Capítulo XLVIII El bautismo

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Aquí va la primera parte del final ... 

La mañana del sábado 10 de julio de 2019 estaba comenzando, Lizzy y Will habían decido festejar el bautismo de sus hijos haciéndolo coincidir con el aniversario número dos de la inolvidable mañana del 7 de julio del 2017 en que se habían conocido.

Se preparaban para ir a la iglesia a las once, pero todos, absolutamente todos sabían que la nueva familia Darcy era impuntual, con tres hijos, tres carros, tres bolsos, no alcanzaban las manos, las horas, los minutos y los nervios.

Sofía ya cambiada con un hermoso vestido blanco y coronita sobre su cabeza esperaba a que alguien la tome en brazos para salir mientras decía mmmmm queriendo decir mama y aaaaaaa queriendo decir papá con tan solo ocho meses de vida, hacía todo tipo de imitaciones de  sonidos y tenía miles de  ruidosos, coloridos y luminosos juguetes que prefería no prestar.

George se paraba solo con fuerza y sostenido de todo lo que podía, caía una y otra vez de diferentes modos, pero no se amedrentaba, si no lo dejaban pararse lloraba y hacía escándalo, por lo que todos habían decidido, luego de levantarlo mil veces y forcejear por que se quede quieto, dejar que se arrastre y repte por toda la casa intentando pararse y aterrizando cada dos por tres. Estaba en su coche atado,   era la única manera de saber que llegaría  sano y salvo a la ceremonia, agitaba sus pies más rápido que le movimeinto de  piernas de una liebre en carrera, no podía estar quieto. Tenía un traje color celeste claro y una camisa blanca preciosa que hacía resaltar el color de sus ojos y su pelo crespo rubio, era un bebe muy hermoso.

Will pequeño seguía en su roll de niño  observador, tenía un  traje color  azul claro, su palidez habitual y una mirada azul intrigante, se sorprendía por todo lo que veía, era muy interesante verlo atrapado en las más remotas situaciones, parecía analizarlas, y tener su propia y silenciosa opinión de todo, pero permanecía mudo, sin muchas sonrisas, contemplativo y a veces   fruncía el ceño cuando lo sacaban de su posición de sentado o lo movían para cambiarlo demostrando hostilidad . No estaba interesado en mover  sus piernas aún y  siempre que podía le sacaba juguetes a Sofía, que lloraba desconsolada mientras él miraba a todos lados sorprendido por la reacción de su hermana,  y sin entender qué le pasaba a la niña.

Lizzy estaba de muy buen de humor en las últimas semanas, intentaba no contradecir en nada a William y si lo hacía pensaba bien ante qué situación, se había olvidado de reaccionar sin pensar,  para evitar malos momentos. Amaba el verano,  por lo tanto salir de paseo con los niños la despejaba y la había hecho recuperarse físicamente muy bien de su embarazo, estaba delgada como siempre y radiante como nunca antes.

Esa mañana Tris la ayudaba a colocarse el vestido que usaría para el bautismo, una solera celeste, sandalías plateadas, nada exagerado; tenía varias alternativas para cambiarse en caso de que alguno de los bebes la ensucie. Ese era el clásico en los últimos meses, nada duraba sin manchas en la casa Bennet, ni siquiera la ropa impecable del Sr. Darcy,  y hasta el sillón de pana blanco pedido a medida a no sé sabe bien qué lugar exótico del mundo que solo él conocía. 

Esa era la última ocasión que había dado motivo para una gran pelea, Lizzy había decido subir con George que comía una galletita de chocolate al escritorio de Will, quería hacerle unas consultas de los invitados al bautismo, George con el ánimo de andar solo, apuntalado con cada cosa que le permitía sostenerse, tocándolo todo a su paso, había manchado todo el sillón con chocolate, Will al notar las manchas había exagerado un poco en el tono y había sido suficiente para que otro gran lio se armara en la casa Bennet, desde ese día una nueva regla incorruptible imperaba en la familia , los niños tenía prohibido por su padre  subir al escritorio con comida en sus manos.

El sueño de William DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora