorrerla mientras él restauraba todos sus poderes.

Cuando él dejó ir su mano, la sangre se había ido de su piel. “Vete.”

Cuando ella no se quiso mover, él miró hacia donde estaba Jaden. “Llévatela de este lugar.”

Jaden asintió, luego la llevó a una esquina, fuera de la línea de visión de Guillermo. Antes de irse, él se inclinó sobre ella y susurró en su oído. “Hay algo que deberías saber.”

“¿Qué?”

“Él podría haber detenido su tortura en cualquier momento si les hubiera dicho dónde encontrarte. La única razón por que se detuvieron fue porque su relevo de la mañana vio que eran Dioses Griegos y no la gente de Thorn la que lo atacaba y llamó refuerzos. De otra forma, él todavía estaría en esa pared…protegiéndote.”

Con su cuerpo y sangre.

Su corazón se rompió en mil pedazos al escuchar esas palabras. Guillermo no creía en proteger a nadie excepto a sí mismo. ¿Cuántas veces se lo había dicho? Aun así, ahí yacía, hecho pedazos por ella.

¿Cómo podía dejarlo atrás?

“¿Podéis hacer algo para curarlo?”

Jaden negó con la cabeza. “No tengo esos poderes.”

Y ella tampoco. Y tampoco conocía a nadie que los tuviera.

“¿Qué va a pasarle después de que me vaya?”

Jaden se quedó en silencio mientras lo pensaba. “Se va a curar, eventualmente. El dolor va a ser insoportable hasta que se cure, pero… va a sobrevivir. Sin embargo, si Noir se entera de que fue torturado en vez de ser atacado por la gente de Thorn, y la razón por la que fue interrogado por los griegos… su castigo será mucho peor que esto. Al retenerte en este lugar, él trajo enemigos a la casa de Noir. Eso no es algo que el rey de los hijos de puta y la reina trola se tomen a la ligera.” Ella no podía imaginarse algo peor. Su estómago se revolvió ante el mero pensamiento.

Y en ese momento, supo lo que tenía que hacer.

Sin importar cuál fuera el costo.

“¿Cómo lo saco de este lugar?”

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Where stories live. Discover now