1. Wonderwall

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"Because maybe, you're gonna be the one that saves me"

No estaba viendo porno, lo prometo. Bueno, al menos en ese momento no lo estaba viendo. Fue un malentendido, lo juro.

—Carter Jones... —la directora pronuncia mi nombre con mucha calma, pero yo sé que esa calma es totalmente falsa. Quizá si me hubiera metido en una pelea física o hubiera contestado de mala gana a un profesor ella no estaría tan preocupada por el asunto, sin embargo todo cambia cuando una de sus alumnas, femenina, es pillada en mitad de la clase de historia con contenido pornográfico en su ordenador.

—Estoy segura de que si hubiera sido un chico no se habría tomado las molestias de llamar a sus padres —replico de brazos cruzados.

Y sí, mi madre está sentada en la silla de mi lado porque la señora Ricitos de Oro le dio más importancia de la que tiene. ¿Puede haber algo más vergonzoso que recibas una llamada del instituto en el que estudia tu hija y te digan que estaba viendo porno mientras el profesor explicaba el Crack del 29? Aunque, repito, no lo estaba viendo.

—Entonces estás admitiendo que es cierto.

—¡No! —exclamo, inclinándome hacia delante sobre su mesa de madera—. Ya se lo he dicho: solo era publicidad que apareció sin yo quererlo.

—Bueno... —Suspira la mujer y junta sus manos, como si se tratara de la villana de la película que está ideando un plan malvado. Ese plan malvado será mi castigo, lo presiento—. En ese caso, sí estarías admitiendo que estabas metida en páginas de internet que no tenían que ver con la asignatura.

Mierda.

—Sí. —Asiento sin más. Es mejor que me acusen por eso y no por estar metida en webs porno—. Pero tiene una explicación.

—Adelante. —La directora sonríe, pareciendo más relajada que antes. Me fijo en sus manos, llenas de manchas oscuras, al igual que la parte de su pecho que queda al descubierto. Es una de esas personas que parecen jóvenes para su edad real, sin embargo solo tienes que fijarte un poco más para darte cuenta de que en realidad sí aparentan la edad que tienen. A mí no me la cuela, esta mujer anda por los cincuenta desde hace varios años.

—El profesor Heller ya está muy mayor para dar clase —empiezo a hablar—. Se olvida de lo que explica el día anterior y vuelve a darnos la misma charla, repetida, utilizando las mismas palabras de la semana pasada. Ha explicado la maldita caída de la bolsa en el 29 tres veces. ¡Tres veces!

—Eso es bueno.

¡Bueno!

—Así te lo aprendes mejor para el examen.

Pongo los ojos en blanco. Quiero irme, y estoy segura de que mi madre también. Ha sido una estupidez haberla llamado, sé que me lo dirá en cuanto salgamos del despacho.

—Bueno —habla por fin después de minutos callada—, ¿puedo irme? Tengo trabajo.

Gracias, mamá. Eres la mejor.

La directora Turner, o Ricitos de Oro como yo la llamo, frunce ligeramente el ceño y se da cuenta por fin de la inutilidad de esta reunión y de lo molesta que está mi madre por haberle hecho abandonar el trabajo.

—Le diré a mi jefa que te has peleado y te ha salido mucha sangre de todas partes, ¿vale? —habla cuando ya hemos salido al pasillo—. Si le cuento lo que realmente ha ocurrido, probablemente me despediría.

—Oye, yo también estoy enfadada.

El profesor fue muy poco cuidadoso en clase y ahora todos creerán que de verdad veía porno en medio de una explicación. No es justo.

El objetivo de Carter Jones [LIBRO I]Where stories live. Discover now