En el calabozo (1/3)

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El primer día de encierro fue el peor, mis fuerzas se centraron en golpear las puertas y pedir a gritos que me sacaran. Pasé así al menos dos horas seguidas. Cuando por fin entendí que de nada serviría y que debía descansar por el golpe que había recibido en la cabeza, me senté y pensé que si por la fuerza no podía salir, tenía que usar la inteligencia. 

La primera comida se sirvió apenas quince minutos después de que dejé de gritar como una loca. No me quejo, al menos Ramsés se había encargado de que los banquetes en mi última semana de vida fueran deliciosos. Comí a la desesperada...la carne estaba deliciosa y junto con el vino le daban un toque de excelso placer. Irónicamente, el guardia que vigilaba la entrada se había dormido, lo cual no me daba ninguna oportunidad para salir, pero al menos tenía tiempo para trazar un plan o algo por el estilo, sin ser observada. Traté de organizar las ideas en primer lugar.

1.-Debía salvar a todos los que vivían bajo tierra enamorándome de la persona correcta.

2.- Me quedaba una semana de vida porque pensaban que matándome evitarían el primer punto de la lista.

3.- Probablemente a estas horas Gracia y Egipto ya debieron haberse destruido la una a la otra.

4.- Killa debió haber sufrido la ira de su esposo, y tal vez está buscándome.

5.- Nota mental, Ahkmenrah es un idiota en toda categoría.

Admito que el último pensamiento me tranquilizó un poco, incluso me hizo sonreír. Tenía tantas cosas en mente..., a propósito de que no tenía ni la más mínima idea de qué había pasado con la "tierna hermanita" de Ahkmenrah, Arsinoe...tal vez ella misma quisiera sacarme los ojos ahora que estaba condenada a muerte. Apartando aquel entusiasta pensamiento, pensé también en Menes, nunca supe que pasó con él y mi corazón dio un brinco de regaño por no haberme preocupado por él luego de que me trajeran al palacio, de todas formas, mi decisión al parecer era enamorarme de él o de Ahkmenrah... ¿Cómo es que un simple sentimiento puede cambiar el curso de la historia?

Una vez que hube acabado mi plato de comida dormí por un largo rato, la cabeza me palpitaba por zonas y por tiempos...sentía nauseas a veces, otras me sentía fenomenal. Mi mente buscaba un plan, pero no había nada que pudiese hacer, cada idea que venía la desechaba.

Ese fue mi primer día en el calabozo.

Por suerte hay momentos más fructíferos que otros.

-Todos los presos, tienen una hora para asearse, empezaremos por la celda 1A-dijo una voz de hombre, fuerte.

En seguida el guardia que me vigilaba abrió mi celda, me esposó y me llevó hacia la la fila que se estaba formando en el pasillo, una vez que estuvimos allí, levanté la cabeza para ver si conocía a alguien, todos lucían extravagantes y a decir verdad tenían caras de delincuentes. Sin embargo unos ojos casi miel me devolvieron la mirada. En seguida, cuando chocaron con los míos, vi un gesto de preocupación y asombro en su cara.

-Menes...-susurré, sin pensarlo si quiera.

Él trató de zafarse de su guardia para venir hasta mí, pero lo único que logró fue que lo golpearan en la espalda. Miré a mi acompañante con cara de súplica, me estudio por un momento y muy disimuladamente permitió que me acerque a Menes, que tan solo se encontraba tres personas más adelante. No había problema con conversar, mientras que no escucharan nada de un complot para salir, así que lo primero que hice al ver a Menes, fue acariciar el lugar en dónde lo habían acabado de golpear con gesto preocupado.

-Hola...-no supe que más decir.

-Mi Cleo ¡oh! Cuánto me alegro de que estés bien..., ¿en dónde estabas? ?¿Qué haces aquí?

Giró la cara hacia mí y vi un atisbo de esperanza, en seguida me sentí mal...ni siquiera lo había recordado, no me había preocupado por él...y él intentó salvarme al menos.

-¡Menes! Nadie me había dado razón de ti, he preguntado a todo el mundo-mentí-, y nadie me dice absolutamente nada. Qué bueno es encontrarte..., las cosas se han tornado muy feas aquí abajo.

Sonrió al ver que me preocupaba por él.

-Eso he oído...¿en serio va la guerra con Grecia?

-Un soldado me noqueó cuando junto con la reina Killa intentábamos detener el ataque...y pues me desperté ayer aquí, con un severo dolor de cabeza y sin entender nada.

-Y ese mal nacido de Ahkmenrah, ¿ni siquiera intento detenerlo?

-No lo recuerdo...no sé nada..., solo necesito salir de aquí.

-Mañana, no desesperes, mañana empiezan los juegos por la mano del príncipe, los guardias estarán distraídos, además he estudiado los mapas de todo esto, podremos largarnos en un dos por tres...

Lo único que atiné a hacer en aquel momento fue abrazarlo fuerte, aunque en apenas dos segundos los guardias nos separaron, ni siquiera me había acordado de ellos..., al parecer no oyeron nuestra conversación, pero era prohibido el contacto físico.

La fila había avanzado tanto que ya nos tocaba. En un momento dado, me separaron de Menes y me metieron a un cuarto con otras mujeres, realmente tenía miedo, todas sabían luchar y no tenían una cara específicamente amigable, yo apenas sabía defenderme. Antes de analizar todo por completo, me metieron en un cubículo con una ducha e implementos de limpieza. Me bañé rápidamente, pero lo disfruté a cada segundo, me devolvieron a mi celda enseguida, allí encontré ropa nueva, no tan bonita, pero al menos estaba limpia, también encontré un libro y un...palo de escoba (?

El libro trataba de estrategias de batalla, apenas lo abrí en la primera hoja vi una nota de Menes en la que me recomendaba que me las aprendiera todas y que practicara con el palo de escoba, mañana tendríamos que salir...

Así hice, por suerte había tomado unas cuantas clases de esgrima cuando era joven. Practiqué y practiqué, nadie sospechaba de mí, podrían pensar que era una loca con un palo de escoba bailando, pero nadie sospecharía que estaba a punto de armar una fiesta en el calabozo.

Mañana...a primera hora.

Enamorada del hijo de un FaraónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora