1. Maldita fiesta.

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Me gusta observar a Cole mientras fuma. A lo largo de nuestra amistad, me he acostumbrado a verlo hacerlo. Es un mal hábito en él, al igual que también es un hábito en mi caer enamorada de personas que jamás me amarán (como él).

No malinterpreten, no vivo amándolo en secreto, siempre me he caracterizado por ser una persona terriblemente directa, no me avergüenza que él lo sepa y lo prefiero así, prefiero saber que lo que siento fue escuchado por la persona que causa que mi corazón lata desbocadamente con una simple sonrisa.
El timbre suena, sacándome de mi burbuja y observo como Cole tira al suelo su cigarrillo para después pisarlo.

—Vamos, Camila, entrenamos a clase.

Tomo mi mochila y sigo a Cole, quien envuelve su brazo en mi cuello y yo tomo su mano. Los estudiantes nos observan con desdén, Cole nunca ha sido una persona bastante sociable a pesar de que todas las chicas del colegio están locas por él. Su círculo social es muy pequeño, en cambio yo siempre he sido una persona que no puede parar de hablar de cualquier tema.

—Me toca álgebra, greñudo—quito su brazo de mi cuello y él me sonríe con burla—es mi materia favorita, idiota. No me duele como a ti.

—Lo sé, cuando entres a mi semestre veremos si sigue siéndolo, es lo único que me consuela—Susurra, ruedo los ojos y el revuelve mi cabello. —Me largo a Historia, nos vemos luego.

Veo como desaparece por los pasillos y me adentro al aula una vez que dobla a la izquierda y se pierde de mi vista.
Me siento en mi banca de atrás y espero a que llegue el profesor Anderson, mientras acomodó mis cosas la voz de Melissa Hopper llena mis oídos.

—Hola, Cam—me sonrió y le devuelvo la sonrisa.

—Hola, Melissa.

Comenzamos a charlar hasta que el profesor entra a dar la clase, comienza a explicar el tema y yo rápidamente lo comprendo. Pone unos cuantos ejercicios y los resuelvo al tiempo que el timbre suena.

—Los checo el próximo lunes. Buen fin de semana.

Salgo de la aula y me dirijo a mi casillero tarareando una canción que escuche en la radio. Saco mis libros y dejo las cosas que no necesitaré más.

—Hola, Camila.

Volteó y me encuentro con la mirada celeste de Brooklyn, un chico que es conocido por no andar en muy buenos asuntos que digamos y que desgraciadamente, esta enamorado de mi.

—Hola, Brook.

—¿Vendrás a la fiesta de Dasia este fin de semana? Dicen que será muy buena, más que la última. —Me encojo de hombros y cierro mi casillero.

—No lo sé, Brooklyn. No tengo muchas ganas y no sé si Cole irá.

—Lo más probable es que no, ese tipo es un antisocial. No debería preocuparte si él va o no; yo iré. —Me acorrala en mi casillero y lo empujo un poco.

—Si no me llegará a importar Cole, mucho menos tú, Samuels. Y adiós, tengo química.—Lo empujo y comienzo a caminar a mi clase.

{Al día siguiente}

Es sábado en la noche, comienzo a arreglarme para la fiesta de Dasia mientras texteo con Cole y algunas amigas del instituto. Logre convencer a ese gruñón de ir. Cuando son las diez treinta, escucho el claxon de un auto y me asomo por mi ventana para verificar que es Cole. Me miro en el espejo una última vez y bajo las escaleras corriendo.

—Adiós, papi—besó la mejilla de mi padre, quien ve fútbol en la televisión—Adiós, mami—besó la mejilla de mi madre y gritó—No me esperen temprano.

—¡Te queremos aquí antes de las 3, Camila!—grita mi padre cuando doy un portazo.

Me acerco al auto de Cole, me subo y le doy un beso en su mejilla—Que amorosa—Dice, me rio y busco una buena estación de radio.

—Cállate y conduce.

Llegamos a la fiesta y apenas podemos encontrar un lugar donde aparcar, apenas entramos a la casa de Dasia, la música inunda mis oídos y sostengo la mano de Cole para no separarnos entre el gentío de estudiantes.

Llegamos a la barra improvisada y tomó un vaso de algo que al parecer es whisky. Cole ríe y se sienta en la sillón y yo lo sigo con otro vaso de whisky o lo que sea que es lo que tomé.

—¿Seré el conductor cierto?—gritó por encima de la música y asentí riendo.

—Serás el conductor designado—tomé un trago de mi vaso y moví la cabeza al ritmo de la música—¡Vamos a bailar!—Cole rodó los ojos pero igual cedió.

Comenzamos a bailar al ritmo de la música, formamos el típico círculo y todos bailábamos entre todos.
—Camila, ¿me acompañas al baño?—Me dijo Sara, una buena amiga mía y que andaba ya demasiado tomada, asentí.

Subí con ella y la lleve hasta el retrete, donde expulsó todo lo que se había bebido. Comenzaba a sentirme mareada, pero nunca he llegado a tanto.

—Te traeré agua.

Bajé y busqué la cocina, me adentré a ella para después buscar un vaso en la alacena. Lo llene de agua y cuando iba a girarme, sentí unas manos en mi cintura.

—No sabes cuánto he querido bailar contigo esta noche—la voz de Brooklyn inundo mis oídos, rodé los ojos.

—Brook, me encantaría oírte pero debo ir con Sara, me está esperando—intente zafarme pero el me apretó la cintura. Solté un chillido—Suéltame, idiota, me estás lastimando.

—No sabes cuánto he estado pensando en tu boca—se acerco a mi, tenia un fuerte aroma a drogas y alcohol. Lo empujé y me apretó más a él, busco mi cara e intento besarme pero lo empujé más fuertemente.

—Déjame, imbécil—le grité, me apretó de las muñecas y comencé a temblar.

—Que la sueltes, estúpido ¿no escuchas?—Gritó una voz atrás de mi, mi corazón latió desbocadamente.

Sé perfectamente lo que se avecina. Cole y Brooklyn siempre se han odiado y Brooklyn nunca desaprovecharía la oportunidad de una pelea.

—Y si no quiero ¿qué?—dijo Brooklyn, soltándome por fin.

Me acerqué rápidamente a Cole—vámonos, por favor. —Le susurré, cuando íbamos a salir de la cocina, Brooklyn tomó a Cole del brazo y le tiro un puñetazo en la nariz.

En un parpadeo, Cole ya estaba arriba de Brooklyn, mi mente zumbaba terriblemente y un círculo de gente estaba alrededor de nosotros.

—¡Camila, haz algo!—gritó alguien, sacándome de mi burbuja, torpemente y aturdida, me acerqué a la pelea intentando separar a Cole de Brooklyn, quien ya estaba con la nariz sangrando. Me acerqué a Cole tambaleándome.

—¡Cole, suéltalo por favor!—grite, Cole simplemente siguió lanzando golpes y comencé a desesperarme—¡Cole, por favor!

Tomé a Cole del codo y volteó salvajemente con su puño al aire, mi corazón se aceleró y cerré los ojos.

Maldita fiesta.

No without you, Cole.Where stories live. Discover now