7. Bad Day

625 84 28
                                    

"Cause you had a bad day

You're taking one down

You sing a sad song just to turn it around"

Empieza a andar, sus dedos siguen rodeando mi muñeca, y entonces no me queda más remedio que seguir detrás de él sin poner resistencia. Se me va a salir el corazón del pecho de un momento a otro. Está tirando de mí por la calle, como un padre malhumorado con su hija, y soy consciente de que la gente se nos queda mirando. Yo intento sonreír para hacer ver que no pasa nada, que no es lo que parece. No me está llevando a la fuerza, porque yo en realidad quiero ir adonde sea que me esté llevando, aunque a la vez me esté entrando un poco de pánico. Estoy asustada y encantada al mismo tiempo. ¿Cómo puede ser eso posible? ¿Le tengo miedo y a la vez estoy como histérica porque sus dedos estén tocando mi piel?

De pronto ya no me sujeta por la muñeca, sino que rodea mis dedos con los suyos y reduce la velocidad de su paso hasta quedar a mi lado. Ha pasado de estar tirando de mí a aparentar que solo estamos dando un paseo, cogidos de la mano. Sé que no es porque le apetezca, sino porque también se ha dado cuenta de que estábamos resultando un poco sospechosos ante los ojos de la gente.

—No estaba haciendo nada —hablo entonces, mientras recorremos toda la acera y yo me miro en el escaparate de todos los comercios, solo para vernos a los dos cogidos de la mano—. He venido a comprar mis cosas del mes, y simplemente hemos coincidido.

No dice nada. Seguimos caminando, cruzamos la calle en un momento en el que no viene ningún coche, y empezamos a desviarnos del centro. Vamos directos al parque, a los bancos. Se sienta, me obliga a hacer lo mismo, y entonces ya suelta mi mano. No puedo evitar imaginarme de forma fugaz esta situación como una primera cita, en los bancos del parque, charlando y dándonos la mano... Y podría imaginar más cosas, pero su voz interrumpe mis fantasías.

—¿Por qué me estabas siguiendo?

Le miro, y se quita la capucha. Su pelo queda al descubierto, su cara completamente visible, y yo me quedo observándole por unos segundos. Esto no es algo que haya pasado con mucha frecuencia. Al principio de curso los profesores se empeñaban en decirle que se quitara la capucha para estar en clase, y él lo hacía, aunque evidentemente no con demasiada alegría. Después de varias semanas, muchos de ellos han dejado de insistir porque saben que es inútil. Por mucho que le digas un martes a segunda hora que se quite la capucha, el miércoles a cuarta hora cuando vuelvas a verlo, la tendrá puesta otra vez.

—No te estaba siguiendo —me defiendo una vez más, pero es evidente que no se lo cree.

—¿Qué es lo que quieres?

Bueno, lo cierto es que me esperaba que la conversación de nuestra primera cita empezara de una forma más amigable que esta...

—¿Qué? —consigo articular en voz baja.

Me confunde el hecho de que pueda ser peligroso, como todos creen. Me confunde que me haya traído hasta aquí, lejos de donde se concentra la gente. Me confunde el color tan intenso de sus ojos, su pelo ligeramente despeinado, la expresión de su mirada clavándose en mí, sus labios entreabiertos...

—¿Quieres liarte conmigo o algo parecido? ¿Es eso?

Abro los ojos de golpe, como si me hubieran dado una bofetada en la cara, y me hace reaccionar.

—¡No! —niego de inmediato.

Claro que sí.

—Entonces, ¿qué estabas haciendo? —insiste, frustrado, como si yo fuera una niñita que le está sacando de sus casillas.

El objetivo de Carter Jones [LIBRO I]Where stories live. Discover now