Capitulo cinco.

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Martes.

Desperté por la mañana demasiado agotado, Louis y Luke me habían convencido la noche anterior de ir un club que han abierto hace relativamente poco y yo de idiota acepté. No había bebido demasiado –por lo que no tenía resaca- pero los parpados me pesaban y los pies me mataban por haber bailado tanto, ¿a quién diablos se le ocurría irse de fiesta un lunes por la noche?, ah, sí, a mis idiotas amigos.

Me levanté de la cama y fui directo al baño  para darme una ducha bien fría, me miré en el espejo y chasqueé la lengua, ¡me miraba pésimo!, esas ojeras de seguro y las podían ver las personas que pasaban en los aviones arriba desde el cielo. Qué horror, y aún así tenía que ir a la escuela.

-Buenos días, papá. –saludé a mi padre que se encontraba bebiendo una taza de café en la cocina.

-Buenos días, James. –me dijo sin apartar la mirada de los papeles que tenía sobre la mesa.

Era lo mismo todas las mañanas, las tardes y las noches. Mi padre nunca pasaba en la casa –desde que mamá había muerto-, se había vuelto un tipo demasiado frío y, en lugar de poner atención en mí, se la dedicaba al trabajo, las 24horas del día, sin excepción. No es que yo me quejara, porque con la casa sola armaba fiestas inolvidables, pero de alguna manera me lastimaba su indiferencia hacía mi.

“Es que me recuerdas a tu madre” –me dijo una vez cuando yo tenía ocho años y le había preguntado el por qué de su alejamiento hacía mi.

Y allí comprendí todo, por eso el había cambiado conmigo, porque le recordaba a mamá, -éramos muy parecidos los dos, ojos azules, piel blanca, y sobre todo cuando comencé a teñirme el cabello de rubio porque mamá era una mujer rubio preciosa-. Bobby Horan había decidido alejarse de su propio hijo, alejarse de mí, porque le recordaba a su esposa que había muerto hace diez años, no debía de haber sido fácil para él en esos momentos, o en ninguno otro.

Salí al garaje de la casa y me subí a mi auto, acomodé los espejos y encendí el motor. Tomé la misma villa que siempre tomaba para ir a la escuela, era la menos concurrida y eso era un alivio porque no me gustaría llegar estresado a la escuela. Encendí el reproductor y puse uno de mis discos favoritos, iba tarareando las letras que me podía y daba golpes en el volante haciendo los ritmos. Cuando me detuve en un semáforo tuve que enfocar la vista para creerme lo que mis ojos veían.

¿a caso ese era Liam Payne peleando con un tipo regordete?.

Al parecer había sido una especie de accidente porque Liam gritaba aparentemente enojado mientras señalaba a su bicicleta torcida y al camión que al parecer era del tipo regordete, este solo movía sus manos y negaba con la cabeza poniendo a Liam mas enojado. Reí por un momento pero de alguna manera sentí lastima por Payne.

Uhm, ¿debería de entrometerme?.

Suspiré resignado y acomodé mi cabello una última vez para luego aparcarme a un lado de la calle, justo frente al tipo aquel y Liam. Bajé la ventanilla derecha de mi auto y a Liam casí se le salen los ojos debido a la sorpresa. Hubiera reído a carcajadas de no haber sabido el porqué se sorprendía. –pero yo no quería volver a tocar ese tema del beso-… o tal vez luego.

-Hey, amigo, ¿quieres algún aventón?. –dije refiriéndome a Liam ignorando completamente al tipo. –Oh, disculpa. –me dirigí esta vez al hombre regordete. –uh, ¿Hay algún problema?.

-¡Por supuesto que lo hay!. –grito el tipo gordo y barbudo, por cierto, era asqueroso. –Este niñato no se va de aquí hasta que me pague por haber rayado mi camión.

-¡Ya le dije que yo no lo rayé!, -dijo Liam furioso. -¡Usted fue el que me arroyó con el y arruinó mi bicicleta!.

-No estés jodiendo, niño, solo paga.

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