Capítulo 4

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Cuando volví a mi habitación, esperaba encontrar a la mujer alerta y agazapada, lista para hacerme pedazos. En vez de eso, ella estaba sentada en una esquina, con los brazos cruzados sobre sus rodillas y su cabeza apoyada en sus antebrazos. El suave y gentil ronquido me hizo saber que ella estaba profundamente dormida.

¿Cómo podía ser?

No había podido hacer nada más que tomar siestas desde que me habían liberado. Y esas siestas eran realmente cortas. Momentos donde me despertaba de golpe al escuchar el sonido más débil o un cambio en el aire. Real o imaginario.

Ella estaba en medio del territorio enemigo, y....

Dormía.

Profundamente.

Eres tan tonta.

Más que nada, ella era una curiosidad envuelta en un enigma y una contradicción. ¿Por qué? ¿Por qué arriesgaría su vida y cuerpo por alguien más? ¿Por qué había venido a este lugar?

Honestamente.

Antes de darme cuenta de lo que estaba haciendo, acorté la distancia entre nosotros y me arrodillé en el piso a su lado. Mi armadura emitió un suave sonido por el movimiento. Su largo y negro cabello caía por sus hombros y piernas, formando como una capa brillante.

En esa posición, se veía más frágil y pequeña que como la recordaba. . . Como una pequeña rosa negra en el piso. Y ella tenía un aroma a belleza. La mayoría de los demonios tenían un hedor característico. Pero ella no.

Ella olía como el sol de verano que no había visto desde que era un niño... en esos días, cuando todavía creía en la belleza y la decencia. Cuando esperaba con ansias un futuro, que estúpidamente, pensaba que sería brillante.

Cuando mi inocencia había sido tan violentamente arrancada de mi ser, y lanzada a la cara.

Dudando, pero con demasiada curiosidad como para detenerme, toqué un mechón de su cabello que caía por un costado. La suavidad de ese rulo me asombró. Era como tocar el pétalo de una rosa. Al menos así era como lo recordaba.

Lentamente, lo levanté hacia mi nariz para poder aspirar el aroma dulce y placentero que parecía ser parte de ella. Oh, Sí... Me hacía pensar en un hogar que nunca había conocido o tenido.

Cerré mis ojos para saborear el aroma, mientras recorría mi sangre como el fuego. En contra de mi voluntad, mis pensamientos se enfocaron en cómo se vería desnuda. Cómo se sentiría tenerla debajo mía mientras probaba su piel bronceada y la tomaba.

No, mejor aún sería tenerla encima. Sí, esa era la imagen que buscaba. Con su suave cabello haciéndome cosquillas mientras me montaba como nadie lo había hecho antes. Despacio y suave. Con dulces besos que no me harían sangrar.

Como si significara algo para ella.

No seas estúpido. ¿Desde cuándo te volviste una viejita sentimental? El sexo es el sexo. No tiene un significado, es un acto animal que el cuerpo necesitaba de vez en cuando. Sólo un imbécil buscaría emociones en el acto.

¿Y desde cuándo el sexo era tierno? ¿Especialmente para algo tan desagradable como lo era yo?

Diablos, tenía suerte de que alguna hembra se rebajara para hacerlo conmigo.

_____ jamás lo haría.

Ese pensamiento me lastimó en el interior. Pero era verdad. Lo primero que había hecho después de recobrar mi fuerza fue encontrar un demonio amante para saciar lo que tanto había extrañado, el único placer que Noir no me había quitado. Necesitaba canalizar en la peor de las formas. Pero la pálida piel gris de la demonio había sido fría y seca, su toque duro y demandante mientras ella me clavaba las uñas y me mordía hasta hacerme sangrar. Inclusive me había roto algunos dientes. Y su cabello había sido áspero y frágil.

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Where stories live. Discover now