4. Fools

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"Only fools fall for you, only fools"

En clase de latín siempre nos reímos, aunque solo sea una vez en toda la hora. Este hombre tiene esa capacidad: dar una asignatura tan aburrida con una pizca de gracia. Cuando aprendemos el latín en sí como lengua, todo es más práctico y más llevadero, sin embargo los días en los que damos teoría es más complicado mantener la atención durante los cincuenta y cinco minutos. Aun así, este profesor sigue siendo mi favorito. Es el más joven que me ha tocado hasta ahora, es un poco rarito, y le encanta leer. Siempre nos recomienda libros, sobre todo históricos y mitológicos, y nunca nadie los lee. Eso es bastante predecible.

Cuando el timbre suena, todos comienzan a recoger sus cosas de la mesa a toda velocidad, y él se queda con la palabra en la boca.

—¡No olvidéis los ejercicios de traducción para el próximo día! —nos recuerda, dejando caer la tiza, dándose por vencido.

A mi lado, Ana mete su libro y su estuche en la mochila y se levanta rápidamente. Yo me quedo sentada, recogiendo aunque con más lentitud.

—Tengo que irme, Carter —anuncia ella—. Mi padre me ha avisado de que ya está fuera.

—Claro. —Asiento—. Nos vemos mañana.

Ella se marcha, yo termino de meter mis cosas en la mochila, y me levanto para acercarme al profesor. Observo cómo se sacude las manos para limpiar los restos de tiza, saca el móvil de su bolsillo trasero para comprobar posibles mensajes, y vuelve a meterlo. Cuando apoyo las manos en su mesa, levanta la vista y me sonríe.

—¿Te ayudo en algo, Carter?

—Sí —contesto, y miro hacia detrás para comprobar que ya todos se han ido—. Quería preguntarte una cosa, no tiene que ver con la asignatura.

—¿Ah, no? —Se coloca las gafas en el puente de la nariz—. ¿Y con qué tiene que ver, entonces?

—Con un chico de esta clase.

Es muy probable que no consiga nada... pero tengo que intentarlo.

—Ah... —Asiente con la cabeza, y parece entenderlo todo, sin que yo le haya dicho nada.

—¿Sabes de quién estoy hablando? —me aseguro de que de verdad nos estamos entendiendo.

—Claro. Te he visto mirándole, un par de veces. ¿Qué pasa?

Vaya... Soy muy disimulada.

—Sí, bueno... Últimamente me he fijado mucho porque... está solo. No habla con nadie, no mira a nadie... Y quiero hacer algo. Me gustaría acercarme, e intentar... que se relacione.

—¿Quieres... ayudarle?

Es un buen argumento, ¿no? Carter la del porno quiere hacer una obra de caridad ayudando al chico solo y marginado de clase. Suena genial.

—¿Sabes si tiene algún... problema? —me lanzo ya con preguntas más concretas. Información, necesito información.

—Si te refieres a problemas para relacionarse, la respuesta es no. Si no lo hace no es porque no sepa, sino porque no quiere. —Mientras habla conmigo, recoge todos sus materiales y los va metiendo en su maletín. Me fijo fugazmente en sus dedos largos y huesudos, como el resto de su cuerpo. Es muy alto y muy flacucho, como un espagueti antes de haber sido cocido.

—¿Personales? ¿Tiene problemas en casa?

Su ceño se frunce levemente, y entonces sé que el interrogatorio termina aquí.

—No puedo darte esa información, aunque quisiera. —Su tono suena a disculpa, y sonríe de forma breve.

—¿Cómo voy a acercarme a él si desconozco lo que le pasa?

El objetivo de Carter Jones [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora