38. Love The Way You Lie

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"Just gonna stand there and watch me burn

But that's all right because I like the way it hurts"

Tumbada todavía sobre él, me hago una foto con mi móvil. En ella me veo yo, sin ropa, con las tetas aplastadas sobre su pecho. Al fondo se ve mi culo, y su mano encima de él.

—Típica foto de pareja después de follar.

—Esta noche me dormiré mirándola —digo y dejo el móvil sobre la cama.

Me levanto, me pongo la camisa de nuevo y cojo una tableta de chocolate con caramelo líquido. Él se sube la ropa interior y los pantalones y coge el trozo de chocolate que le ofrezco.

—¿Cuándo vuelve tu madre?

—Ni idea, no quiso decirme.

—¿Le preguntaste cuánto iba a tardar?

Suelto una carcajada rápida.

—O sea que sabe que estoy aquí —concluye, masticando el chocolate—. Lo tenías planeado, ¿verdad? No te hizo gracia saber que otras chicas me la habían chupado.

Sonrío. No voy a ocultarlo. Terminamos de comernos la tableta entre los dos y decidimos que lo mejor es que se vaya antes de que mi madre vuelva y me haga preguntas. Se pone la camiseta con la que limpié sus fluidos y compartimos una mirada cómplice.

—Desde que llegue a casa la meteré en la lavadora, te lo prometo.

Cuando está a punto de abandonar mi cuarto me doy cuenta de que se deja algo.

—Te olvidas la gorra.

—Ah, sí... —Se lleva una mano al pelo—. Quédatela.

—¿Cómo?

—Me dijiste que te gustaba, ¿no? Quédatela. Cada vez que la mires recordarás la primera vez que se la chupaste a un tío —bromea.

Me da vergüenza recordarlo. Me la pongo y se queda mirándome. Entonces vuelve hacia la cama y me da un beso rápido en los labios.

—Te veo mañana.

—Vale, guapo.

—Adiós, guapa.

—Chao, guapo.

—Hasta mañana... —Una última sonrisa y sale de mi habitación.

Cuando estoy sola me dejo caer hacia detrás, sobre el colchón, y suelto un largo suspiro. Madre mía. Qué fuerte.

***

Al entrar por la puerta del instituto me encuentro a Ana sentada en un banco, esperando por mí. Voy directamente hacia ella y me siento a su lado.

—¿Cómo estás? —es lo primero que le pregunto, recordando lo que pasó ayer con el gilipollas de Cooper.

—Supongo que mejor, aunque me sentiré más estúpida cuando le vea.

—Estoy segura de que no se lo ha contado a nadie, porque quiere mantener su imagen de niño bueno a los ojos de los demás —intento consolarla—. Si tú y yo contáramos lo que sabemos sobre él, arruinaríamos su reputación.

—Ese pensamiento me hace ligeramente feliz.

Y yo me alegro.

—¿Y cómo estás tú? —cambia de tema.

Resoplo.

—Pues...

—¿Y esa sonrisita?

El objetivo de Carter Jones [LIBRO I]Where stories live. Discover now