No te vayas, amor mío

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Sus palabras me dejaron en las nubes, pero también algo inquieta. Vale, sentía algo por él pero definitivamente no quería enamorarme, no era el momento para pensar en ese tipo de cosas, tenía que salvar mi pellejo.

-Si alguien vio eso te arrancan la cabeza-dijo enseguida una voz retumbante de mujer. 

-¡¿En dónde diablos estabas, Aquimea?!-respondí furiosa-. Te necesité ¡¡Casi me matan!!

-Ahora sí que me vas a necesitar estás en la lista negra de todas las concursantes, eres su primer objetivo por su propio orgullo y también porque se sienten amenazadas...

-¿Amenazadas por mí? Ni siquiera se coger una espada de la manera correcta y ni hablar del arco y las flechas.

Rio suavemente.

-Es que tu no te viste mientras tratabas de ganar la primera vez...tu cara de...

-Vale, vale, no lo quiero saber-respondí-. Pero ¿qué debo hacer ahora? El plan...

-Oh, Ahkmenrah no lo sabe todo. Menes se dejó atrapar a propósito para despistar, aunque si fue un imprevisto pues estaba desesperado por ti, el asunto es que solamente atraparon a dos de nosotros y los otros siguen desaparecidos, nadie sabe en donde está, el plan sigue en pie, y ya tenemos dos distracciones.

Mis energías se renovaron y en un pestañeo Aquimea desapareció de mi vista y fue reemplazada por una mujer de cabello negro largo  precioso, con piel blanca y ojos claros, el prototipo de mujer con la que hasta yo admiraría a pesar de ser heterosexual. Me sonrió irónicamente y si no me hubiese apartado dos pasos su espada me habría rebanado la garganta limpiamente.

Hora de correr.

Salí del cubículo en el que me encontraba lo más rápido que pude, el público ovacionaba como loco y yo estaba atrapada, a la carga venían tres mujeres que me cerraban el paso por todos lados y por abajo la mujer hermosa me sonreía con sarcasmo, vaya suerte.

No tenía ni una jodida arma. 

Traté de empujar a una mujer y ni bien la toqué cuando cayó al suelo retorciéndose, en seguida cogí su espada y fingí haberla acuchillado, agradecí que nadie más se haya dado cuenta de que Arquimea estaba detrás de todo eso, inmovilizó a la mujer y luego la dejó inconsciente dándome el tiempo suficiente para correr, mis sentidos agudizados me decían a donde ir, me encontré con trampas a más no poder, una espada casi me amputa el pie, pero me aparté lo suficientemente de prisa para que me dejara un rasguño profundo. 

-Coge ese papel-dijo Arquimea desde abajo y me pegó tal susto que casi caigo al vacío.

Lo cogí rápidamente, dándome cuenta de mi situación desesperada, pues varias mujeres me perseguían desde todos los ángulos. 

Cuando lo tomé todas pararon y parecieron aún más enfurecidas. Era una carta de protección, me daba inmunidad a los ataques durante un cuarto de hora, no me atacaban ni yo atacaba.

Me relajé por un instante y vi como se masacraban entre ellas. 

Entonces algo fuera de lo común sucedió...¡boom! Una bomba estalló a unos metros de mí, pasados apenas tres segundos otra bomba azotó la zona sur de las tribunas y finalmente la última explotó frente al trono.

Una confusión total se desató a mi alrededor era como ver a las personas durante un sismo, todas salían desesperadas, empujándose con pavor. Por mi parte todo estaba bien pues nadie entró a la zona de guerra, sin embargo las otras concursantes estaban aprovechando la conmoción y venían a por mí otra vez. Por suerte el heraldo tuvo la delicadeza de parar los juegos y pedir a las concursantes que regresaran a las habitaciones pre batalla, no conocía el lugar, pero las seguí.

En cuanto llegamos se nos avisó que el ejército griego había roto los acuerdos de paz y que había atacado en conjunto con una conspiración interna dirigida por Killa, pero que en sus planes no estaba la muerte de su hijo...

¡¿Qué?!

Ahkmenrah...

¿Dijo muerte?

Todo el mundo se me vino abajo de repente, no podía moverme, ni siquiera pensé en respirar, Ahkmenrah muerto...en mi mente se repitió el episodio de la bomba, justo cayendo enfrente de él y no pude evitar que una lágrima saliera de mis ojos...no podía ser posible...él no podía morir, él era...era Ahkmenrah, el próximo Faraón.

Aún sorda por los estallidos, llorando por la desgracia y agotada por la batalla me dejé llevar por alguien a quien ni siquiera vi a un lugar que ni siquiera supe, no hasta que quedé encerrada en una habitación de estilo egipcio, escuchando apenas como afuera se desarrollaba una guerra y notando como el corazón se me rompía al saber que aquel hombre que quiero había desaparecido...

Dormí.

***

-¡¡¡AHKMENRAH!!!-grité como una loca después de la pesadilla.

Me paré fría por el terror y sudando. Puede que la descripción de lo que pasó en ese momento no fuese tan terrorífica, pero es que enterarte de que alguien que viste hace tan solo unos momentos ahora era una sombra en un mundo infinito te impactaba como nunca, y más si ese alguien era un ser querido.

Lloré y traté de volver a dormir, no supe si era más cruel estar consiente o soñando. 

Después de unos minutos inútiles me levanté y escruté la habitación, no había nada más que la cama, veladores y armas para la batalla, intenté abrir la puerta, pero estaba atrancada, una desesperación se apoderó de mí al estar incomunicada.

Pasó un día y una noche.

Los peores momentos de mi vida.

Y fue entonces cuando la puerta se abrió.

Killa tenía una mirada desesperada y con un gesto me pidió que la siguiera.

-No todo es lo que parece-dijo-. Vivimos repletas de engaños.

La seguí.

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⏰ Last updated: Nov 06, 2017 ⏰

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Enamorada del hijo de un FaraónWhere stories live. Discover now