25. Apologize

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"You tell me that you're sorry

Didn't think I'd turn around and say

That it's too late to apologize..."

—Carter —vuelve a hablar con un tono más severo, de advertencia—, vuelve dentro ahora mismo.

Pero soy incapaz de mover mis pies del suelo. Se han quedado anclados, yo me he quedado anclada esperando una respuesta. Él sigue mirándome desde la distancia, con la misma expresión, y entonces sé que no tiene intención de decir nada más.

Se va. Da media vuelta y se marcha, alejándose por la acera con la cabeza gacha.

—Vamos —insiste ella, con voz más calmada.

Todos los músculos de mi cara están tensos, apretados, de rabia. Me seco la lágrima con la mano y resignada vuelvo dentro, con paso firme y rápido, con ganas de echar a correr hacia otra parte. Se me escapan más lágrimas tontas delante de toda la gente que se ha quedado para seguir el espectáculo de cerca.

Los ignoro. Me voy al baño sin mirar a nadie y me encierro en uno de los cubículos. Me dejo caer al suelo, abrazo mis rodillas y trato de coger una bocanada grande de aire para ir soltándola poco a poco. Me concentro en mi respiración, en cómo mi estómago sube al coger más aire y en cómo se desinfla cuando lo suelto. Me concentro en ello para relajarme, para ordenar mis pensamientos y emociones, sin embargo pronto me interrumpen. La Ricitos de Oro no había terminado conmigo. ¿Qué quiere ahora? ¿Me va a castigar por haber salido del instituto sin permiso? Porque sinceramente me importará una mierda.

—Carter. —Toca con sus nudillos en la puerta—. Puedes ir a ver a la orientadora, si quieres.

—No necesito ayuda psicológica —le contesto con brusquedad.

—Pues ven a mi despacho.

—No, gracias. —Sorbo por la nariz los mocos que amenazan con salirme. Tiro del rollo de papel higiénico y me sueno.

—Es una orden —añade, y parece que no hay posibilidad de negociación.

Pongo los ojos en blanco y entonces sus pasos se alejan y desaparecen. Maldita. ¿A su despacho para qué? Solo quiero irme a casa y meterme en mi cama.

***

Toco en la puerta de su despacho y esta se abre de inmediato. Parece que estaba esperándome con ansia... Voy a sentarme en una de las sillas mientras que ella lo hace en su sillón nuevo de piel color vino.

—Para el mobiliario del equipo directivo sí hay presupuesto, pero para mejorar la sala de informática parece que no.

Me mira como si quisiera asesinarme. Si lo hiciera, se lo agradecería.

—Quiero ayudarte. Podrías mostrar un poquito más de amabilidad, ¿no crees?

No puedo mostrar amabilidad cuando estoy cabreada.

—Hago lo que puedo —respondo.

Me mira por una eternidad y entonces saca un paquete de toallitas de su bolso. Son desmaquillantes.

—Es una buena manera de decirme que tengo un aspecto horrible. —Cojo la toallita que me da y la paso por mis ojos y mejillas para retirar la máscara de pestañas que se quedó esparcida después de mi llantina.

Cuando creo que he terminado, la dejo sobre su mesa y apoyo la espalda en la silla. Me cruzo de brazos y así nos quedamos durante unos segundos. ¿Para eso me ha hecho venir? ¿Para observarme en silencio?

—¿Lo habéis expulsado de verdad? —rompo el silencio.

Todavía estoy muy confusa. No entiendo nada. Me duele la cabeza y tengo muchas incógnitas en mi mente.

El objetivo de Carter Jones [LIBRO I]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon