Loop

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Issys

Subí a mi auto a toda prisa para poder llegar al lugar donde me habían citado, tenía una sensación de que algo andaba mal y que debía acabar con todo este misterio de una vez por todas antes de que le pasara algo a Ross, o que algo más grande sucediera.

Puse las manos contra el volante y mi frente sobre ellas, una posición de reflexión si desean llamarle. Puse mi pensamiento en recuerdos a lo largo del tiempo, tratando de averiguar cómo fue que llegué a ésta situación.

Una especie de sexto sentido despertó en mí hacía ya bastante, cuando la conocí. Era como si tuviéramos una conexión cuasi absurda, ambas vivíamos muy alejadas una de la otra, yo en la parte norte de Latinoamérica y ella bien al sur. El hecho de que nuestra amistad haya crecido de una forma tan colosal al punto de que pudiéramos crear tal vínculo me parecía totalmente irracional, pero había sucedido, no era un invento mío.

-Siento que tengo que ir por ti, espérame, ya voy...- Dije para mí misma mientras doblaba a toda velocidad en la salida y me ponía en marcha hacia mi destino, que no sabía exactamente cuál era, más allá de la dirección que me habían dado. Mi objetivo ahora era rescatarla.

Se preguntarán, "¿Porqué tanto afán, tanta pasión en encontrar a alguien que apenas conoces?". Es muy simple, más allá de que ella y yo no seamos más que amigas, quizás no las mejores, esto va más allá de una simple amistad.

Es una unión indescriptible, además de que ella ya me había salvado el pellejo varias veces en oportunidades anteriores. Es decir, no estoy haciéndolo por devolver un favor, simplemente me nace hacerlo así.

Es una aventura más en mi vida, un regalo de mi Nochu.

Estuve manejando por la autopista cerca de dos horas, a veces aún subiendo la velocidad parecía infinita, como la línea entre el mar y el cielo.

Paré en una estación de servicio para cargar gasolina, puesto que según el GPS quedaba aún un par de horas más y quería asegurarme de que nada fuera a salir mal con respecto al auto, si debía escapar o algo no andaba bien no podía arriesgarme. Era la única que sabía la ubicación, de alguna forma, sobre donde se encontraba ella y las demás.

Terminé de llenar el tanque y revisé que no hiciera falta ninguna clase de líquido o aceite, cuando vi que todo estaba en orden y subí para hacer el trecho final que restaba, un automóvil a toda velocidad ingresó a la playa de estacionamiento y un hombre alto salió de él. Se lo notaba nervioso, puesto que sus movimientos eran bruscos, pero ¿Quién no estaría nervioso si su auto parecía un gran colador?

Presentía que lo conocía de algún lado. Tomé una llave de tuercas y la oculté en el bolsillo trasero de mis jeans, para así poder acercarme discretamente y que obviamente no se sintiera amenazado.

Llegué un poco más cerca y mi mente salió disparada por los aires... Kim SeokJin, el hombre más guapo del planeta. Me pregunto qué rayos hace aquí, con esas fachas y... ¿Quizás está en peligro?

-¡Kim sunsengnim!- Saqué a relucir el poco coreano que habíamos estudiado cuando estábamos juntas Ross y yo.

El nombrado se dio vuelta y cuando me divisó no sabía cómo actuar.

Traté de explicarle que no estaba en peligro y que si necesitaba ayuda para que finalmente me respondiera en un perfecto español.

-No te metas en mis asuntos.

-Pero señor Kim, puedo ayudarlo, no sé que le suceda ahora, pero claramente necesita una mano... Y un automóvil nuevo. Puedo llevarlo conmigo, le aseguro que estará a salvo.

Mafia de escritorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora