🌟|•Capítulo 58•|🌟

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—¿No vas a preguntarme de qué quiero hablar contigo? —cuestiona Josh cuando estamos solos

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—¿No vas a preguntarme de qué quiero hablar contigo? —cuestiona Josh cuando estamos solos.

No me gusta cómo se siente el ambiente, ni siquiera me gusta el cielo azul que se alza sobre nosotros. Me siento tan triste y melancólica, por algún extraño motivo, solo tengo ganas de llorar.

Observo su espalda desnuda, cerca del borde de aquel décimo quinto piso. Se siente tan raro que no lleve una de sus camisetas y que no tenga esa hermosa sonrisa que siempre se asoma en sus labios.

¿Por qué este lugar tan alto le pareció la mejor opción para hablar?

Solo un paso más y su cuerpo caerá al vacío.

El simple pensamiento me aterra.

Yo no puedo perderlo. No ahora que sé quién es.

—Sé muy bien de qué quieres hablar —digo mirándolo a la distancia.

Él se gira, dándome una increíble vista de sus abdominales, dejando todo el espacio a su espalda. Mi corazón se acelera de forma automática.

Y pensar que compartimos algo más que aire.

—¿No piensas decir nada? —luce preocupado.

Sus ojos negros se encuentran enrojecidos, como si hubiera llorado y sus mejillas están igual por el viento. La suavidad en el tono de su voz, solo lo hace lucir aún más tierno.

Nunca creí que llegaría a pensar eso de él.

—¿Por qué no me dijiste? —pregunto desviando la mirada. No sabía qué más podría decirle—. Pudimos haber...

¿Qué se supone que debo decir?

—¿Pudimos qué? —su voz se torna mucho más baja y sus ojos no me miran. El nudo en mi garganta se acentúa—. ¿Sabes cuántas veces intenté hacerlo? —respira apretando sus puños—. Cada vez que dije que Alex te necesitaba, en realidad, me refería a mí. Yo te necesitaba.

Siento mi corazón quebrarse.

—Tú te veías tan bien... No creí que tú... Pensé que...

—¿Que nada me importaba y que seguía siendo un idiota?

—Sí...

—Tú me importabas.

—Pero tu hermana es...

—Ella.

Ambos permanecemos en silencio por unos segundos hasta que finalmente él se decide por volver a hablar:

—Y no sabes cuánto lo agradezco.

De algún modo eso consiguió lastimarme. Mi corazón se rompió por segunda vez y supe que no sería la última.

—¿Por qué me odias? —cuestiono en un hilo de voz gracias al doloroso nudo que tengo en la garganta y él sonríe caminando hasta mí.

—Yo no te odio. —es lo que dice—. Me odio a mí, y me hubiese odiado aún más de haberlo sido.

Los ojos también mienten © #1 [✔]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora