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Owen estaba junto a Tristan y Dániel, esperando en el aeropuerto a que la madre de Tristan fuera a recogerlos.
Owen estaba de lo más incómodo, no sabía que Dániel estaba incluido en los planes, todo el camino de ida en el avión estuvo maldiciendo a Tristan por no haberle dicho.

—Quita esa cara —habló Dániel.

—Eres la persona con la que menos quiero hablar en este momento —se apartó de Dániel.

—¿Qué hice mal?, ¿por qué estás enojado conmigo? —se volvió a acercar.

—Ahora no Dániel, te lo pido —lo alejó un poco nuevamente.

—Necesito hablar contigo de cualquier modo... respetaré lo que me dices, pero no te vas a escapar de ello.

Owen ignoró a Dániel, no estaba de humor para soportarlo.

Media hora más tarde, los tres ya estaban en casa de Tristan. En cuanto llegaron, Owen salió al patio trasero para poder llamar a Félix.

—¡Owen!, ¿cómo estás? —preguntó Félix en cuanto contestó.

—Bien, todo bien —sonrió, hace tiempo no hablaba con Félix.

—Me alegra saberlo —hizo una pequeña pausa— ahorita estoy un poco ocupado, ¿sabes? Pero qué te parece si vienes mañana en la tarde a mi casa, te escribiré mi dirección por mensaje.

—Okay, ya hace falta vernos —soltó una risa.

—Lo sé —rió también— bueno, te espero mañana.

—Nos vemos...

Colgó la llamada y se quedó un rato sentado afuera, la noche estaba agradable. Y ahora que se ponía a pensarlo, en ningún momento le dijo a Félix que iría, tal vez ¿Tristan le había dicho?
No tenía idea, pero no quería ponerse a pensar ese tipo de cosas justo ahora.

—Owen, ven para mostrarte donde te quedarás —habló Tristan, sorprendiendolo.

Sin decir nada, lo siguió.

Cuando estuvo en la habitación se fue directo al pequeño baño, abrió la regadera y se sacó toda la ropa. Diez minutos después, salió con una toalla enrollada al rededor de su cintura.
Abrió su maleta y sacó su ropa interior, se la colocó y dejo la toalla a un lado, se acostó en la cama así como estaba y apagó la lámpara de la mesa de noche. En un par de minutos había caído dormido.

En plena madrugada, sintió algo, o más bien alguien, ponerse arriba de él, para después comenzar a besar su cuello.

—Para Dylan —dijo inconscientemente, sin abrir los ojos.

—Puedes pensar que soy Dylan si quieres, pero no te vas a escapar de mi —en cuanto escuchó aquello abrió los ojos alarmado, era Dániel.

—¿Qué haces aquí? —lo apartó, pero como Dániel era mucho más grande y fuerte que él le fue un trabajo imposible.

—¿Qué parece que hago? —levantó las cejas y colocó sus manos en el pecho de Owen.

—No me toques —trató de quitar sus manos.

—Deberías simplemente disfrutar —le sonrió sin mostrar los dientes mientras bajaba una mano para posicionarla sobre el miembro de Owen.

—¡No me toques! —dijo aún más alarmado, quitando la mano de Dániel— vete de aquí por favor.

—No me iré Owen —rió— ¿te pones nervioso? —volvió a poner su mano donde mismo, pasando sus dedos de arriba a abajo.

—Te he dicho que no me toques —detuvo su mano y como pudo sacó a Dániel de encima suyo— vete ya —bajo la mirada, mientras se tapaba con la toalla que antes había utilizado.

Apostando el DestinoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt