—Tony, ¿quieres que te prepare café?—Tony lo escuchó decir.

Asintió en automático.

—Bueno, las dejo a solas.

—Gracias, Steve—dijo Pepper y se apartó de la puerta para dejarlo pasar.

Una vez a solas, Tony recuperó su dignidad característica, se sentó en la cama y fingió que nada había pasado.

—¿Qué sucede, Pepp? ¿Algo de la empresa?

—Sí...—pero Pepper no había olvidado (y nunca lo haría) lo que había visto—¿Duermen juntos?

—¿Qué?

—Duermen juntos—afirmó por sí misma—, ese es su lado de la cama, ¿verdad?

Justo al lado de donde Tony yacía, las sábanas arrugadas y la evidente marca que se deja al apartar las cobijas, evidenciaba que ahí había dormido alguien más.

—Lo siento, los desperté, ¿estaban durmiendo de cucharita? Eso es muy tierno.

—Cállate, Pepp. Es sólo... que... así... es... más fácil vigilarlo.

—Qué considerado de tu parte—dijo aguantando la risa—. Pero así como acostumbras dormir, terminarás abriéndole las heridas de una patada o un codazo.

—Pues no ha pasado—Tony bostezó—. No es para tanto.

Pepper levantó las cejas—¿Tampoco ese beso de buenos días es para tanto? Supongo que lo que te dijo Strange, en lugar de molestarte, te agrada mucho.

Tony frunció el ceño. Habían pasado varios días desde que el Dr. Strange le había comunicado que resultaría complicado el regreso a su cuerpo; y dos cosas habían pasado, sino es que tres. La primera, él y Steve habían establecido una rutina que podía calificarse de recién casados, exceptuando la parte sexual; la segunda, que Natasha no había hablado con Steve sobre el encuentro con Strange, así que podía suponer que Bucky había cumplido con su palabra; y la tercera, que Tony estaba más habituado a su vida como mujer o al menos, eso creía.

—No es lo que crees—le dijo a su amiga, al tiempo que apartaba las sabanas y se ponía de pie—. Somos algo así como amigos.

—Ajá—Pepper sonrió incrédula.

Pero su jefe hizo como que no la había escuchado, entró al baño; pero salió sin arreglarse ni un cabello. Luego, dejo la habitación con Pepper en pos de él.

—¿Para que soy bueno, Pepp? Bueno, sé que soy bueno para todo, pero ¿en que necesitas mi genialidad?

Pepper rodó los ojos.

—Es sobre la empresa, no sé si recuerdes, pero nos presentaremos en la exposición de primavera de este año en Tokyo... se supone que darías una conferencia, ¿recuerdas?

Tony asintió, pero no lo recordaba, hasta que Pepper se lo dijo.  Entraron a la cocina. Tony se sentó en la barra con aire perezoso y Pepper lo hizo frente a él, poniendo su bolso sobre la mesa.

—El punto es, Tony:  ¿qué vamos a hacer?

Tony apoyó la mejilla en su mano. No podía pensar aún, seguía medio dormido. Necesitaba su preciado café, y no tardó en llegar. Steve colocó una taza humeante frente a él.

—Aquí tienes, espero que te ayude—le dijo.

Tony asintió con los ojos medio cerrados, pero volvió a abrirlos al sentir un suave beso en su sien y jaló la taza hacia él, dispuesto a darle un trago. Steve entonces, levantó la vista hacia Pepper, quien, una vez más, se había quedado boquiabierta.

El inesperado despertar a tu ladoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon