021| Momento Inédito

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Noche, Octubre 12

NARRADO POR MARY:

Hacia poco más de dos horas que me había alejado de todos. Sabía que estaba borracha porque comenzaba a reírme de cada estupidez que decía Mike y sabía que Mike también lo estaba porque había bebido la misma cantidad que yo, además comenzaba a aferrarse a mí para no caerse como si realmente yo pudiera sostenerlo.

Creo que todavía hay fuego entre nosotros–me dijo Mike aferrándose a mi cintura y pegando mi cadera a su cuerpo para darme una vuelta.

Empecé a reír como loca cuando di la vuelta. Una salsa sonaba de fondo y frente a tan buen bailarín no me pude negar a bailar. Sin lugar a duda hasta borracho se movía espectacular. Cuando terminó la música caminamos de vuelta a la barra. Me aferre a su brazo para no chocar con nadie en la pista. Mike se sentó en la silla y yo me quedé justo frente a él.

¿Venías sola?–me preguntó Mike.

No, vine con unos....–fui interrumpida por una voz.

Mary–la voz de Juan Pablo me llamó por algún lado–Te estaba buscando.

Yo no–comencé a reír como una loca con muchos problemas–Nos vemos mañana.

Me di la vuelta, pero su brazo me agarró. Estaba tan borracho como lo podía estar yo. Su aliento al hablar lo dejaba claro. Aunque estaba claro que se encontraba mas estable que yo.

¿Quién es tu amigo Mary?–preguntó Mike.

No soy su amigo, soy su prometido. Y si me disculpas creo que ya es hora de irnos–dijo Juan Pablo mirándome.

Ayyy...apenas me comenzaba a divertir–me queje.

Seguimos en el hotel con tu diversión y la sigues conmigo no con otros–dijo Juan Pablo–Ahora vámonos.

Agarró mi mano y tiró de ella. ¿Con qué fuerza? No lo sé, pero no me resistí. Caminé junto a él en silencio y sin decir absolutamente nada. No quería abrir la boca y decir todo lo que estaba pensando. Pensé que iríamos al hotel, pero en cambio llegamos a otro lugar.

Nos encontrábamos en algún lugar extraño de Las Vegas dónde se podía ver los edificios. Me senté en lo alto de un borde de concreto que parecía ser el barandal del lugar. Estando tan borracha no sé ni como lo logré.

Juan Pablo estaba parado frente a mí con su mirada puesta en algo que se encontraba detrás de mí. Miré sus ojos que estaban algo dilatados por el alcohol que había tomado, su cabello estaba despeinado y también algo apestoso a humo de disco. Pasé mis dedos por su cabello dejándome llevar por la brisa nocturna que nos golpeaba.

Estaba borracha y lo sabía, pero no quería hablar porque sabía que diría cosas que luego me arrepentiría. Aunque puede que la mayoría no lo recuerde mañana, pero tal vez él sí pueda recordar.

¿Podemos hablar?–me preguntó Juan Pablo.

Suspiré y cerré los ojos dejándome llevar por la brisa.

No quiero hablar–le contesté.

¿Por qué no?–me preguntó esté.

Estoy borracha, tú también lo estás. Siempre que hablo borracha digo cosas que no quiero decir y sobria me termino arrepintiendo–le respondí.

Todos los borrachos hacen eso–me contesto.

Abrí mis ojos para encontrarlo mirándome. Quité mis manos de su cabello y lo miré. Sus manos estaban posicionadas a los lados de mis muslos. Dejándome prisionera en mi propio espacio.

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