36. Bad Decisions

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"No, they ain't gonna understand it
Understand what I see in you
They don't know when you touch my body
That I see the truth (...)

Boy, you make me make bad decisions."

Le reto a unos tiros libres, termino persiguiéndole para quitarle el balón, él me persigue a mí... me coge en brazos y me da una vuelta por toda la cancha. Y grito. Y me río. Y pronto siento esa sensación incómoda y maravillosa de cuando te duele la mandíbula de reír tanto.

Vuelvo a casa cuando es de noche. Me acompaña. Nos cogemos de la mano. Me pasa un brazo por los hombros. Vuelve a hacer una broma sobre las dos anécdotas que ha confesado. Nos reímos. Me da un beso en la mejilla. Toda su saliva se queda en mi cara. Paso la mano para limpiarme. Pone cara de ofendido. Sonreímos.

Entro en casa, me ducho y me voy a la cama. Miro otra vez las fotos que me ha enviado. Releo los mensajes favoritos. Dejo el móvil y cierro los ojos. Y me duermo. Sonriendo.

***

La mañana del domingo la dedico a limpiar con mi madre. Me atribuyo las tareas más fáciles como limpiar el polvo de los muebles y fregar el suelo y ella se queda con joyitas como el baño y las ventanas. Pongo música desde mi ordenador y limpio con rapidez y eficacia, cantando y bailando a veces las canciones que van sonando. Ella sabe que estoy especialmente feliz, sin embargo no hace ninguna pregunta. Cuando empiezo a fregar el suelo termino rompiendo el palo de la fregona debido a la fuerza que he utilizado para escurrirla, ella se ríe de mí, y no me queda más remedio que continuar desde el suelo, como Cenicienta.

Para cuando terminamos ya han pasado unas cuantas horas y cada estancia huele a limpio, a productos de limpieza. Me tumbo en el sillón de la sala haciendo un gesto exagerado de cansancio y desbloqueo la pantalla de mi móvil. Tengo varios mensajes, de Ana, de hace casi una hora. Me alegra ver su nombre en mi móvil otra vez, la echaba de menos.

Ana: Buenos días.

Ana: Sabes, no te había contado una cosa. Pensaba hacerlo cuando hablamos y lo solucionamos todo pero estabas tan emocionada hablando de tu novio que dejé que lo soltaras de un tirón para que te quedaras a gusto. Pensé que era tu momento y no quería interrumpir.

Ana: El caso es que el viernes Cooper y yo coincidimos en un pasillo y empezó a hablarme. Me dijo que si quería quedar con él, hoy, que me invitaba a una hamburguesa.

Ana: Me estoy preparando para salir en unos minutos. ¿Qué te parece?

Ana: Imagen.

Ana: Bueno, tengo que irme ya. Voy a poner el móvil en silencio para evitar mirarlo cuando esté con él.

Ana: Estoy de los nervios. Ya te contaré.

Por un nanosegundo tengo la intención de sonreír y mostrarme emocionada por ella, sin embargo reacciono velozmente.

—Cooper... ¡Mierda!

Corro a mi habitación para quitarme esta ropa sucia de estar por casa que ha soportado horas de limpieza intensa y mientras lo hago a duras penas le envío notas de voz.

—Ana, no, no vayas. Espera. Ana, pasó algo con Cooper... No es quien parece ser, por favor.

Ha puesto el móvil en silencio, es una estupidez intentar mandarle mensajes. Termino de ponerme la ropa y salgo a toda velocidad de casa.

—¡Ahora vuelvo! —le grito a mi madre y echo a correr por la acera, literalmente.

La ha invitado a una hamburguesa, así que tendré que recorrerme las hamburgueserías del pueblo para encontrarla. Menos mal que es un pueblo pequeño.

El objetivo de Carter Jones [LIBRO I]Where stories live. Discover now