Capítulo 21

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Otro mes transcurrió con vertiginosa rapidez, durante el cual acontecieron sucesos que cambiaron muchos ámbitos de mi vida. Algunos para bien, y otros... no tanto. 

El primero y más significativo de ellos, fue que tuve mi primer encuentro sexual con Tania. Fue durante una mañana de miércoles, cuando decidimos saltarnos las clases para ir a su hogar y pasar el rato. Lo que comenzó como una escena meramente romántica, fue tornándose en una unión más apasionada e íntima. Un beso se convirtió en una caricia seductora, un simple abrazo fue modelándose a una posición comprometedora, donde la tenía atrapada debajo de mi cuerpo en su cama. Una insinuación más me bastó para desnudar su torso y que poco a poco el resto de la ropa fuese desapareciendo hasta quedar completamente desnudos, envueltos en las sábanas y con nuestras pieles fundiéndose por el deseo. 

No fue mi intención llegar a tanto, pues ni siquiera estaba preparado de ninguna forma posible para una situación semejante. Me sentía nervioso, temía estropear aquél momento y que Tania pensara que era patético, pero debo admitir que no pudo ser mejor, muy distante a mis vanas ensoñaciones. La inexperiencia de ambos resultó ser divertida, fue un factor clave que nos permitió disfrutar cada segundo sin pudor, tintados por una irónica inocencia. 

Batallé para colocarme el preservativo, pues no era lo mismo verlo en la clase de educación sexual e imaginarlo en mi propio cuerpo, que realmente hacerlo. Confieso que me cuestioné por qué Tania tenía un paquete de ellos escondido en su ropero, pero agradecí que aquél estuviera cerrado y completo, lo que mostraba indicios de que no los había utilizado con alguien más, y que sólo se trataba de una chica precavida que ya había contemplado compartir su cuerpo conmigo algún día que, honestamente, imaginé más lejano. 

El acto carnal fue lento, pero cargado de emociones para ambos. Fui cuidadoso con ella por temor a hacerle daño y, a pesar de que admitió sentir una molestia semejante a una presión en el vientre, me pidió que continuara. Mis movimientos fueron controlados, y en cada uno de ellos su respiración se volvió más profunda y pausada. De su boca escaparon un par de gemidos, consiguiendo que mi piel se erizara, la cual estaba húmeda por el sudor provocado debido a la proximidad y roces constantes entre nuestros cuerpos. 

Había cientos de adjetivos ideales para describir un momento como ese: único, romántico, memorable, intenso, cálido, cualquiera que se me pudiera ocurrir, pero ninguno me parecía suficiente para abarcar la totalidad de la plenitud que me embargó. Saber que fue la primera vez de ambos, queriéndonos, siendo el uno para el otro era una experiencia única, la cual debería compartirse sólo con aquella persona a la que uno quiere, y con el que siente una verdadera afinidad. 

Mi relación con Tania se vio fortalecida después de ese encuentro, o por lo menos fue así durante unas semanas, antes de que sucediera un evento el cual es punto y aparte. 

El segundo acontecimiento que marcó una diferencia significativa, alejándome de aquél mundo solitario al que yo mismo fui encadenándome, fue que recobré la confianza de mis viejas amistades luego de que los invitara a mi casa con esa única intención, disipando así la penumbra que me nublaba el juicio.

Me disculpé con cada uno de ellos, por haberme distanciado y convertirme en un maníaco enamorado, aficionado del romance y las cursilerías. Todos lo comprendieron, asegurando que el amor actuaba de distintas maneras en las personas, algunos eran más susceptibles a sus efectos que otros, y era evidente que yo pertenecía al primero de esos grupos, aunque no pude escaparme de sus burlas y comentarios.

Con la única que tuve una conversación más profunda, y en la privacidad de la sala de estar, fue con Catalina, pues quería conocer y comprender cuál era el motivo que le causó un revuelo tan angustioso tras la noticia de mi relación con Tania. Me dijo que realmente estaba feliz por nosotros, y que ella era la que debía disculparse por haber enloquecido, pero la situación con Alberto la tenía alterada y en un constante estado de ánimo decaído e irritable. Necesitaba del apoyo de todos nosotros, pues no le resultaría sencillo olvidar y superar a su primer amor, y sintió que la abandoné en un momento crítico para ella, cuando con anterioridad yo estuve en una situación similar a la suya, con la diferencia de que obtuve toda la atención requerida de su parte. Entonces todo había sido un malentendido, el cual se solucionó después de que prometiéramos seguir apoyándonos en cualquier caso y sobre cualquier circunstancia.

Para la chica que siempre me amóWhere stories live. Discover now