🌟|•Capítulo 37•|🌟

191 21 0
                                    

Cuando nos quedamos solas Priscilla y yo caminamos hasta su casa a buscar la ropa que usaría y también su maquillaje, debido a que yo solo tengo una máscara de pestañas que ni siquiera compré yo, si no que se la había cogido a mi hermana y un bril...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cuando nos quedamos solas Priscilla y yo caminamos hasta su casa a buscar la ropa que usaría y también su maquillaje, debido a que yo solo tengo una máscara de pestañas que ni siquiera compré yo, si no que se la había cogido a mi hermana y un brillo labial que me dio mi abuela Camila junto con un bolso en navidad.

Así que verme en el espejo luego de la reconstrucción que me había hecho Priscilla había sido una total sorpresa.

Estaba alucinada.

Sí, no soy bonita, pero la castaña había hecho magia con mi rostro.

—¿Desde cuándo sabes maquillar así? —pregunto mirándola parada detrás de mí con el cepillo entre sus manos contra su pecho, admirando su trabajo.

—Mi tía me enseñó —responde encogiéndose de hombros—. Siempre dice, si no eres inteligente, al menos sé bonita.

—Eres inteligente —frunzo el ceño.

—Biangi, estoy buscando tutor para matemáticas —me recuerda—. Felipe ya se rindió conmigo.

No sabía que se habían reunido ni siquiera.

—El punto es que lo haces muy bien —halago su trabajo con mi maquillaje y mi peinado, ella me había puesto sombras doradas y negras, imitando el maquillaje de una diosa egipcia, haciéndome sentir como Nefertiti, versión blanca e insípida, y había rizado mi cabello en ondas que llegan bajo mis senos—. Cuando yo me maquillo parece que me piso una vaca.

Priscilla se ríe negando con la cabeza.

—Ahora me tienes a mí para que te eche una mano.

—Menos mal...

Le sonrío admirando lo despampanante que luce en ese vestido blanco que le llega un poco más arriba de las rodillas, con un broche plateado en su cintura.

Era refrescante sentirse bonita por una vez en la vida, y sonriéndome en el espejo me decidí a que nada arruinaría aquella noche para mí, ni siquiera mi reciente encuentro con Alex.

Miro mi reflejo una última vez percatándome de que mi vestido negro se viese bien y cuando escuchamos el timbre bajamos, pensando que sería Josh, o algún invitado...

Pero me quedo estática con el pulso acelerado cuando veo la cabellera rubia del chico que cinco meses atrás me hacía suspirar.

—¿Qué haces aquí? —cuestiono con frialdad, volviéndome seria al instante.

Al parecer si hay algo, o alguien, que puede arruinar en segundos mi estado de ánimo.

Eidan me observa de arriba abajo con sus impresionantes ojos verdes y muerde sus bonitos labios rosas cuando nuestras miradas vuelven a conectar, porque si, la maldad no disminuye la belleza de una persona.

—Te bañaste —me sonríe sarcástico.

—¿Qué quieres?

—¿Y tú hermana?

Los ojos también mienten © #1 [✔]Where stories live. Discover now