🌟|•Capítulo 57•|🌟

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Aquella noche, mientras estábamos sentados en el comedor, luego de que Alexander ordenara una pizza triple de queso cheddar y una soda de uva, porque era la favorita de Jayden, me quedé observándolos con minuciosidad, a los tres, y me di cuenta de...

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Aquella noche, mientras estábamos sentados en el comedor, luego de que Alexander ordenara una pizza triple de queso cheddar y una soda de uva, porque era la favorita de Jayden, me quedé observándolos con minuciosidad, a los tres, y me di cuenta de que yo no quería ninguna cosa que no los incluyera para mi futuro.

Necesitaría las miradas repentinas de Alex acompañadas con sus bellas sonrisas, ahuecadas por esas bellas rayitas que se forman en las extremidades de sus labios al hacerlo.

Amaría escuchar los insistentes parloteos de Jayden y verlo comer como un ogrito desesperado, mientras discute con Annie por cualquier tontería.

Y, por último, no podría vivir sin la simple y llana existencia de Lowly Annette...

Ella es mi complemento en todos los sentidos.

En aquella mesa sólo hacían falta, Josh, Felipe y Priscilla para que mi vida estuviese completa...

Aun no quiero enfrentar a mi madre, no estoy muy segura de qué debería decirle con respecto a lo que ya sé, pero estoy tan aterrada que ya no sé cuál es el próximo paso que debo dar.

Tengo tanto miedo.

Luego de cenar, Alex y yo recogimos los platos blancos con los residuos de la pizza de la mesa, y tras hablarlo durante unos minutos llegamos al punto de que tal vez no debería irme aquella noche, y no lo hice. Me quedé. Lo hice porque quería saber qué se sentía amanecer cerca de quien amas, entre sus brazos, y todo estuvo bien, incluso en el momento justo en que ambos estuvimos juntos bajo las telas azules de sus sabanas en la cama.

Esperé ansiosamente la llamada en la que mi madre me reclamaría por no estar en casa con Lowly, pero nunca me llegó, no obstante, sí recibí una de mi hermana...

O más bien de Jazmín.

Mi prima.

No creo que a pesar de todo esto pueda llamarla de ese modo luego de lo que hemos vivido.

—¿No piensas venir? —cuestiona y siento como por segunda vez ese nudo ardiente comienza a crecer en el interior de mi garganta.

—No...

—Suenas rara —dice de pronto, con voz retraída, y tras unos segundos de silencio vuelve a hablar—. ¿Ya lo sabes? —pregunta y un silencio se forma entre ambas líneas, mientras me decido por responder.

—Sí... —murmuro un poco indecisa.

—Lo siento... —ella suena del mismo modo, pero más retraída, como si estuviera temerosa.

—Esto no es culpa tuya —le digo soltando un resoplido.

—Debí decírtelo cuando me enteré —expone—. No actué bien. Tampoco era culpa tuya, ni de nuestros padres...

Mis padres.

—Sí...

—¿Viste a Josh?

—Se fue a San Diego luego de la escuela.

Los ojos también mienten © #1 [✔]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant