Capítulo XLI Captar el momento

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William había vuelto a perderse en su mundo, el embarazo de Elizabeth y algunas situaciones en las que se habían vuelto a manifestar diferencias entre ellos, habían retraído a Will. Seguía en tratamiento y eso planteaba un buen pronóstico, pero en la vida cotidiana los resultados no se notaban, era orgulloso, obstinado y reticente a pedir disculpas. Elizabeth intentaba concentrarse en su embarazo, pero era caprichosa , obstinada y rencorosa, jamás se acercaría a hablarle sin que él le ruegue disculpas, o al menos eso creían ambos.

El amor no estaba en juego, Elizabeth sabía que Will la amaba , pero amar a veces es dar más allá de lo que se tiene, no es decirlo o hacer regalos caros y finos, no es decorar o restaurar una casa de manera maravillosa, amar es algo mucho más enorme, es hasta dejar de ser quien uno es por momentos, para brindarse al otro o a la situación, es saber que vale la pena el esfuerzo, más allá de lo inmediato, amar es grandioso aunque por instantes dejes de lado tu propia necesidad y tus propios objetivos , y eso era más difícil para Will que para Elizabeth.

Elizabeth estaba embarazada de tres bebes, entregada a toda la situación en cuerpo y alma, aunque a veces le costaba, desde el mes de septiembre solo trabajaba desde la casa, dibujando para Charlotte y para Tris las vidrieras que ellas decoraban, faltaba muy poco para dar a luz, ¿y él?, él no se había comportado a la altura de la circunstancias según la mirada de Elizabeth en varias oportunidades, y como no se retractara, habría consecuencias.

Hacia algunos días no se hablaban, todo había comenzado porque ella no permitía que una persona se quede a tiempo completo en la casa en los últimos meses del embarazo y él, no era capaz de levantar un plato de la mesa y acercarlo a la cocina.

Will había aceptado entonces que una persona estuviera hasta las cinco de la tarde, horario en que él podía organizar su trabajo y volver a su casa. Elizabeth estaba muy bien con el embarazo, pero, a veces hacía cosas que no debía, creyendo que todo lo podía.

Así iban entre discusión y discusión, una tarde en que Will se había demorado y la persona que los ayudaba se había retirado ella había estado buscando unos libros en la biblioteca de su antiguo cuarto que ocupaba toda la pared, mal subida en una silla, la silla había perdido estabilidad y había terminado en el piso golpeándose la rodilla, los bebes estaban bien y ella se reponía de la inflamación en la rodilla pero, Will no le perdonaba el descuido.

Él lo tomaba como un acto de irresponsabilidad, ella no entendía cómo podía enojarse por su caída, aunque reconocía que no debía exponerse a ninguna altura en ese estado. Con casi ocho meses de embarazo había cosas que debía postergar, o pedir ayuda para resolver, ella era obstinada, la poca movilidad de los últimos meses la estaba afectando y no poder hacer su vida habitual la incomodaba un poco.

Habían tenido una larga discusión en la que él le había dicho como últimas palabras:

"Debes aprenderte la lección del doctor, eres madre desde que te quedas embarazada, debes postergar algunas cosas por tu salud y la de los niños, ahora casi no puedes mover una pierna ¿piensas seguir?"

A lo que ella había contestado:

"Y tú eres padre desde que yo me he quedado embarazada, porque tú has querido hijos desesperadamente desde el día de la boda, pero no he visto que hayas modificado nada de tu vida, ni siquiera sueñas con cancelar algo de tu vida profesional desde hace 8 meses"

Nadie había vuelto a hablar, las dos cosas eran ciertas, Will hacía su vida normal, trabajaba volvía a la casa, jugaba al tenis, las horas que no trabajaba en la empresa o en las obras estaba en su estudio del segundo piso, había resignado su vida en la mansión que era todo un cambio para él, pero eso para Elizabeth no contaba.

El sueño de William DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora