Arsinoe

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-¿Qué?-dijo la madre de Ahkmenrah, sorprendida-. Eso...eso no puede ser.

-Oh, vaya que sí.

-Pero Ahkmenrah, esto es una costumbre...

-Pero yo no quiero casarme por "costumbre"

Quise intervenir, con un comentario inteligente del tipo "¿Me puedo ir?", pero no vi la oportunidad y me quede allí parada viendo como discutían sobre mi futuro. Todo parecía mentira... ¿Casarme? Nunca lo había pensado, era joven..., y al parecer ya no tenía escapatoria, o me casaba o moría. Ahkmen y su madre seguían discutiendo hasta que una tercera voz intervino.

-No puedes, además ella ni siquiera es de tu misma sangre-dijo la hermana de Ahkmenrah-, no es alguien similar a ti y no nos otorgará ningún beneficio.

Ahkmenrah miró a Arsinoe como si quisiera fulminarla.

-Umm..., creo que luego debemos hablarlo, la fiesta aún continúa y...-dije suavemente como tratando de no incomodar a nadie, pero igualmente todos me miraron, y la madre de Ahkmenrah me dirigió una mirada compasiva para luego decirme suavemente-. Claro querida. Ve a cambiarte, las criadas ya te ayudarán, luego ya te veré.

Al poco tiempo una mujer joven me dirigió a otro lugar, salí lentamente de la habitación de Ahkmen, bajo la mirada fúrica de Arsinoe, siento su odio, pero no sé el porqué. En un momento estuvimos en una habitación bastante acogedora, parecida a la del Hijo del Faraón. Amplia, con las paredes de un color crema y sin mayor detalle, con una cama al parecer muy cómoda apilada en la pared, una mesita de noche y un escritorio, una de las cosas que más llamaba la atención era el enorme armario.

-El Faraón ha pedido que se le asigne una habitación. Cualquier cosa que necesite yo estaré a su servicio, soy Halima.

La miré y sonreí, pero no estaba feliz, por alguna razón me sentía triste. Vale, llámame rara o cúlpanos a las mujeres por ser así, pero ¿Nunca has sentido que estás triste, deseas llorar pero no sabes por qué?, simplemente estás mal y ya. Bueno, pues este era uno de esos momentos.

-Imagino que ya sabes quién soy-susurré compasiva-. Un gusto Halima. Creo que necesito una amiga.

A Halima casi se le salen los ojos, entonces recordé algo, a la clase esclava no se le es permitido socializar con nadie más que con las personas de su clase, si hablan demasiado con sus señores se les castiga, no pueden hacer eso, ni mucho menos ser amigos.

-Se...señora, discúlpeme...

-No, tú discúlpame, olvidé las reglas, siempre me enseñaron a no discriminar a nadie por su trabajo o condición social, aunque no siempre cumplamos con lo de no discriminar..., lo digo de todo corazón, ten confianza conmigo, no te infringiré dolor o alguna tortura.

-Cómo ordene-respondió la criada tímidamente, pude notar que era de este mundo hasta los huesos y había aprendido a no mezclarse con quien no era de su misma clase, esto me va a costar trabajo.

-Necesito una ropa adecuada para la fiesta, joyas y maquillaje...

-No se preocupe señorita-replicó Halima sonriendo-. Tengo lo que necesita.

En un abrir y cerrar de ojos estuve transformada, llevaba un vestido algo flojo que me llegaba mucho más arriba de las rodillas, de resto todo era lo típico de Egipto. Las joyas de oro por doquier, los peinados exagerados y el maquillaje. No quiero describirlo a detalle, pero hacerse una idea de una antigua princesa egipcia sería una buena comparación. Estaba nerviosa, me miraba al espejo tratando de darme ánimos, pero temblaba un poco, realmente no sabía porque estaba nerviosa. Halima trató de darme ánimos. Salí de mi habitación y me fijé muy bien en el camino, espero recordarlo.

Lo que no me gustaba mucho era la idea de tener que entrar por la parte central, justamente por la tarima en dónde se ubicaba la tarima para la familia del Faraón, por lo que sería el centro de atención. Antes de cruzar la puerta le di las gracias a Halima y ella se fue. Traté de pasar por inadvertida, pero nada funcionó apenas mi cuerpo estuvo afuera muchas miradas se posaron en mí, incluyendo la de la familia que me había acogido y la del muchacho con el que bailé hace no mucho tiempo.

El Faraón se encontraba bebiendo y conversando con varios hombres, por un segundo me miró he instintivamente hice una reverencia, luego bajé por unas escaleras hacia la pista de baile tratando de no tropezar, nunca había atraído demasiada atención, por lo que tenía la cara roja debido a las miradas de casi toda la fiesta.

Logré milagrosamente mezclarme entre las personas que bailaban y ubiqué a la mujer que me acogió en su casa, me senté a su lado y respiré tranquila un momento. Ella me miró con una sonrisa, el chico con el que bailaba también se acercó y me sonrió.

-Pero que guapa estás-dijo sorprendido.

-Concuerdo-apoyó la mujer-. Así que hablaste con el hijo del Faraón.

Sonó más a afirmación que a pregunta, pero asentí sin decir nada.

-¿Vas a competir por la mano del Faraón?-preguntó el muchacho se podría decir que con pánico.

-No tengo opción..., o eso creo.

* * *

La fiesta estuvo muy agradable. Ahkmenrah, su madre, y su hermana salieron pronto y pusieron algo de orden a la fiesta, los invitados bailaban, comían y bebían, me sentía una intrusa, pero no pude evitar divertirme.

Entonces sentí que necesitaba aire, salí de la sala y caminé hasta la entrada del palacio, la noche era cálida y el aire me recorría la piel suavemente. Todo parecía tranquilo, casi todo el pueblo estaba en la fiesta por lo que no veías a nadie vagando por las calles, aún tenía esa sensación en el pecho, de estar triste pero no saber porque. Pero había algo más, algo que me decía que me fuera de allí, que algo malo iba a pasar.

No pasó mucho tiempo, pero a mi espalda sentí pasos, livianos, cómo de mujer. Di media vuelta y entonces vi la amenaza. Justo en mi garganta estaba una hoja afilada de metal. Recorrí aquella espada con la mirada, y vi que era tan larga como mi brazo, y en realidad tenía una gemela, pero esa estaba apuntando a mi abdomen.

La expresión que tenía la mujer en su cara era de odio.

-Dejémoslo claro Cleopatra. Yo voy a ser la esposa de Ahkmenrah.

La espada hizo presión en mi garganta y con terror mi cerebro entendió que el rostro frente a mí, era el de Arsinoe.

***

Hola chicos y chicas!!! Cómo están?? Bueno, espero que les haya gustado. De antemano les aviso que no actualizaré hasta finales de agosto o inicios de septiembre, pues me voy de viaje y no regresaré hasta esas fechas, con todo les dejo el cap. para que lo disfruten. Por cierto escribí una nueva historia, se llama "Los Guardianes de las Gemas", si les interesa pueden pasarse, me ayudarían mucho :3 Las y los adoro.

Gracias por leer. No se olviden de votar  y comentar. 

Cuidense.

Besos y Chocolates.

TheGreekEmpress.

Enamorada del hijo de un FaraónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora