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Había pasado una semana de que las clases habían empezado. Owen se encontraba en su habitación, estaba simplemente escuchando música. Últimamente pasar el tiempo en su habitación era un infierno. Sus compañeros de cuarto se la pasaba peleando.

Nunca había un rato de silencio y tranquilidad cuando los tres estaban en la habitación. Afortunadamente, ninguno de los dos se encontraba en ese momento. Por lo que Owen había aprovechado para escuchar algo de música y empezar a trabajar en su proyecto de música.

Tras una hora de haber estado trabajando en ello, uno de los compañeros de Owen entró a la habitación, cinco minutos después entró el otro. Era claro que estaban molestos, por lo que Owen simplemente tomó su celular, audífonos y su cartera para salir de la habitación.

Realmente no tenía a donde ir, tal vez podía ir a la habitación de Dylan, pero tendría que preguntarle primero, por lo que marcó su número. Después de varios segundos Owen colgó, lo más probable es que estuviera dormido o que si celular no tuviera batería.

¿Ahora qué? Owen comenzó a caminar, hasta llegar a la cancha de football, en donde se sentó un buen rato simplemente a observar la noche.
¿Cuándo había cambiado tanto su vida? Dio un suspiro.

Quince minutos después se levantó de donde estaba sentado y comenzó a caminar en dirección a la farmacia. Una vez adentro compró un café, dulces y galletas.

Se sentó afuera de la tienda a tomar el café. No hacía frío, pero había demasiado aire y parecía que en cualquier momento empezaría a llover.
Todo era realmente extraño, se sentía realmente extraño. Jamás hubiera imaginado terminar con alguien como Dylan.

Siempre pensó que cuando terminará de estudiar regresaría a su casa, para casarse con aquella chica que su madre había elegido para él y tendría una vida buena pero infeliz, llena de mentiras. Pero justo ahora todo aquello ya ni siquiera tenía sentido.
Quería hacer su vida con Dylan, y realmente no le importaba que fuera un chico. Era feliz con él y eso era lo que más importaba en ese momento.

Owen dio el milésimo suspiro de la noche antes de levantarse.

De regreso a los dormitorios, Owen, para llegar lo más antes posibles se fue por la cancha de football.
Cuando de repente, unas voces llamaron su atención, haciéndolo detenerse. Conocía a la perfección aquellas dos voces.

—Esto no esta bien, Dylan.

—Sólo escucha lo que tengo que decir, por favor.

Owen observaba todo desde donde estaba. Sin que lo quisiera, sus ojos se pusieron llorosos, pero se evito llorar. Salió de ahí casi corriendo, tratando de no ser visto.

Momentos atrás había estado pensando en lo feliz que Dylan lo hacía, momentos atrás había estado pensando en que quería pasar el resto de su vida con él.
Ahora entendía porque Dylan no había contestado su llamada.

En cuanto llego a su edificio de habitaciones dio un suspiro antes de entrar a la habitación. Y en cuanto trató de abrirla se llevó la sorpresa de que estaba cerrado.
Tras tocar por varios minutos, uno de sus compañeros de habitación abrió al fin.

—Lo siento —empezó el chico— olvidamos que te habías ido.

Owen no contestó, estaba realmente mal para preocuparse por sus tontos compañeros de cuarto.
En cuanto estuvo en su espacio de la habitación se quitó la playera y seguido el pantalón para así acostarse en la cama.

Había dicho que no iba a llorar, pero era imposible no hacerlo después de ver tal cosa. ¿Tan poco le importaba a Dylan?, ¿aquella chica que lo había engañado era mejor que él?

Se sentía miserable, sin duda alguna. Las lágrimas comenzaban a bajar por sus mejillas. ¿Tan poco duro su relación? Pensaba que Dániel era un idiota sin sentimientos, pero al menos él había tenido la precaución de decirle algo antes de que sus sentimientos siguieran creciendo. Pero, ¿cómo se supone que debería sentirse ahora? Dylan nunca le impidió nada. Empezó a quererlo ciegamente olvidando el tipo de persona que era él.

Y justo ahora, ¿qué importaba si sus compañeros lo oían llorar?

Cubrió su rostro con la cobija. No podía ponerse así. Tal vez no era lo que creía, tal vez debería dejar que Dylan le diera una explicación.
No... lo que escuchó fue claro.

"Esto no esta bien, Dylan." ¿A qué más podía referirse? De seguro Dylan era quien se había metido con ella. Y esa era su respuesta, porque ella sabía que Dylan estaba con Owen...

Todo tipo de cosas pasaban por la cabeza de Owem. Todo tipo de excusas y razones tontas.

Decir que pudo dormir aquella noche sería una vil mentira. Sin duda alguna sus ojos terminarían tan hinchados por tanto llorar a la mañana siguiente.

Apostando el DestinoWhere stories live. Discover now