Mark Tomlinson, es un poderoso hombre de negocios, esposo de Jay, una de las mujeres más admiradas del país.
Un fallido secuestro pone en alerta a la familia, por lo que deciden contratar más seguridad para sus hijos. Uno de ellos será Harry Styles...
Luego de unos minutos viendo a la pareja interactuar tan feliz y animada frente a él, Harry ya estuvo más que harto.
...-Louis...emm, voy un momento al servicio, quédese aquí con su novia, volveré enseguida.
El ojiazul miró a la chica y ambos rieron.
-Vete a donde te de la real gana, gorila.
El guardaespaldas lo miró dolido y acto seguido negó con la cabeza pues al parecer, todos los que le habían advertido sobre el joven y caprichoso chico, tenían razón y el Louis que él creyó ver, no existía y tan sólo había sido un espejismo.
Decepcionado con su protegido, este se fue sin dejar de pensar en que aunque este si estuviera traumado, lo que había ocurrido entre ellos, debía haber bastado para no seguir siendo así de grosero con él.
Louis y su novia Hannah Wall llevaban apenas unas semanas solamente, de hecho su familia no la había visto y cuando la habían oído nombrar, creían que solo se trataba de una buena amiga, aún así, el ojiazul parecía estar muy influenciado por ella.
Louis percibió el malestar de su escolta en cuanto le vio la cara pero no podía descubrirse ante Hannah o destruiría todo lo que habría logrado construir con esa relación y tenía por seguro que a solas, le explicaría al rizado y entendería.
-¿Qué le pasa a ese?, es como un jodido robot-habló la rubia haciendo un feo gesto con la boca y las manos.
-Si, bueno, es un verdadero muermo, lo sé pero mis padres son unos paranoicos-dijo este arrepintiéndose al instante.
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A pesar de estar ya en el pasillo, el ojiverde lo escuchó todo y apretando los puños, entró en el servicio y golpeó la pared una y otra vez, debido a la frustración que sentía.
Creía ser un estúpido gilipollas, por haber caído en su mayor temor nuevamente pues se estaba interesando en alguien, que al parecer tenía intención solo del usarle como un juguete.
Tras pasar unos minutos encerrado y repetirse una y otra vez, que ya no caería más en las insinuaciones del ojiazul y que solo cumpliría con su trabajo, el rizado salió del lavabo y volvió al salón.
-Ah Harry, por favor... ¿podías ir a la cocina y decirle a Gladis que nos haga unos sándwiches?, gracias-pidió Louis sin parar de reírse.
-Perdone joven pero eso es trabajo de las doncellas—le contestó este seriamente—… El mío es velar por su seguridad.
El ojiazul lo miró fijamente, buscando una complicidad que no encontró, así que entonces se levantó molesto y él mismo, se fue a la cocina para pedirlos.
-Gracias por nada- le dijo tras volver de nuevo.
Harry hizo como si no fuese con él, ya que debía ser fuerte pues ese chico sin duda era un caprichoso y engreído, que estaba acostumbrado a que todos le bailasen el agua pero con él se había equivocado de lleno.
