3. Waiting

837 89 22
                                    

"All the time before I knew you
Seems now it's so long..."


—¿Lo has visto? —le pregunto de inmediato antes de que salte otra vez con sus advertencias de madre—. Me ha hablado.

—Normal que te hable. Trabajas aquí. —Me mira sin inmutarse, con esos ojos oscuros, a través de los cristales de sus gafas.

—No es un trabajo —le recuerdo—, es un castigo. Pero me ha hablado de verdad.

Me ha hablado, me ha mirado... Yo lo he mirado a él, yo le he hablado (aunque solo haya sido un monosílabo) y puede que... ¿me haya dejado propina? No ha esperado por el cambio, así que tal vez sea una propina de unos cuantos céntimos.

—Me ha hablado —repito, para mí misma, pero Ana sigue junto a la barra, escuchándome, o fingiendo que me escucha—. A mí. A Carter.

—La del porno —concluye ella, y me sorprende que esas palabras hayan salido de su boca. En cualquier caso, ya no me afecta.

—Sí, a Carter la del porno. Gracias a eso me ha hablado.

—No hay mal que por bien no venga.

—Exacto —le doy la razón con una sonrisa, una sonrisa enorme y estúpida.

—¿Pero tú te estás escuchando? —exclama de pronto, cambiando de tono y de expresión. Entonces me doy cuenta de sus verdaderos pensamientos, los que no han cambiado y no tienen pinta de cambiar en ningún momento—. Estás como una cabra loca dando saltos de alegría porque ese tipo te ha hablado.

—Perdona, ¿me dejas una botella de agua? Fría —interrumpe una chica, probablemente de segundo o tercer año, dirigiéndose a mí.

Me veo obligada a hacer un corte de publicidad en mi conversación con Anaet, le doy la botella, me paga y se va. Observo a Marissa brevemente, que se encarga de prepararles los cafés a dos profesores, y entonces vuelvo a dedicarle mi atención a mi amiga.

—Estoy segura de que no es tan malo como la gente dice.

—Si la gente lo dice, será por algo.

Esa es la peor excusa que he oído en mi vida, y se lo hago saber haciendo una mueca.

—Voy a investigarlo —declaro con seguridad, preparándome para su reacción.

—Pero, ¿qué hablas? —Su ceño se frunce de manera muy exagerada—. ¿Te crees un personaje de un libro?

—¿Tú trabajas aquí? —espeta una voz masculina, desganada, y miro en su dirección. Es un chico de cuarto curso, muy rarito, con apariencia de cansado las veinticuatro horas del día.

—Es un castigo. —Creo que me lo voy a escribir en la camiseta: ESTO ES UN MALDITO CASTIGO—. ¿Qué quieres?

—¿Tienes chicles?

—¿Cómo voy a tener chicles? —Alzo la voz, indignada porque haya interrumpido nuestra conversación con semejante estupidez—. No se puede comer chicle en el instituto, ¿por qué razón la cafetería iba a venderlos?

—Pues qué mierda —arrastra las palabras, como si fueran pesas de cinco kilos cada una, y se pira.

Resoplo con frustración, y devuelvo la vista hacia Ana. ¿Por dónde íbamos? Ah, sí...

—Tengo curiosidad.

—Pues la curiosidad mató al gato. —Se siente tan orgullosa pronunciando esas palabras. Se siente poderosa, victoriosa.

—No va a morir ningún gato. No va a pasar nada. Solo es un chico normal de instituto.

—No es normal, Carter. Lo sabes. Puede ser cualquier cosa menos normal.

El objetivo de Carter Jones [LIBRO I]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang