Adiós Fairy Tail

6.2K 306 23
                                    

Después de haberme desahogado me asegure de que Levy no me siguiera, necesitaba tiempo para pensar y estar sola. Mis pies se movían sin rumbo fijo, tenía demasiada revuelta como para prestar atención al camino. La mirada estaba dirigida al suelo, pero por la cabeza solo pasaban aquellos dolorosos recuerdos que me atormentaban. Desde la primera mirada extraña que me dirigieron, sus falsas excusas para evitarme y las miradas de indiferencia. Sin darme cuenta estaba en el parque donde me entere quien era mi bisabuela.

—Abuela —llamé en un suspiro—... No sé qué hacer —confesé avergonzada mientras me sentaba en un columpio—.

—Hay momentos en los que solo debes seguir que dice tu corazón —asesoró con voz serena. Levanté la mirada y vi su rostro por pocos segundos, pues se abalanzó sobre mí para darme un abrazo.

—No podría seguir con todos ellos odiándome, no tengo el valor suficiente —titubeé correspondiéndole a su abrazo.

—Sí lo que deseas es irte no te detendré.

—Pero... No podría hablar contigo —señalé preocupada, en cambio ella besó mi frente. Pude notar un pequeño brillo acompañada de una sensación cálida—. Ellos siempre serán mi familia —aclaré con una media sonrisa—.

-—Ya no necesitas la marca de Fairy Tail para verme, solo llámame y para ti estaré —informó acariciando mi cabeza.

—Aunque me odien mi corazón no dejará de quererlos —susurré al ver como se desvanecía frente a mis ojos—.

Tomé un bocado de aire y me levante para dirigirme a mi apartamento. Empaque todas mis cosas mientras aguardaba la media noche. Las calles estaban oscuras, frías y silenciosas, aun así seguí mi camino, cada paso que deja atrás despejaba mi mente. Estaba segura de lo que haría. Al llegar solo se encontraba el maestro a punto de salir, me acerqué y en su mirada encontré que, pudo leer mis intenciones. Su rostro era sereno, pero sus ojos brillaban con tristeza, quizás por la pálida luz que se colaba atreves de los ventanales.

—Maestro —llamé con seguridad—, realmente le agradezco todo lo que ha hecho por mí —agradecí sinceramente—, me duele mucho irme, pero ya he tomado una decisión —confesé para luego darle un abrazo, una vez finalizado pude notar como mi marca desaparecía lentamente. Mi corazón se estrujo—... Antes creía que esta marca me acompañaría toda la vida —murmuré mirando hasta el último rastro que quedaba—.

—¿Prometes escribir? —preguntó.

—Siempre y tiene que responderme —advertí con una sonrisa. Saqué dos sobres que había preparado—. También le escribiré a Levy, por favor entréguele esta cara, la otra es suya —pedí entregándole ambos sobres—... Nadie debe saber que estamos en contacto —especifiqué—.

Me puse una capucha y le lancé una última mirada cargada de sentimientos encontrados. Llamé ese lugar mi hogar y le entregué mi corazón, dejarlo era difícil. Salí del gremio rumbo a la estación de trenes, compre un boleto y abordé el último tren. A diferencia del horario habitual, los vagones estaban casi vacío por no decir "totalmente", si no fuera por una señora con un niño.

Lentamente abrí mis ojos del sueño, me senté para ver atreves de la ventada, estaba llegando a mi destino. Mi corazón latía con fuerza, poco a poco me acercaba a un nuevo comienzo en mi vida. Agarre mi equipaje y baje del tren, busque con la mirada a Sting hasta que apareció, los pocos rayos primerizos del sol causaban que su cabello se viese más hermoso.

—Disculpa molestarte tan temprano.

—No, para nada. Esperaba con ansias que llegaras —confesó sonriendo. Quizás fueron los colores del alba los que me hicieron ver un leve sonrojo en sus mejillas. Le devolví la sonrisa—.

Estaba tan agotada que, lo primero que hice al llegar fue tirarme en la cama de Sting, pero al parecer desperté a lector porque sus gritos me devolvieron a mis sentidos. Rápidamente me levanté y él se abalanzó hacia mis brazos.

