—Te dejaré solo por hoy, pero no te libraras de mi tan fácil —repitió, vaya que Dániel era el único que no entendía.

Dániel se levantó y salió sin siquiera voltear a verlo.
Owen se quedo en aquella posición, sentado en la cama, con la toalla cubriendo de su cintura a piernas y con una erección bajo su ropa interior.

—Idiota —dijo con frustración.

Se sentía incómodo, con tal erección creciente bajo su ropa interior. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, una vez que bajó su erección salió de ahí y se volvió a acostar para seguir durmiendo, no sin antes haber cerrado la puerta de la habitación con seguro.

A la mañana siguiente, Owen se levantó lo mas temprano que pudo, se vistió y tratando de hacer el menor ruido posible salió de la casa.

Comenzó a caminar sin rumbo, pero fijándose bien en las calles por las que iba para saber por donde volver.

Después de una hora de caminata, terminó encontrando una escuela. Se sentó en frente y se quedó un buen rato ahí, viendo como todos los niños llegaban.

Minutos después, su celular comenzó a sonar, era una llamada de Tristan.

—¿Dónde estás?

—Tranquilo —rió— estoy frente a una primaria.

—Quédate ahí, no te vayas a mover, pasaré por ti para ir a desayunar algo.

—Okay —contestó para luego colgar.

Diez minutos después, una camioneta gris estaciono frente a él, Tristan conducía y Dániel iba de copiloto, se subió después de dar un suspiro, no sabía ni como mirar a Dániel.

—Owen, no puedes estar tan deprimido, te traje para que te distraigas.

—Lo siento —se disculpó.

—Sonríe idiota, tu no dependes de Dylan, sé feliz —lo regaño Tristan.

—No lo menciones —el solo hecho de escuchar su nombre le hacía querer llorar.

—Bueno, ya, por favor disfruta esto ¿si? —Owen asintió con la cabeza y se quedó callado el resto del camino.

La mañana pasó de lo más incómoda junto a Dániel, pero cuando menos recordó, ya iba camino a casa de Félix.

Una vez llegó a donde Félix le había indicado, tocó el timbre. Un niño que se le hacía conocido abrió la puerta.

—¿Qué quieres? —contestó grosero, ahí fue cuando recordó de quién se trataba... el niño que era compañero de Félix cuando aún estaba en la universidad.

—Busco a Félix.

—No esta —cerró la puerta. Owen volvió a tocar el timbre— ¿Qué? —preguntó el mismo niño en cuanto abrió otra vez la puerta.

—Quedé de verme con él —el niño volteó los ojos y abrió la puerta para dejarlo pasar.

—Espera en la sala entonces.

Owen pasó y cerro la puerta detrás de él. En cuanto llegó a la sala, había un chico pelirrojo junto a otro que sino mal recordaba era el novio de Félix. El niño se sentó en las piernas del pelirrojo, dejando a Owen confundido.

Sin decir absolutamente nada, espero pacientemente sentado en el sillón, tratando de no prestar atención al espectáculo que el pelirrojo y aquel niño del cual no recordaba el nombre estaban montando. Se la pasaban peleando, pero literal peleando... no discutiendo, el pequeño de repente le soltaba golpes por alguna cosa que le molestara, mientras que el otro le quitaba su celular en repetidas ocasiones y apretaba sus mejillas.

Apostando el DestinoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum