Capítulo XXXVIII Dibujar y amarte

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Dibujaba perfecto, el arte de sus manos era evidente, la precisión, cada  detalle, ella sabía de dibujo porque su madre durante toda la vida la había hecho pintar y dibujar, explicándole la importancia del arte en todos los demás aspectos de la vida y en  el en funcionamiento del cerebro. Will, tenía todo ese talento y más.

Elizabeth miraba los dibujos y era evidente que   se trataba de su casa de Londres, creyó reconocer los dos leones en la mampostería de las ventanas, esos leones estaban en su casa de Maida Vale, miró mejor y era cierto, Will era tan detallista que había dibujado hasta los leones de la mampostería, era su casa de Maida Vale, restaurada en un segundo dibujo.

En el tercero no había garaje en la casa, se presentaba un amplio espacio que decía " SALA" con el mobiliario perfectamente dibujado, un nuevo lugar que parecía que ya tenía dueño y ese era él, un  maravilloso y blindado escritorio, todo lo demás más o menos era igual, muy bien dibujado, la habitación matrimonial un poco más amplia y había agregado muebles. Era un proyecto envidiable para haberlo realizado en 4 horas, nueve dibujos de un valor incalculable, precisos, pensaba Lizzy, este Darcy era perfecto desde donde los mires, menos cuando fruncía el ceño, eso era seguro.

Estaba más enamorada que nunca, miraba los dibujos y no lo podía creer. Había una inscripción en la última hoja en latín:

"et beati, si nos non possumus nisi hoc loco me tibi offerre mei"

Lizzy no entendía latín, tomó su celular, y googleo, la traducción decía:

Si en este lugar no somos felices, solo puedo ofrecerte mi corazón...

Se le llenaron los ojos de lágrimas, se sentía fatal con William, había sido muy injusta en su conducta, él realmente se esforzaba con ella, la amaba, podía notarse en cada cosa que hacía, dejaría de una vez de fastidiar con sus pavadas. Tuvo deseos de llamar a su madre y contarle, que por una vez un artista del dibujo, como ella, le había hecho entender lo que ella hacía años intentaba, que muchas veces era caprichosa. Se sentía fatal, inmadura. Le volvió a faltar el aire, en ese momento y William no la estaba abrazando, sentía algo raro, cansancio. Decidió tomar agua y recostarse, la emoción del dibujo y verlo a él tan tranquilo descansando la tentaban, había algo en su cuerpo que no respondía como era habitual, sobre todo por la mañana y se dormitó.

Cuando volvió a mirar el reloj eran las once de la mañana, habían pasado tres horas, decidió levantarse sin hacer ruido y bajar a desayunar, Will necesitaba descansar al menos dos horas más para conducir hasta Londres, saldría a caminar y volvería pasadas la  una, tenían que volver por las obligaciones, estaban como dos adolescentes huyendo por las afueras de la responsabilidad laboral. Volvió a pensar en su conducta, eso tenía que modificarse, perdería a Will si mantenía esa conducta y de solo pensarlo se le estrujaba el estomago y se le oprimía el corazón, perderlo no era una opción en su vida, prefería morir.

Se sentó a desayunar, el olor a café la descompuso, tomó un sorbo de agua y se recupero, se sirvió té, era raro, el café toda la vida le había gustado. Se sirvió una tostada con dulce de moras y volvió a tener la sensación de falta de aire, tomó rápido el desayuno y salió a caminar avisando en la recepción del hotel que estaría cerca por si Will preguntaba. En el centro de la localidad había algunos negocios, Lizzy quería comprarle algo a Will, no sabía qué, era muy difícil regalarle algo a él, dentro del comercio había un sector de antigüedades en donde se exhibían objetos que habían pertenecido a Churchill ya que él había vivido en el palacio de Blenheim cercano a la localidad, y otras antigüedades, Lizzy pensó en comprarle a Will un pisa papeles con el palacio con base de oro, para su nuevo escritorio, si lo construía tendría que comprar objetos para decorarlo, había también un porta lápices que había pertenecido a William Chambers un arquitecto famoso del siglo XVIII en Londres y un tablero de dibujo, Lizzy se entusiasmo y dejo mil quinientas libras en los tres objetos, William se enojaría, pero ella quería comprar esos regalos para colaborar con la decoración y para agasajar a su bello amor, que ahora era considerado para ella un artista encubierto.

El sueño de William DarcyTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang