Autoimmunity

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Un grito de frustración se hizo presente en todo el lugar. Mientras tanto yo me preparaba para lo que fuera a pasar.

Estamos hablando de un tipo volátil, berrinchudo y malcriado. Treinta y tantos años y seguía siendo un niño de papi, vestía trajes más caros que mis autos, tenía la apariencia de un adonis y las mujeres que quisiera al alcance de la mano, además de conseguir todo lo que quería así fuera a punta de pistola.

¿Ya les dije que el dinero, a veces, sí lo es todo?

Hijo de un CEO poderoso, convertido en otro CEO poderoso. Pero había algo que no podía tener y su orgullo se hallaba herido. Él era la segunda razón por la que cambié mi identidad y me mudé de Corea del Sur.

-Ross, no puedes seguir evitándome. Tantos años lejos de mi y vengo a encontrarte gracias a que escribes de tu hermanito, eres tan tierna- gritó del otro lado de la puerta con un tono burlón.

Miré a Jk, hice un par de señas para que se pusiera detrás de mí así podría cubrirme mejor.

Estaba harta, harta de que el tipo creyera que soy una pertenencia, harta de estar corriendo de él en éste juego estúpido de escondite. Debería haber hecho lo que ahora hace mucho tiempo, el problema es que no contaba con el apoyo necesario. Pero todo a su tiempo.

Calculé la posición de Hades de acuerdo a la sombra debajo de la puerta. Sabía que no iba a estar desprotegido y que mínimo iba a tener un traje anti balas, eso sí, seguro sin perder el glamour.

Con dos señales tomamos nuestras posiciones y comenzamos a disparar. La puerta de acero quedó prácticamente fundida por la cantidad de munición que habíamos gastado. Cuando finalmente creímos haber terminado, detrás de la puerta no había nadie, como si ante el primer estruendo se hubieran esfumado en el aire.

Las únicas señales que dejaron atrás de que lo que había sucedido si había sido real, y no sólo un invento de nuestra ñoña imaginación hambrienta de acción, era un grafitti en el suelo con una estúpida carita sonriente de color amarillo y una tarjeta ejecutiva con el mismo motivo.

El maldito se estaba burlando de mí y yo jamás había tenido tantas ganas de volarle la cabeza en mil pedazos a alguien, o por lo menos tantas veces en un lapso tan corto de tiempo.

Antes de salir completamente tanteé en mi bolsillo para buscar mi navaja pero había olvidado que quizás quedó en alguna parte del mugriento bar.

Suspiré con rabia, e inmediatamente Jungkook me extendió su mano con unas barritas de metal doradas juntas.

-Iba a darte esto para tu cumpleaños pero supongo que la necesitas ahora- En un par de maniobras abrió una hermosa navaja mariposa azul metalizada, esa cosa brillaba más que mi futuro –Feliz no cumpleaños, supongo.

-Gracias conejito, ¿Cómo es que siempre cuento contigo últimamente? Ah, vas a hacerme llorar. Al rato voy a darte un abrazo- Soplé un beso hacia él mientras seguía en posición de ataque sin bajar la guardia, avancé unos pasos analizando cada movimiento totalmente en vano, pues todo parecía en orden.

De pronto un sonido de pisadas se hizo presente y me puse de espaldas en la esquina ciega del corredor, estimé la posición del intruso y cuando estuvo cerca, finalmente me abalancé sobre él poniendo mi nueva navaja en su garganta.

Un grito de miedo inundó todo el pasillo mientras me daba cuenta de las hebras pelirrojas que estaba sosteniendo. Quité el filo de mi arma inmediatamente para guardarla, di vuelta al tipo abrazándolo y trayéndolo hacia nuestra posición de cubierta, justo a tiempo cuando luces y estruendos se hicieron presentes.

Tapé los oídos de mi ahora nuevo protegido situacional e hice que se agachara mientras todo seguía siendo iluminado por el fulgor de los disparos. Jk llegó con más armamentos y respondió al fuego, haciendo que éste se incrementara.

Mafia de escritorasحيث تعيش القصص. اكتشف الآن