05| Visita de la Familia

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Septiembre 6

NARRADO POR MARY:

En cada mañana de Los Ángeles el clima tenía algo diferente que ofrecer y es que hoy solo hacia una plena brisa de comienzo de otoño, pero no era de extrañarse,  mañana podía hacer una calor como si fuera pleno verano. Por qué ciertamente no había meteorólogo que pudiera dar con ciencia cierta que pasaba en este clima.

Abrí las puertas corredizas que daban a la pequeña terraza y comencé a preparar mi café matutino mientras veía en la televisión una película que estaban pasando. Mis primeros días en Los Ángeles habían sido bastante reconfortantes y llenos de una rutina más adulta. Había tenido que hacer la compra, limpiar, organizar y decorar sola. Por primera vez sin ayuda de un estricto James.

Aún habían detalles para hacer, pero el más importante para mí en ese momento era hacer un cuadro bastante gigante para adornar una de las paredes de mi sala que a mi entender necesitaba vida.

Aunque para ser sinceros mi departamento era lo suficientemente espacioso como para trabajar en todo aquello que me gustaba y vivir como si fuera una casa normal.

Abrí los mensajes que estaban en mi ventanilla mientras hacia de mi pelo una trenza. Me enfoqué en un mensaje de Lucía de hace una hora que decía que vendría a verme junto a la tía Margo y Sofía.

¡Maldición!

Se suponía que yo vivía con mi prometido.

Le envié un mensaje a James para que me ayudará a localizar  a Juan Pablo y que este llegará a mi departamento lo más rápido posible. Me maldije por lo bajo por no haberle pedido su número.

¿Qué clase de prometida soy?

Por emergencias cómo esta se necesitaban los números de teléfonos.

Saqué el álbum de fotos de mi maleta que aún permanecía allí y lo puse sobre la mesa de la sala para que la tía Margo pudiera ver mis fotos tomadas durante el viaje.

Serví mi taza de café y comencé a cambiar de canales mientras buscaba algo mejor que no fuera en el canal de niños. No iba a poner en evidencia mi lado infantil ante ellos. Al final encontré que estaban dando BadBoys así que lo deje allí. Caminé al sofá donde planeaba acostarme un rato pero el timbre sonó.

¡Maldición!

Llegaron y Juan Pablo no.

Piensa, piensa, piensa....

¡Agh! La insistencia del timbre no me deja pensar.

Me encaminé a la puerta mientras procesaba mil excusas por la que un prometido no estuviera en la que se supone que es su casa a las nueve de la mañana.

Abrí la puerta encontrandome con Juan Pablo y no con quiénes creía.

Mierda, pensé que no ibas a llegar primero–le dije sintiendo como el alma me volvía al cuerpo–Realmente has avanzado.

Es que estaba en una tienda cerca–me dijo este con una sonrisa mientras pasaba.

¿Ya desayunaste?–le pregunté–Si quieres puedo hacer algo.

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