—¡Lucy! —llamó aferrándose a mí.

—¿Cómo estás Lector? —pregunté entre risas.

—Muy bien, mira —indicó separándose de mí para volar por la habitación y terminar haciendo poses extrañas en la cama, provocando que mi risa se escapara cada vez más de mis labios—.

—Al parecer se adueñaron de mí cama —recalcó Sting con un tono burlón—.

—Sí, si como digas —aprobé moviendo mi mano de un lado a otro—.

Como ninguno desayunó, fuimos a preparar algo en la cocina. Intenté apoyar, pero ninguno de los dos estuvo de acuerdo por lo que, simplemente me relaje hablando con ambos. Les escribí casi a diario, pero tenía tantas cosas por contar al igual que ellos a mí. En un abrir y cerrar de ojos se acercaba el medio día.

-—¿Lista para ir al gremio? —preguntó Sting con una sonrisa.

—No, me da vergüenza —titubé tapando mi rostro con mis manos—... Nunca hable con alguien que no fuese Roge —excusé—.

—¡Oh vamos! Tu puedes hacerlo, solo se tu misma —alentó posando su mano en mi hombro—.

—Pero —Me interrumpió—.

—Esa es tu mejor cualidad además eres linda, divertida, bondadosa y podría seguir —aseguró—.

—Sigue, sigue —incité entre risas.

Durante los Grandes Juegos Mágicos, el tiempo que pasé con Sting a solas fue nulo, pero ahora desde nuestro primer "reencuentro" pude notar que estar con él lograba calmarme, era agradable, me transmitía seguridad. Quizás aquí pueda encontrar una nueva felicidad que me haga sonreír cada vez que piense en ella, en lugar de recordar momentos dolorosos como en Fairy Tail... Fairy Tail el lugar al que anhelaba ir con todo mi corazón desde que una conejita rubia me salvo... El lugar que tanto defendía con uñas y dientes, al que llamaba "hogar". Los recuerdos de mi primero encuentro con todos ellos invadieron mi mente, junto a sus miradas frías que se clavaban en mi corazón como espinas. Las lágrimas escaparon de mis ojos y mi nariz ardía, ambos intentaron calmarme, los brazos de Sting rodearon mi tembloroso cuerpo y Lector acariciaba mi cabello. Era incluso más difícil contenerse, pero por alguna razón sentí que no era necesario hacerlo.

-—Yo... Tengo miedo... No quiero encariñarme y salir lastimada, no quiero que mi felicidad terminé tan rápido como en Fairy Tail —lamenté con la voz quebrada—.

—Lucy —llamó con un susurro—... Darse una oportunidad sé que es difícil, pero debes arriesgarte y dar un voto de confianza o estarás encerrada todo el tiempo sin poder salir y sin dejar a entrar a nadie. Yo estaba cegado, inmerso en mi prepotencia y ego —confesó a la vez que sentía gotas en mis hombros—, si no hubiera sido tan ambicioso, Lector no hubiese pagado las consecuencias.

Me costaba admitirlos, pero tenía razón, aun así me aferré a él vulnerable hasta que la última gota de lagrima que derramaría por Fairy tail recorrió mis húmedas mejillas. Deje de llorar, me prometí que no lloraría por quien no supo valorarme, también lo juré ante él. No era consciente de la cantidad de tiempo que había pasado, pero era hora de enfrentar el inicio de un nuevo periodo en mi vida. Fui a lavarme el rostro, me asusté de mi propio reflejo, mis ojos estaba hinchados y la nariz roja cual payaso. Busque hielo y un pañuelo para aliviar la hinchazón. Al mirar la hora terminé llamando a Virgo para que maquillase un poco mi rostro, siempre me sorprendía lo rápido que lo hacía. Salí del baño, la mirada de Sting me hizo pensar que me veía rara hasta que me sonrió. Fuimos con rumbo a Saberthoot, con cada paso los nervios me comían por dentro. Sabía que debía hacerlo ahora o no podría después, así que me arme de valor un poco calmada por la mano de Sting, tomé aire antes de abrir la inmensa puerta.

Un  nuevo comienzo -Stinglu-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora