Eres tú

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A pesar de casación, cada día entrenaba con mis espíritus hasta desfallecer. Mi fuerza había aumentado como cazadora de dragones, sin embargo a ser una magia compatible con la invocación de espíritus había mucho que aún no podía dominar como el uso de los poderes de cada uno de ellos. Era yo contra todos, no fue sencillo porque su fuerza era equivalente a la de su invocadora. Llegue al punto de poder moverme entre la marea de Acuario, pues era tan agresiva y sin piedad desde el inicio que fue una necesidad para mi el aprender a resistir. Particularmente hoy se encontraba muy molesta, su poder incrementaba diez veces más cuando tenía una discusión con Escorpio. Como resultado, tuve que regresar caminando con una rama como bastón y con una linda exced agotada sobre mi cabeza.

—Alguien —llamé débilmente tras abrir las puertas del gremio—... comida, dame comida —susurré cayendo al suelo. Mi cuerpo estaba entumecido y mis fuerzas para estar se pié eran nulas—.

La risa inundó la sala principal del gremio. Sting se acercó a mi para ayudarme a sentarme en la barra. Me ofreció de comer alguna de sus flechas. Eran increíblemente deliciosas. Al no ser el único en acercarse, pude degustar de diversos elementos como el fuego, agua, sombra. Mis fuerzas volvieron a establecerse. Sting se acercó mi, acelerando mi corazón. Con su pulgar limpió algunos trozos de hierro y flechas que tení alrededor de mis labios.

—¡Eres increíble! —Exclamó cansado, acercándose a mi, provocando que se acelerara mi corazón. Con su pulgar limpió algunos trozos de hierro y flechas que tení alrededor de mis labios— Como con cuidado —susurró mirando mis labios, luego subió a mis ojos. Tragué en seco y acentí lenta mérenle con mi cabeza. Mis mejillas empezaron a arder y perdí la noción del tiempo—.

—Es mi idea o ¿Ya se pusieron románticos? —intrigó Aruhi. Lo miré rapidamente ruborizada. Como era habitual, sus verdes ojos nos miraron con picardía, sin embargo por sus catorce año sus rasgos eran bastante delicados, sumado a su ropa de marinero afeminada que lo hacía lucir como una muñeca de porcelana. Increíblemente a pesar de su corta edad era el segundo dentro del top 5 de "Chicos con los que querrías salir", en segunda posición después de Hibiki.

—Cállate niñato —amenazó Sting. Al ver el gesto burlón con que Aruhi lo miró, se levantó ruborizado cual tomate para perseguirlo—. Ven aquí —ordenó furioso—.

—Yo solo digo la verdad —alegó al otro extremo de una mesa, tratando de evitar que Sting lo atrapase. Puso correr en mi dirección, sus ojos estaba rojos por las lagrimas que se asomaban. Era realmente lindo—. Sting me quiere pegar, ayúdame Lucy —imploró sentándose en mi regazo y con mirada de cachorro hambriento. Casi podia ver en él orejitas de perro y escuchar aullidos de auxilio. No pude evitarlo y lo abracé acariciando su cabeza.

—Eres una cosita —exprecé con dulzura. Miré sobre su hommbro, directo a los ojos de Sting, alcé una ceja y se congeló—. Ya déjalo Sting, está en esa edad.

—Solo te lava el cerebró —balbuceó.

El día pasó rápidamente, entre risas y charlas. Recordé la primera vez que abrí las puertas del gremio, fue una bienvenida demasiado fría y no tenía idea que terminaría formando parte de esta familia. Ahora, era difícil imaginar que hubo alguna enemistad entre nosotros, en el pasado. Incluso, podía sentir como si llevase una vida entera aquí adentro. A través de la ventana, me di cuenta que estaba por esconderse el sol. Decidí regresar al apartamento para seguir escribiendo, últimamente las palabras salían fácilmente a diferencia de cuando recién me uní al gremio. Mi cabeza era un desastre en ese entonces.

—Lucy —Escuché una voz sumamente familiar a mis espaldas— ¿Te vas? Déjame acompañarte —sugirió abriéndome la puerta del gremio—.

—¿Estás preguntando? —interrogué mirándolo con los ojos entrecerrados— Normalmente nunca preguntas por eso—.

