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—No puede traer animales a la escuela —habló una de las maestras en cuanto vio entrar a Daril con Bobby.

—No hará ruido —contestó mientras se pasaba de largo, la maestra suspiró.

—Bien —susurró— vengan al frente, por favor —señaló a Daril y a otro chico— como pueden notar, este año tenemos dos nuevos compañeros... ¿pueden presentarse?

Daril no dijo nada, por lo que el chico que estaba a su lado habló primero.

—Mi nombre es Jessie, tengo 15 años y perdí un año, por eso estoy aquí —dijo con una sonrisa— espero encontrar buenos amigos aquí —Daril soltó una risa.

—Soy Daril, tengo 14 y no debería estar aquí... ah, ella es Bobby —la levantó un poco.

—Pueden sentarse —habló nuevamente la maestra— Dianne, ¿puedes hacerte cargo un momento? Vuelvo en seguida.

Una chica de cabello rubio se levantó de su asiento y se sentó en el escritorio, todos se quedaron callados mientras la observaban. Cinco minutos después la maestra regresó.

—Daril, ven un momento por favor —llamó mientras solo asomaba la cabeza por la puerta.

Daril se levantó de su asiento y a paso lento se acercó a la maestra, con una cara de fastidio.

—Tu mamá esta por venir —empezó la maestra— para llevarse a... Bobby.

Daril bajó la mirada claramente molesto, si, tenía mucho que agradecerle a la señora Beckett... pero solo le podía llamar mamá a una persona, y esa persona no era ella.

—No dejaré que se la lleven —miró a la maestra.

—Lo siento Daril, no se puede quedar, ¿crees que puedas ir solo a la dirección? No puedo dejar la clase por tanto tiempo —le sonrió amable, aunque para Daril no lo pareciera.

Daril suspiró, hace bastante no se relacionaba con chicos de su edad, la mayor parte de su vida había estudiado en casa y cuando sus padres murieron su tutor lo había inscrito en varias escuelas y en ninguna se había quedado por más de medio año... y en ninguna había hecho amigo alguno. Hasta que convenció a su tutor de que lo inscribiera en la universidad donde habían estudiado sus padres y donde se habían conocido.

Aunque al final había terminado nuevamente en secundaria, gracias al "estúpido" de su tutor y a los padres de Félix quienes habían insistido para que entrará a esta debido a que "no podía saltarse una etapa tan maravillosa."

—Daril, lo siento pero tendré que llevarme a Bobby —sonrió la mamá de Félix, quien recién había llegado.

—Entonces yo también me voy —se negaba a regresar solo a ese salón de clases lleno de niños inmaduros... pensó Daril, si no era con Bobby, entonces no volvería.

—Haz un esfuerzo ¿si? Veré que puedo hacer para que te dejen traerla pero al menos hoy tendré que llevármela —tocó su hombro, tratando de hacerlo entender.

—Esta bien —Daril extendió a Bobby, la mamá de Félix la tomó.

—Bien, vuelve a clase —le sonrió mientras revolvía un poco su cabello.

Daril caminó de vuelta a su salón de clases, no podía creer que esto estuviera volviendo a pasar.

El día fue aburrido, nadie se acercaba a él, cosa que no le molestaba pues si era sincero consigo mismo, prefería aquello antes de tener que lidiar con el tipo de personas que había en ese lugar. A la hora del almuerzo, se tuvo que sentar en una mesa al fondo.

—¿Puedes verlo? Dios, es extremadamente raro —habló Dianne— digo ¿quién trae a su perro a la escuela? Oh, y encima lo presenta también.

—No has hecho más que hablar de él —contestó Melissa, media hermana de Dianne— para mí que te gustó —sonrió de manera burlona para molestarla.

—¿Qué? No digas tonterías, ¿cómo podría gustarme alguien tan raro como él?

—No dejas hablar de él, tú usualmente no eres así —rió.

—Simplemente no —rió nerviosa— míralo nada más.

Melissa y Dianne voltearon a ver a donde Daril se encontraba. Daril tenía el brazo extendido sobre la mesa y la cabeza recargada en este, ni siquiera había tocado su almuerzo y su rostro no daba más que "lastima," según Dianne.

—Muy raro y todo, pero te gusta —levantó los hombros, justo antes de darle una mordida a su sándwich.

La semana pasó lenta para Daril, seguía sin poder hacer algún amigo y no le habían permitido llevar a Bobby. Sabía que era muy tonto pensarlo, pero los chicos de su edad eran muy raros. Ni siquiera Charlie se le acercaba a pesar de que siempre hablaban por mensaje.

Era viernes, ya se había acabado la última clase por lo que todos estaban guardando sus libros y demás en sus respectivos casilleros. En cuanto Daril abrió el suyo, una hoja doblada color rosa cayó a sus pies.

—¿Qué... diablos? —susurró mientras volteaba a todos lados, no encontró nada fuera de lo normal.

Abrió la carta y se sorprendió al leer lo que decía.

"Hola. sé que probablemente esto resulte un poco extraño para ti.
Quería decirte que me gustas, tu actitud misteriosa me atrae y me gustaría llegar a ser algo tuyo pero simplemente no me atrevo a hablarte... desde que te vi supe que tú serías para mí, debo admitirlo... fue amor a primera vista aunque suene estúpido, ridículo o lo que quieras pero puedo jurar que sentí algo especial desde el momento en que te vi. Amo ver como siempre estás tan distraído pero reteniendo todo, no sé si me explico, eres realmente lindo.
Es muy tonto hacerme ilusiones contigo, sé que jamás me harás caso y eso duele un poco.
Eso es todo.

Pd. El suéter gris que traías ayer me encantó".

Daril se quedó confundido, ¿quién podría haber escrito algo tan cursi y estúpido?

Apostando el DestinoWhere stories live. Discover now