Su risa despreocupada, me contagío el buen humor. El cielo estaba despejado casi por completo. Era una hermosa tarde y la brisa era agradable. Caminamos en silencio, sin embargo no era incomodo. De vez en cuando, miraba de reojo al hombre a mi lado. La brisa movía suavemente su cabello y la luz del atardecer se reflejaba en sus cabellos dorados. De repente mientras le seguía me di cuenta que no era el camino al apartamento. Le pregunté la razón y solo respondió: "Hay algo que quiero mostrarte". Mientras nos alejabamos, el sol terminó de ocultarte. Dejamos la ciudad atrás y nos acercábamos a las montañas. Subimos un rato hasta que, tuvimos que girar para rodear la montaña, el olor a flores inundó mis fosas nasales. Nos acercamos a un campo de flores silvestres, sin embargo era difícil ver el color por los rayos del sol que se ocultaron. El rugido de Sting provocó que las luciérnagas escondidas salieran de su escondite. La cantidad de ellas era increíblemente grande, su luz iluminó el campo dejando ver los hermosos claveles.

—Es muy lindo Sting —expresé maravillada—.

—No es nada comparado con —Mientras hablaba, sus palabras se detuvieron. Desvié la mirada hacia él, sus ojos evitaban los míos y rascaba su cabeza. Después de un tiempo me sorprendió la decisión en su mirada—... ¡Tu eres más hermosa! —expresó en un tono alto. El repentino gesto me hizo sobresaltar ruborizada— Lucy... Yo quería decirte... Yo —Balbuceo caminando de un lado a otro hasta detenerse—... ¡Mierda! ¿¡Por qué es tan difícil!? Solo intento decirte que... Que... ¡¡¡Me gustas!!! —expresó con desesperación— ¡Joder! Me gustas, yo al principio no sabia lo que era, nunca me sentí así por nadie —A estas alturas no sabía si mi corazón latía a gran velocidad o si se había detenido—. No me gusta cuando otros están detrás de ti, con sus flores y sus regalos —confesó moridiendo su labio mientras esquivaba el contacto visual—... Temo que pueda perderte —susurró apretando sus puños—, porque quiero ser yo quien te recuerde lo bella que eres; hacerte sonreír y apoyarte... Por eso me preguntaba si sientes lo mismo que yo —consultó mirándome fijamente. Mi visión se nubló por las lagrimas que se asomaban en mis ojos. Hace mucho tiempo renuncié al amor, sin embargo el pudo pasar sobre los muros que puse alrededor de mi corazón. Me sentía tan feliz de ser correspondida que las lagrimas simplemente salieron sin aviso, asustando a Sting— No quise ofenderte, Lucy por favor no llores.

—Solo cállate y bésame —demandé entre sollozos—.

Escuché un bufido de su parte, al abrir los ojos lo vi acercándose a mi. A diferencia de su tosca apariencia, posó sus manos con delicadeza en mis mejillas para limpiar mis lagrimas con sus pulgares. Hizo un puchero que logró sacarme una sonrisa. A pesar de la oscuridad, podía ver ese brillo en sus ojos, mirándome fijamente y atrayéndome de forma magnética. ¿En que momento fui cautivada por el? ¿Fueron las misiones juntos? ¿Aquel beso accidental o durante los grandes juegos mágicos? Si importar cual fuese la respuesta ahora él estaba frente a mi acercando lentamente su rostro al mío. Impaciente acorté la distancia entre ambos. Un escalofrió recorrió mi cuerpo mientras mi corazón no entendía como gestionar tantas emociones juntas. Me sentí nerviosa y emocionada, cada beso me derretía por dentro. Aquellos suabes labios me incitaban a seguir sin tomar en cuenta el aire que se escapaba de mis pulmones. Supe entonces que era la persona que estuve esperando.

—Ahora se que eras tú, siempre lo fuiste —Confesé entrelazando sus dedos con los míos. Me acerqué para fundir nuestros labios en un dulce beso que se sintió eterno—.

En ocaciones me preguntaba como hubiese sido el transcurso de mi vida si nos hubiéramos conocido antes. Me costó entender, que parte de mis emociones en el pasado venían de la pequeña Lucy anhelante de amor, de la que soñaba con ser salvada. Incluso si me lo pregunto, volvería a recorrer el sendero de mi vida. Tuve momentos difíciles, sin embargo me han hecho crecer. Teniéndolo frente a mi acariciando dulcemente mi mejilla, me hace sentir que es un compañero y no alguien necesario para llenar los vacíos en mi interior.

Un  nuevo comienzo -Stinglu-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora